Adolfo López Mateos fue sin lugar a dudas un hombre excepcional. No pretenden estas líneas ser una semblanza biográfica, ya existen muchas y algunas de ellas muy buenas, pero en cambio si destacar facetas de una de las personalidades más relevantes del siglo XX. Don Adolfo más allá de su visión de estadista y de posicionar a México en un sitio relevante en el concierto de las naciones gozó de un enorme carisma que lo ha hecho uno de los presidentes más queridos por el pueblo mexicano. La gente gozaba verlo en los toros o en una pelea de box, festejaba sus escapadas manejando autos de alta gama a gran velocidad sin su escolta, lo cual daba no pocos dolores de cabeza al entonces Coronel Juan Arévalo Gardoqui su jefe de ayudantes. Incluso en algo que en estos días seria políticamente incorrecto, las masas celebraban sus dotes de Don Juan.
Las anécdotas alrededor de Don Adolfo robustecen el imaginario popular mexicano, son incontables y variadas, particularmente existe una que relataba muy amenamente Don Juan Esteban Gutiérrez Marroquín, el afamado ganadero y benefactor de la costa de Chiapas y en la cual contaba que durante la gira presidencial, Don Adolfo recorrió comunidades en Hidalgo acompañado de Alfonso Corona del Rosal, a la sazón presidente del PRI e hidalguense, entraron en esa ocasión a un pueblo donde se alzaba un improvisado arco triunfal con la leyenda “Gracias a Dios con López Mateos!” en eso Don Adolfo le dijo a Corona del Rosal: “Que sea menos compadre, que sea menos” a lo que Corona del Rosal le respondió:” Así se llama el pueblo compadre”.
La merecida fama de Don Juan así como la intensa agenda internacional del Presidente López Mateos dio pie al muy conocido chiste que aún se cuenta y que dice que cuando se levantaba el presidente, de inmediato preguntaba a su secretario: “Que toca hoy? Viaje o vieja?” Sin embargo hay que reconocer que a la faceta de político, de forjador de instituciones como el ISSSTE, su decidido apoyo a la cultura como lo fue la creación de Museos Nacionales, incluso la represión de movimientos sociales los de los maestros y ferrocarrileros y la desafortunada muerte de Rubén Jaramillo, la política exterior mexicana vivió su mejor momento con las benéficas consecuencias que de ahí derivaron.
López Mateos viajo con éxito por Europa y el Lejano Oriente, las giras fueron siempre un éxito, cuando el presidente volvió de alguna de ellas el pueblo se volcó a las calles a vitorearlo, de igual manera miembros de las casas reales europeas y figuras de peso mundial visitaron México como nunca antes se había hecho, El Presidente López Mateos cultivo simpatía y amistad con estadistas como Sukarno de Indonesia y con el legendario mariscal Josip Broz Tito, como testimonio de ello, aun se conserva en la esquina de Paseo de la Reforma y Gandhi, muy cerca del Museo Nacional de Antropología que López Mateos legó a México, un bronce de cuerpo entero del militar y estadista yugoslavo.
En 1958 alegando una incursión a sus aguas territoriales, aviones de la Fuerza Aérea Guatemalteca ametrallaron barcos pesqueros mexicanos, matando a tres pescadores e hiriendo y apresando a cerca de 15 de ellos, los dos países estuvieron a punto ir a la guerra, se ha mencionado incluso que México no respondió militarmente a pesar de contar con mejor ejército debido a que nuestra fuerza aérea no estaba en condiciones de emprender una operación de esa naturaleza, sea como sea la batalla se dio en la diplomacia donde López Mateos venció con su estatura moral a Ydígoras su homologo guatemalteco, recordado por sus posturas teatrales.
Poco después triunfó la Revolución Cubana, que años atrás había partido en el Granma desde Tuxpan, a pesar de la presión norteamericana, don Adolfo no cedió, privilegió la histórica fraternidad de México y Cuba, y el justo principio mexicano de respeto a la autodeterminación de los pueblos, en este contexto se dio el histórico voto de México contra la expulsión de Cuba de la OEA, y citando a Martí, “Amor con amor se paga” Fidel siempre respetó a México, incluso acudió a la toma de Posesión de Carlos Salinas de Gortari a pesar de su fraternal reconocimiento a Lázaro Cárdenas y su familia. Pero Don Adolfo también fue un mago en el equilibrio, pues cuando el General Cárdenas pretendió unirse a la Revolución Cubana, López Mateos lo impidió, y Don Lázaro con la disciplina e institucionalidad que lo caracterizo, acató la orden presidencial.
En 1962 Don Adolfo recibió a los Kennedy en una apoteósica visita que ha quedado marcada en la historia y que rindió frutos, pues un año después el Chamizal fue devuelto a México, único caso de restitución de territorio en nuestra vida independiente, aquí surge otra anécdota: cuando el gobierno mexicano planteo la restitución del Chamizal, el presidente americano propuso comprar el territorio en disputa, la respuesta de Don Adolfo a los emisarios norteamericanos fue sensacional: “Por favor comuniquen al señor presidente que el presidente de México no es un agente inmobiliario.
Un año después en 1964, el héroe de la Francia Libre, el General Charles De Gaulle vino a México, fue una visita marcada de simbolismos, pues a pesar de los nexos históricos y culturales de Francia y México, esta gira se ha considerado el genuino acto de reconciliación de ambos países tras las intervenciones decimonónicas de los galos en México. De Gaulle regresó banderas mexicanas capturadas en las históricas batallas de la intervención y a su vez en un hecho insólito, un jefe de estado extranjero salió al balcón central de Palacio Nacional donde fue vitoreado por las masas en un zócalo donde no cabía un alma más.
Al dejar la presidencia en 1964, Don Adolfo mantuvo el cariño del pueblo, su popularidad nunca decreció, desafortunadamente su salud se deterioro rápidamente, se le diagnostico un aneurisma cerebral, se ha especulado que fueron secuelas de los golpes recibidos en 1929 cuando siendo un joven vasconcelista participó en las protestas. En sus últimos días el pueblo se agolpó afuera del hospital esperando un milagro, sin embargo este no llegó y Don Adolfo murió el 22 de septiembre de 1969, hoy medio siglo después de su partida sigue siendo recordado con afecto, respeto y simpatía.