FRANCISCO RODRÍGUEZ
Contra todo lo que puedan decir los remedos de partidos que tenemos, la joya de la corona electoral, la Ciudad de México, está abandonada por el trabajo político. Lo peor es que el partido gobernante está demasiado confiado en los resultados de la Cuarta Decepción, sin percatarse de que perder la Ciudad de México y la mayoría en la Cámara de Diputados, como apunta el panorama, es perder el control del país.
Tal parece que se ha posesionado el miedo en los círculos de mando del partido en el gobierno. Nadie quiere trabajar, no sea que se vaya a disgustar el de Palacio Nacional y las ilusiones se vengan abajo. La modorra está instalada, y la falta de ejercicio se notó en la última manifestación del famoso millón, a la que no fue nadie. Para cualquier observador, hubiera sido la alerta roja. Lo es.
El único que se ha movido es René Bejarano, pero lo ha hecho al contrario. Ha sometido a la población de las colonias proletarias de la capital nacional a una humillación pocas veces vista en los regímenes neoliberales. Recorre las calles en camionetas que ofrecen productos no perecederos a bajo precio, pero al inestimable costo de dejar en prenda sus credenciales de elector. Incalificable para estos tiempos.
Clases medias, el target que no alcanzan a ver los panistas
El PAN está agorzomado. Tal parece que se conformará con retener la alcaldía y las diputaciones locales y federales de la Benito Juárez, pues es un hecho que ahí jamás se volverá a votar por una opción política diferente. Están contentos con los panistas y así se mantendrán. No hay vientos de cambio.
Sin embargo, los panistas tienen demasiadas posibilidades en alcaldías donde mantienen un voto duro, fácil de acrecentar, como es el caso de Álvaro Obregón, Coyoacán, Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Tlalpan, entre otras. La Voladora se asoma.
Una buena oferta de propósitos políticos y de programas concretos, más promesas concretas de combatir la corrupción desaforada, podrían levantar el ánimo y las expectativas en esas demarcaciones. Tienen con qué, los errores de cero empleos, cero obras y bajo cero crecimiento, podrían ser el caldo de cultivo para progresar electoralmente entre estratos decepcionados de lo que queda de clases medias. Y sin el apoyo de las clases medias, simplemente no puede haber gobierno.
Los priístas ya vieron en el norte del país que sí se puede
El PRI, absolutamente catatónico. Los dirigentes y cuadros políticos no se ven por ningún lado, ni aún en las alcaldías de Cuajimalpa y las del sur que, por décadas han sido leales a esa franquicia. Sin embargo, las mismas posibilidades que tienen los panistas en las circunscripciones mencionadas, las tiene el PRI. Es cosa de carreras parejeras. De perder el miedo y de ponerse a trabajar en serio.
Las alianzas, frentes y candidatos comunes en distritos específicos y en alcaldías adecuadas podrían dar el campanazo. Si se suma el PRD en Iztacalco, Iztapalapa, Azcapotzalco y Gustavo A. Madero, por ejemplo, darían mucho de qué hablar, abrirían la baraja de posibilidades, alcanzarían votaciones récord, aún en este caso de elecciones intermedias. Ya se vio en el norte del país que sí se puede.
Todas las delegaciones del Sur, Milpa Alta, Tláhuac, Xochimilco, Iztapalapa y Tlalpan están vírgenes, no hay trabajo político ni presencia de otros, ni en acciones, ni en programas, ni en ofertas de algún tipo para personalidades distinguidas que no cuentan hasta hoy con el apoyo de ninguna fuerza electoral. Convergencia, con poco, clavó la pica en Flandes.
Alianza de opositores de la 4T con posibilidades de triunfo
Las raterías de los morenos en la Cuauhtémoc hacen de esta alcaldía presa fácil para los panistas, perredistas, priístas y convergentes. Si forman un frente común, sería el desastre para Morena. Lo mismo pasa en Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón, Iztapalapa, Azcapotzalco, Venustiano Carranza y Tlalpan, sólo como ejemplo.
Juntando la votación de estas demarcaciones, arrojan números escalofriantes. Quien las gane, estará asegurando el control político del Congreso de CDMX, que durante muchos años ha sido manejada con desdoro y displicencia. Urge un cambio, opinan muchos factótums del rumbo.
Perder Ciudad de México era hasta hace unos meses impensable. Aquí se concentran los poderes federales en manos de Morena, aquí se inyectan todos los recursos y presupuestos para mantenerla en sus manos. Pero hay cosas que ni el dinero puede comprar. La voluntad de los electores es una de ellas.
El efecto de las derrotas electorales en estados como Tamaulipas, Durango, Coahuila, Puebla, Hidalgo y anexas ha añadido un nuevo componente en las elecciones intermedias: ha demostrado que lo único imposible es sólo lo que no se intenta.
Morena, atrapada en reyertas inte$tinas. Tiene mucho dinero
Los gazapos en la política económica, social y cultural de la Cuarta Decepción han sido inocultables. La vida cada vez está más cara, la inflación soterrada sube como la espuma, los artículos de primera necesidad están cada día más lejos del poder adquisitivo. No existe un solo negocio viable. El fraude político es general. Remontarlo es tarea de gigantes, no de enanos.
Morena está atrapada en reyertas intestinas por el manejo de las grandes sumas del presupuesto conferido. Es una tentación muy difícil de soslayar. Las tribus morenistas han aprendido demasiado de los trastupijes que han visto entre los grupos de seguidores de Yeidckol Polevnsky, de Berta Luján, de Ramírez Cuéllar. Han construido un rompecabezas aparentemente indescifrable.
Lo peor: la figura del “caudillo” da para menos cada vez más
Las ambiciones por el control de la Capital están desatadas. Desde ahora, en los cenáculos del poder se reparten los territorios y las zonas de influencia. Los del poder, dan por sentado que van a ganar. Muy pocos han estudiado el fenómeno del sábado negro, el de la marcha del millón, que no llegó a seis mil personas acarreadas y engañadas. Una vergüenza absoluta.
La figura del “caudillo” no da para más. Bastante ocupado va a estar, si quiere y si puede, en sofocar los incendios que se suscitan en todo el país. Y como manda solito, no hay posibilidad de que abarque aunque sea un poco. Las luces no alcanzan, y las arcas cada vez estarán más vacías. No hay a quien cobrarle impuestos, y menos con las amenazas del big brother fiscal.
El clavo que le faltaba a ese catafalco, fueron las alzas impositivas al uso del Internet, de los teléfonos celulares y a las organizaciones de beneficencia privada, aprobadas por diputados y senadores morenos, después de reñidas votaciones con la oposición sensata.
Y pa’ acabarla, los candidatos morenistas, los mismos de siempre
Morena no tiene un catálogo de candidatos que no hayan formado parte de las viejas pandillas que han succionado la Ciudad de México. No hay caras nuevas, a menos que se pongan a inventar personas que nunca han pasado la prueba del añejo. Ni la pasarán.
El Titanic morenista va rumbo a su propio iceberg. El frente común, las alianzas y las candidaturas comunes son la espada de Damocles que pende sobre sus cabezas. Sortearla es de estrategas y de seres inteligentes… y, como están las cosas, es lo que más le hace falta a las huestes del “caudillo”.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Hace 20 días el periodista Salvador García Soto, en su columna de El Universal, señaló que dependiendo de quién quede en la presidencia del partido y en su secretaría general, se definirá no sólo qué grupo político asumirá el control del partido oficial y quien lleva mano en la definición de las candidaturas para 2021 tanto para la Cámara de Diputados como para las 15 gubernaturas; sino también se decide quién toma la delantera rumbo a la sucesión presidencial de 2024 entre los dos aspirantes presidenciales: Marcelo Ebrard Casaubón, con su apuesta por su pupilo Mario Delgado, y del otro lado la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien apostó claramente por el experimentado Porfirio Muñoz Ledo. Hoy, tras la celebración de tres encuestas, el conflicto continúa. Sheinbaum no da su brazo a torcer.
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