* Desde enero, la legisladora de Morena ha planteado que la función legislativa es muy importante, por lo cual ella y sus compañeros deben ser inmunizados contra el virus a la par que los adultos mayores; por supuesto, la legisladora está en la lista de los que buscan reelegirse sin tener muchos méritos en su trabajo parlamentario
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez
Especial de Expediente Ultra
La diputada federal por el VI distrito de Pachuca, Lidia García Anaya, en declaraciones de enero pasado, dejó entrever los miedos comunes a los ciudadanos de a pie –el siempre presente riesgo de contagio de Covid 19–, pero al mismo tiempo, la idea de que un puesto político convierte a cualquiera en un ser de privilegio, debido a sus “altas responsabilidades”, y dijo: “Los diputados somos esenciales, por eso nos deben vacunar” dentro de una consideración especial en el programa gubernamental.
A tres meses y medio de distancia de ese pronunciamiento, cobra relevancia política porque evidencia que, independientemente de sus naturales temores ante la pandemia, la diputada ya tenía en curso su plan banquetero para buscar la reelección, aunque difícilmente puede mostrar algo sustancial en su actuar en San Lázaro.
Pero le quedaba claro en ese enero que, para poder madurar el plan reeleccionista, necesitaba primero sobrevivir al Covid 19, porque ya para entonces no eran pocos los diputados caídos en esa trinchera.
Y en los últimos días el asunto se agrava en Hidalgo, al confirmarse 16 casos de la nueva cepa británica de la pandemia, considerada más contagiosa y más mortal que la original, que según datos surgidos hace unas semanas, habría llegado a Hidalgo con un técnico austriaco que llego a instalar un sistema de software en una empresa.
Seguramente, una consecuencia directa de la política de “puertas abiertas”, sin controles de ninguna clase en aeropuertos internacionales ordenada desde Palacio Nacional.
En ese primer momento en que se estaba conformando el programa nacional de vacunación –al final, no muy bien diseñado– la legisladora hidalguense (también presidenta del Patronato de la UAEH, caja de pandora de todas las corruptelas de su jefe máximo GSC), se tomó la libertad de afirmar que “después del personal médico, los adultos mayores, los que reciben algún apoyo del gobierno,v los diputados (debemos) ser los siguientes en la lista de vacunación” porque, señaló tajante, “la actividad legislativa es prioritaria”.
Pero dicho todo lo anterior, la diputada no se cuidó de los enredos verbales, de contradecir sus dichos en la intención de subrayarlos y en otros momentos, negar en los hechos sus primeras aseveraciones. Lo que el diccionario define como galimatías.
Veamos: “Pero hay diputados mayores de 60 (¿y por qué la adversativa?) que deberían ser considerados porque la actividad legislativa es prioritaria”. (La alabarda sobre aparejo no considera que, por el solo hecho de ser mayores de 60 ¡ya están considerados en lugar preferente en el programa de vacunación!)
No paró ahí: dijo que “estoy de acuerdo en que los legisladores federales que forman parte de la tercera edad sean vacunados contra el Covid 19… en ello que, precisamente, la actividad de presupuesto (¿qué?) y todo lo que se requiere a nivel nacional”. (Pues qué bueno que estuvo de acuerdo, porque a estas alturas del partido, de seguro que la mayoría, o todos los diputados que andan en la tercera edad, ya fueron vacunados, por ese solo hecho, no por diputados).
Pero… ¿Por qué la diputada García Anaya se metió en ese berenjenal declarativo?
Pues porque a mediados del mismo mes de enero, surgió la versión, se filtró la especie de que los miembros de la diputación de Morena pidieron a su coordinador “que se busque la vacunación (preferente, se entiende) para los legisladores por ser esenciales”.
No se puede dudar que el Legislativo, uno de los Tres Poderes de la Unión, es una institución republicana cuya importancia huelga destacar.
Lo mismo que el Ejecutivo (ese sí, prioritariamente) y el Judicial.
Y, ciertamente, han muerto algunos senadores y diputados. No se sabe si por mala fortuna (la mayoría de los casos han sido de Morena) o si acaso por seguir a pie juntillas las indicaciones emitidas repetida y alegremente desde las “mañaneras” por el Presidente de la República, de no usar el cubrebocas, de salir a comer, cenar y pasear y abrazarse.
Y el Presidente de la República se contagió. Fue atendido en Palacio Nacional (al menos en versión oficial), tuvo por lo menos una crisis y finalmente fue dado de alta.
De nuevo en la “mañanera”, ante preguntas de preocupados reporteros, afirmó tajantemente que no, de ninguna manera, va a colocarse el cubrebocas. No se ha vacunado (al menos en versión oficial) y aunque en ocasiones ha dicho que sí lo hará, aunque al día siguiente se contradice.
Así las cosas: ¿Insistirá la diputada García Anaya con eso de que los legisladores “son esenciales” y requieren vacunación en programa preferente?
Se entiende el miedo, millones le acompañamos en eso.
Pero el Presidente pone el ejemplo, si acaso no a todos los diputados, sí a los de Morena, su partido: El Primer Mandatario enfrenta imperturbable la amenaza de la más peligrosa pandemia de los últimos 100 años (al menos, en versión oficial), luego entonces… ¿Por qué los diputados de Morena no podrían seguir su valeroso ejemplo?
¡Valor, diputada García Anaya, y a marchar a la trinchera cual indomable soldadera, que para eso hay suplentes que se hagan cargo!