Por Arturo Sandoval
“La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”. Michel Eyquem, señor de Montaigne
Se viola la Constitución por promover la extensión de la presidencia en la Suprema Corte de Justicia del ministro Arturo Zaldívar. Es muy cierto lo dicho por Sabina Berman sobre esta aprobación de las Cámaras de dos años más como ministro Presidente a Zaldívar, que a la gente, al pueblo no le interesa esta acción. Lejos de esa preocupación inexistente, la medida de aprobar la Ley Orgánica al Poder Judicial de la Nación aunque anticonstitucional en su artículo 13 transitorio; para varios doctos del Derecho y para otros no, incluidos dos que abogan por el Ministro: Julio Scherer y Andrés Manuel López Obrador.
Ernesto Zedillo, cambió a todos los ministros e hizo una purga del sistema judicial; quizás para hacerlo a modo o para limpiarlo de corrupción. El priista Peña Nieto pone al “Anticristo” de la justicia Eduardo Medina Mora panista en fuga, como ministro en la Suprema Corte. Las ternas que enviaban los tres pasados presidentes de México para instancias de justicia siempre fueron para obedecer al Ejecutivo en turno. Probablemente apegadas a los lineamientos de la Constitución, pero no por ello con calidad moral.
No se recuerda a ninguno de los que hoy gritan, vociferan, critican, rompen sus vestiduras que hicieran lo mínimo en los sexenios pasados cuando sucedía esto en la Suprema Corte. Ni políticos ni periodistas de los medios convencionales. Los congruentes sólo son medios que todo el tiempo critican estos fallos, como Aristegui, Julio Astillero, Rompevientos, Periodistas de a pie, Notas sin pauta, Proceso, Delgado &Páez, Rubén Luengas, entre varios, pero pocos.
El mayoritoreo se imponía en las Cámaras, no sólo de la forma mucho más gandalla y hasta violenta; también con sorna, prepotencia, soberbia y burla a los antes “Chiquillada legislativa”. Verdaderamente era extraordinariamente raro un disidente en las votaciones del partido dominante; cuando lo había lo convertían en paria. Hoy, en Morena hubo varios que con toda libertad hablaron en los medios de su oposición a esta aprobación de lo que hoy apodan Ley Zaldívar y cuando mucho se llevaron parte de un regaño en el pleno, por el petista Fernández Noroña.
Suponiendo y concediendo sin beneficio de ninguna duda, que la extensión de mandato sea anticonstitucional, habría de evaluarse los beneficios reales de la limpieza del sistema judicial y ver si el fin justifica los medios. Cansados de oír en el reciente pasado que la Constitución es violada cientos de veces por los poderosos; tanto políticos, funcionarios y empresarios, sin tener ninguna consecuencia legal sobre los violadores. Hoy, nada justifica una violación más, pero ésta en especial, al pueblo ni le va ni le viene; confía que si su presidente AMLO dice que está bien, pues está bien y ya. Las bases del Peje le firmaron el cheque en blanco en las urnas en el 2018 y lo harán en el 2021 con lealtad ciega.
¿Los Pemexgates, los Fobaproas, las reformas energéticas y educativas de Peña Nieto, los Monex, el desafuero a AMLO, los cientos de miles de muertos y desaparecidos de Calderón, etcétera; no fueron violaciones a artículos de la Constitución? Seguro que las momias calladitas antes, hoy son las que chillan como ratas. No quieren que sus ministros favoritos pierdan sus privilegios y sus familiares los cargos en el mismo tribunal; tampoco quieren perder los fallos y amparos en favor de sus intereses y negocios ¿Qué tan mala es esta aprobación “anticonstitucional”? ¿Es un mal necesario? El tiempo lo dirá en el corto plazo.
NOTA: “La promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota es una necesidad del presente”. Nicolás Maquiavelo.