Redacción MX Político.- Sobre todo por su alianza política con un sector ultraconservador de las iglesias evangélicas, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador representa una “amenaza al Estado laico” que ya está socavando “la estructura constitucional” iniciada desde la época juarista para salvaguardar la separación entre la Iglesia y el Estado, afirman los investigadores Bernardo Barranco y Roberto Blancarte.
En su libro AMLO y la religión, el Estado laico bajo amenaza –editado por Grijalbo–, los analistas aseguran además que López Obrador se ha convertido en una especie de “santón”, de “sumo pontífice” o de “predicador” religioso quien “cree que es tarea del Estado moralizar a la sociedad” con el apoyo de los evangélicos.
En la introducción del libro puntualizan: “El tema de fondo de este libro es la amenaza al Estado laico, que surge desde su interior mismo, así como la pertinencia urgente de salvaguardarlo por el bien de una sociedad plural y diversa, como es la mexicana. Esta amenaza, hay que decirlo con todas sus letras, proviene del propio presidente de nuestra República laica”.
Mencionan en concreto la peligrosa alianza entre el presidente y su amigo el pastor Arturo Farela, líder de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice), la cual ya participa activamente en programas sociales del gobierno, distribuye en sus templos la Cartilla moral de López Obrador y realiza gestiones –con el apoyo presidencial– para que las iglesias puedan tener medios masivos de comunicación y los ministros de culto puedan acceder a cargos de elección popular, según dio a conocer apro.
Los “riesgos” de esta alianza –advierte el libro– es la imposición de una agenda religiosa en la que se censuren los derechos sexuales y reproductivos, se exterminen años de lucha por los derechos de las mujeres y los avances de la ciencia, se intente imponer una concepción tradicional y única de la familia, y se regrese a “una noción antediluviana” del rol de la mujer.
Aclara el libro de entrada: “Aunque López Obrador gusta de presentarse como un hombre de izquierda, en realidad, personalmente, es un hombre conservador que se opone al aborto, al matrimonio igualitario e incluso al divorcio, como uno de los ‘frutos podridos del periodo neoliberal’. Sus concepciones políticas están impregnadas de elementos religiosos, por lo que se puede afirmar que es un político ‘integralista’, que no separa su visión religiosa de su quehacer político y social”.
Y agrega: “Los temas sociales predilectos del presidente López Obrador lo acercan más bien a las posturas de la derecha tradicional, la cual añora un pasado mítico, donde el pueblo bueno supuestamente vivía de acuerdo con sus principios morales y religiosos. No es extraño por ello que su enemigo por antonomasia, seleccionado para convertirse en el mal por excelencia durante su gobierno, sea el ‘neoliberalismo’”.
Igualmente, el libro hace un recuento de las reiteradas acciones con que el presidente está violando la separación Iglesia-Estado. Dice al respecto:
“Cuando López Obrador asume un papel cuasi sacerdotal, refiriéndose continuamente a enseñanzas religiosas, cuando confunde su papel como servidor público con el de un ministro de culto, cuando invita a sacerdotes y pastores a participar en cuanto tales, en actos oficiales, cuando pretende predicar y moralizar desde una perspectiva religiosa particular (la cristiana) al conjunto de la población, cuando invita a ministros de culto a distribuir una cartilla moral (además aderezada con elementos religiosos), como si fueran agentes de gobierno, cuando acepta que líderes religiosos entablen diálogos y acuerdos con miembros del crimen organizado, cuando preside ceremonias oficiales con contenidos y símbolos religiosos, cuando acepta, como presidente de la República, ser ungido y consagrado por supuestos o reales representantes de los pueblos originarios, en todos estos casos rompe abierta y descaradamente el principio histórico de separación.”
Esta mezcla entre religión y política –una “especie de cesaropapismo contemporáneo”– es una “traición a la laicidad” del Estado mexicano que está socavando “toda una estructura constitucional” construida a lo largo de más de 160 años: desde la Constitución de 1857 y las leyes juaristas de Reforma –promulgadas entre 1859 y 1860–, hasta el actual artículo 130 constitucional y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, aprobada en 1992.
La “operación político-religiosa”
El político tabasqueño –quien paradójicamente se autodefine como “juarista”– es en realidad un “santón” que está destruyendo el legado de Juárez y un “ignorante de la legislación mexicana vigente o simplemente omiso respecto de ésta”, aseguran Barranco y Blancarte en su libro, de 207 páginas y dividido en 11 capítulos.
En uno de éstos abordan específicamente el tema de la Cartilla Moral escrita por Alfonso Reyes y que López Obrador ya está repartiendo, así como el de la llamada Constitución Moral, documento todavía en elaboración y el cual contendrá las principales directrices morales del gobierno de la Cuarta Transformación.
La Cartilla Moral, dicen, ha recibido “fuertes cuestionamientos” que giran en torno a su “validez actual”, pues su contenido está impregnado de un “conservadurismo social propio de la época en que fue escrita”. Y a esto se agregan las “referencias religiosas” que le añadió el propio López Obrador, así como el hecho de ser distribuida por pastores de Farela que pueden utilizarla para hacer “proselitismo religioso”.
jvg