Juan Luis Parra
No, no estoy candidateando a la señora del megáfono, esa que aparece gritando en el Senado cada que puede. Tampoco a la que discute con media 4T como si estuviera en un pleito de vecindad como la ministra del pueblo. Pero si usted lector me permite unos minutos, entenderá por qué sí creo que estamos viendo, en tiempo real, a Lilly Téllez convertirse en la única figura viable de la oposición en Sonora.
Primero, vamos a poner en la mesa al otro “candidato natural”: Toño Trump.
Antonio Astiazarán, alcalde de Hermosillo, apodado así por los memes que lo retratan con un tupé rubio y todo, cuando en mayo pasado decidió organizar un “tour humanitario” de indigentes durante las Fiestas del Pitic, una de las celebraciones culturales más importantes del estado. En ese contexto, su policía municipal “reclutó” personas en situación de calle, las subió a camiones y las aventó hasta Navojoa. Literalmente, las sacaron de la ciudad por verse pobres.
La historia se volvió viral. En SonoraPresente lo reportamos. Otros medios locales también. Luego vinieron las burlas, los montajes, y el sepelio mediático. En su momento, el alcalde intentó justificarlo con su programa “Regreso a Casa”, asegurando que todo fue voluntario y humanitario. ¿Voluntario? ¿Transportar a personas en contra de su voluntad? Un insulto a la inteligencia.
Después vino el silencio. Un largo y tenso silencio. Hasta que ayer, 7 de agosto, finalmente se ejecutaron las detenciones. La Fiscalía de Sonora confirmó que Manuel Emilio Hoyos, excomisario de la Policía Municipal, fue aprehendido junto a cinco oficiales más por violaciones a derechos humanos. El caso, aunque viejo en la opinión pública, resucitó con fuerza. Y junto con él, la posible muerte de las aspiraciones del alcalde.
Así que adiós a Toño. Se quedará sin su PRI-PAN, sin la narrativa y si Durazo exprime bien este limón, sin futuro político.
¿Quién queda? Lilly.
Téllez ya estuvo en la terna presidencial del PRIAN. La bajaron a favor de Xóchitl Gálvez, esa candidata enviada de Palacio Nacional para simular ser opositora. El resultado ya lo conocemos: Xóchitl fue un fraude funcional para Morena, y hoy ni siquiera figura en el debate nacional.
En cambio, Lilly sigue ahí. No solo como senadora. Sigue marcando agenda, sigue incomodando. Y recordemos, en marzo del año pasado, andaba haciendo campaña en Sonora, de la mano de Manlio Fabio Beltrones. Sí, ese Beltrones que parece más cercano al gobierno de Sheinbaum que a la oposición, pero que aún conserva influencia, tiene vasta experiencia y sabe jugar en las difíciles tierras desérticas de la política sonorense.
A Lilly ya empezaron a lanzarle lodo. La más reciente: la ligaron, según ella falsamente, como prima de la dueña de la Guardería ABC, quien fue detenida hace unos días en Estados Unidos. Aunque lo desmintió de inmediato, todos sabemos lo que esa clase de infundios logra. La calumnia no mancha, pero tizna, como bien decía el de Macuspano.
En medio del naufragio opositor en Sonora, Lilly tiene algo que los demás no: al Tío Richie, con su TV Azteca, Banco Azteca y la creciente influencia en redes, donde el empresario gasta una fortuna en seguir creciendo. Con todo eso, la señora ya tiene sus propios números en redes, amigos ricos, cobertura nacional y proyección. Y algo más importante: tiene el “timing” de su lado.
Porque si usted no lo sabe, le comento: la próxima gubernatura de Sonora, la de 2027, será de solo tres años. Una reforma local lo decidió así para empatar las elecciones estatales con las federales en 2030. ¿Qué significa eso? Que quien gane en 2027 solo calentará el asiento. El verdadero juego será en 2030.
¿Le suena a Lilly Téllez preparándose para ser gobernadora de medio turno? ¿O estamos viendo una jugada de dos tiempos? ¿Primero Sonora y luego… la grande?
Para el 2030 habrán pasado treinta y seis años después del asesinato de Colosio, ¿será una sonorense quien finalmente se coloque en la boleta presidencial?
No lo sé. Pero sí sé esto: todo lo que haga Lilly Téllez a partir de hoy no será por su chamba legislativa. Será por cálculo electoral.
Por eso, acostúmbrese, lector. Ya no es solo la senadora incómoda.
Es Lilly Téllez, la candidata.