La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Seudo mimetismo tropical: aunque la nauyaca se vista de jaguar…nauyaca se queda
En el ámbito de la política mexicana, siempre han existido personajes que se desempeñan en las ‘cañerías del sistema’, tienen disposición de realizar encargos de cualquier tipo sin importarles su propia reputación, pueden espiar, roba urnas, ser golpeadores, padrotes, madrotas y todo tipo de oficios, de los cuales no se puede presumir.
Tradicionalmente, estos invisibles empleados, recibían buena paga, pero, nunca ascendían a posiciones destacadas. La frase de don Jesús Reyes Heroles, sobre la posible candidatura de Gutiérrez Barrios, sintetiza lo anterior: ¿un policía para Veracruz? ¿qué no hay políticos?
En aquellos tiempos, dirían los nostálgicos, era impensable que sujetos como, por ejemplo, Alito Moreno, hubieran podido ser gobernadores, hoy, las reglas han cambiado.
Y se han modificado, de tal suerte, que la señora Layda Sansores, está erigida en una especie de sancionadora suprema, que dispara su ignominioso rayo, desde el Olimpo de la 4T, para hacer ‘justicia’ desde la vereda tropical del, ese sí, portentoso jaguar.
Desde luego, más de uno de los señalados es indefendible, sin embargo, no corresponde a la esperpéntica mandataria juzgar, sino, a las instancias que marca la ley.
Lo de la Sansores (hija de un cacique de horca y cuchillo del cual, suponemos, heredó, además de una que otra propiedad y cuenta bancaria, sus bárbaros modales), sólo es un vil chantaje político que, al final, es terreno fértil para que continúe la impunidad.
Layda y Alito, son los minotauros que nunca debieron salir del laberinto.