Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
Cuando la normalidad democrática ha sido quebrada y los mecanismos constitucionales e institucionales de representación e intermediación política y social se han erosionado, lo lógico es que el ciudadano busque cauces alternos para exponer y demandar respuestas a sus legítimas causas.
El instrumento más al alcance del gobernado para esos fines ha sido, históricamente, en su expresión más eficaz, el de los partidos políticos. Cuando éstos son presa de su propia disolución e impotencia, el recurso de los movimientos sociales es tomar las calles y las plazas públicas para ser escuchados.
Por el sendero de la anarquía al explosivo caos
Esos movimientos sociales se caracterizan por tres rasgos diferenciados: 1) Se conducen bajo una dirección identificada, ejerciendo ordenadamente los derechos políticos y las libertades civiles; 2) Surgen de la impaciencia colectiva y de la espontaneidad, con tácticas y estrategias improvisadas, que eventualmente se salen de control, y, 3) En río revuelto, medran agentes provocadores que, muchas veces bajo el anonimato encapuchado, salen a la escena pública con un propósito predeterminado: armar camorra, sin compadecerse de las potenciales víctimas.
La tercera característica ha sentado sus reales en tiempos electorales o prelectorales, pasando de la anarquía, relativamente gobernable con base en la acción positiva de la autoridad políticamente sensible, al caos rigurosamente prefabricado con fines definitivamente inconfesables.
En el maremágnum político de nuestros días, se difunde la sensación de que naufragan los derechos universales de la ciudadanía y cada facción movilizada reclama para sí prerrogativas exclusivas, que harían necesarias una Constitución y legislaciones privativas con usufructuarios específicos, sin tomar en cuenta el todo social; el ser colectivo, según lo tipificaban viejos tribunos.
La responsabilidad de la intermediación social, por medio de la operación política, invariablemente estuvo a cargo del partido del o en el gobierno. Sus rendimientos cobraron sentido en sucesivos procesos electorales.
El Movimiento Regeneración ha dejado solo al Presidente
Hoy, el primer signo de anarquía es visible en el interior del Movimiento Regeneración Nacional. Sus voces más lúcidas, todavía la semana pasada, acusaban que esa formación ha dejado solo al Presidente.
En ese vacío, cada denominación partidaria ha tratado de acarrear agua a su molino electoral. En un primer nivel, se formaron excluyentes asociaciones nacionales de presidentes municipales.
En 2019, la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), después de veinte años de cohesión, fue tácitamente desmembrada cuando el Partido Acción Nacional (PAN), en ejercicio de la presidencia, puso su feudo aparte, registrando la asociación nacional de gobernadores azules, pretendiendo negociar en su favor las mejores rebanadas del gasto federal de 2020.
Desde el segundo semestre de 2019, los legisladores federales aliados de Morena, Partido del Trabajo, Encuentro Social y Verde Ecologista, anunciaron su propia asociación nacional de la cuarta transformación. La semana pasada exhibieron su carta de presentación.
No tienen mandato directo, pero ya van por su reelección
Lo señalable, en cuanto a esa nueva secta burocrática, es que más de un tercio de esos legisladores llegó al Congreso de la Unión sin acreditar un solo voto electoral directo, de lo que sigue que no se sienten responsables de la representación de nadie. Pero los otros dos tercios emanaron de mandato electoral directo. Lo mismo da: Los legisladores se organizan, no para legislar, sino para grillar.
Tales agrupaciones facciosas, que surgen y actúan de espaldas a sus dirigencias partidistas estatutarias, no se dan por enteradas de que el llano arde mientras sus socios se atrincheran en sus torres de marfil palaciegas a las que les llega puntualmente el reporte de que sus dietas les fueron abonadas religiosamente en sus cuentas bancarias. Y ahí donde usted ve, no son pocos que ya están apuntados para su reelección. Suele ocurrir.
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.