La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Cuando le dijeron: tienes que perrear la candidatura…se puso a hacer twerking
Si una figura de la oposición, se distingue por su enjundia discursiva, en la senadora Lilly Téllez, sus posturas ideológicas, en este caso de derecha, son radicales, no se anda con medias tintas, basta revisar su perorata sobre el lenguaje inclusivo.
Con larga trayectoria en la TV, Lilly dejó su carrera para sumarse al proyecto de AMLO, no obstante, en el camino se bajó del tren de la 4T y, en consecuencia, se volvió una feroz (literal), crítica del movimiento que la arropó.
En ese contexto, las circunstancias evolucionaron de tal modo, que la sonorense se sintió con la fuerza para contender por la candidatura presidencial de la alianza opositora, por lo tanto, potenció su presencia mediática y sumó a Roberto Gil, como su gurú de precampaña.
Así pues, por un tiempo, asumió el papel de predestinada para impedir que Claudia Sheinbaum llegue a la silla embrujada, para sus adentros decía: yo me encargo de frenarla, para después, cual comercial de MELATE, verse sentada en el despacho presidencial.
Pero, como buena aprendiz de bruja, nunca entendió que no entendía, por lo que, en la construcción de su escenario, se le olvidó ponderar a la poderosa partidocracia, misma que diseñó un mecanismo de selección idóneo, para impulsar a uno de los suyos.
Sin embargo, más allá de esto, no suena lógico que la legisladora se asumiera como la opción para descarrilar a MORENA y cuando debió sacar la casta, declinó por considerar que no tenía oportunidad de ganar, entonces ¿no qué muy sacalepunta?
Lástima, la doña demostró, a la hora buena, falta de inteligencia emocional y como señala la Biblia: “El hombre de doble ánimo, es inconstante en todos sus caminos” (Stg. 1:8).
Posdata: si no puede juntar 150 mil firmas ¿podría obtener más de 20 millones de votos?