Epistolario
Por Armando Rojas Arévalo
MARIANA y CITLALLI: No hay líderes, imaginen que los hubiera.
Aunque geográficamente están lejos de nuestro país (pero para los medios electrónicos ya no hay fronteras), ya habrán tomado nota que México se encuentra en un proceso social histórico: La sociedad está tomando las calles y ha salido a protestar sin tintes de violencia, enarbolando banderas justas.
Los partidos y los que creen ser líderes están pasmados, se quedaron chiquitos, sin fuerzas ni inteligencia y habilidad para encabezar a esta sociedad que está demostrando que sí se puede.
En noviembre del año pasado y en febrero último la sociedad -hombres, mujeres, jóvenes, ancianos y niños- abarrotó calles y plazas públicas con el grito “El INE no se toca”, y apenas ayer, en el Día Internacional de la Mujer, miles de menores de edad, jovencitas y mujeres maduras salieron a reclamar justicia por los feminicidios.
No hubo líderes que promovieran tales manifestaciones, ni que encabezaran las marchas. Fue la multitud que caminó gritando ¡justicia!, ¡democracia!, y entonando canciones con reclamos de reivindicación.
Acorralado, el presidente desde su atril inmarcesible los llenó de improperios y descalificaciones. “Ratas”, “Corruptos, “mapaches electorales”, “farsantes”, reaccionarios”, “fifís”, “conservadores”. No tolera la crítica y mucho menos que la gente haya tomado conciencia de su papel histórico, de que si no es ella los partidos políticos y supuestos líderes que enarbolan sus causas, corrompidos con el poder siguen en lo mismo.
A diferencia de otras marchas de pasado reciente, en que mujeres vestidas de negro y encapuchadas, anarkas se les dice, se dedicaron a depredar y ocasionar daños con pintas y todo tipo de ataques con distintas herramientas que tenían a la mano, las dos últimas fueron ejemplares. No hubo vandalismo ni ataques físicos a la policía, a personas e inmuebles.
¿Qué está pasando?
Hemos visto a una sociedad sin líderes. Una sociedad que se levantó a un grito unísono que a todos alentó. Un grito que provino de nadie, que salió de un aletargado silencio.
La única agenda de la sociedad fue gritar “al INE no”, y la de las mujeres “Vivas las queremos”. Reclamos que surge de un denominador común.
La que vimos en las concentraciones y marchas fue una sociedad sin líderes ni nuevos paradigmas, que si bien no acierta a encontrar el rumbo tiene la meta de hacerse escuchar.
Es, por así decirlo, una sociedad acéfala. Esta sociedad, la nuestra, tiene necesidad de uno o más líderes que la guíen. Las sociedades siguen al líder por amor o por miedo, en ocasiones por una mezcla de ambas. El líder debe tener carisma, es decir, debe suscitar adhesión, obediencia, pero esto no se compra.
Un líder no es el que tiene una condición de privilegio por encima de otros, y que ejerce una autoridad sobre ellos. Se cree que líder es el que dirige, el que organiza, el que mueve, el que a una propuesta mueve a las personas. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española líder significa: Persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad. Persona o entidad que va a la cabeza entre los de su clase, especialmente en una competición deportiva.
El líder es aquel que tiene habilidad para influir en los demás. Líder es aquella persona que, con formación en liderazgo de proyectos o no, gestionando un equipo o grupo de personas determinado, es capaz de influir, motivar y hacer que todos los integrantes del equipo trabajen con entusiasmo enfocados cada día en la consecución de logros, metas y objetivos.
Un líder no es el jefe. Los líderes y los jefes tienen características muy diferentes entre sí, pues mientras los primeros se involucran en el proceso, los segundos solamente están pendientes de los resultados y de lo que el equipo está realizando.
¿Qué debe hacerse para convertirse en líder?
COMUNICA: No impartas órdenes, aprende a construir de la mano de tus colaboradores más cercanos, dales a conocer tus propósitos con cada proyecto y tómate el tiempo de compartir con ellos los motivos que te llevaron a tomar ciertas decisiones. Muéstrate humano, esto hará que te respeten aún más y que quieran trabajar junto a ti.
SÉ IMPÁTICO: Ponte en los zapatos de tus colaboradores y trata de analizar y comprender cada uno de los escenarios que ellos enfrentan a diario. Quizás tu realidad sea una muy distinta a la de ellos, por eso, tu misión será aprender a comprender esa diferencia y a no juzgarlos.
SÉ ORDENADO.-Sé un espejo en el que ellos quieran mirarse y del cual quieran siempre aprender, planea las tareas con tiempo, establece tiempos de entrega, comparte con tu equipo el cronograma al que estarán sujetos, de esta manera vas a mostrarles de una forma más clara cómo deben trabajar y ellos tratarán de replicar tu orden y sabrán qué deben hacer.
ESCUCHA.- En el camino te enfrentarás a muchos errores, la clave para solucionarlos estará en aprender a escuchar los motivos o las razones que tuvieron tus colaboradores para hacer lo que hicieron. Llegar gritando y lanzando sentencias, no hará que los problemas se solucionen, solo empeorará la situación.
Claro, al líder lo hacen las circunstancias. El hartazgo, el cansancio, la decepción, el no ver cercano un futuro mejor, las burlas, las mentiras, las infamias y la demagogia de los dirigentes.
El líder no se inventa, pero tampoco se fabrica. Lo hacen, repito, las circunstancias de impotencia y rabia.
En suma, para ser líder se necesitan tamaños-
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