La historia militar mexicana no deja de sorprendernos, a las páginas ya conocidas, se suman otras que no lo son tanto, pero no significa que por ello, sean menos heroicas y determinantes en el esfuerzo de consolidar la soberanía y las causas sociales de México.
Entre la bibliografía castrense, destaca “Pasajes de nuestra historia militar” escrita por el General de División de Estado Mayor, Jens Pedro Lohman Iturburu, artillero de distinguida trayectoria, pero quien también ha incursionado de manera notable como deportista, en la administración pública y en la divulgación de la memoria histórica de México. La obra antes mencionada fue publicada en la colección “Documentos” de la Universidad Autónoma de Nuevo León en 2019. Ahí el general Lohman narra tres momentos heroicos de la historia de México: la defensa de la patria en 1847 y la batalla de Chapultepec, la defensa también del heroico puerto de Mazatlán frente a la armada francesa en 1864 y la victoria de las fuerzas constitucionalistas sobre las tropas invasoras de John J. Pershing “Black Jack”, en el combate de El Carrizal en 1916.
Chapultepec y El Carrizal han engrosado en el imaginario popular la relación de acciones en la defensa nacional, en cambio, la batalla de Mazatlán en 1864 es solo recordada a nivel regional, sin embargo, el mérito de Lohman no solo estriba en robustecer la memoria de una vibrante victoria mexicana, sino en el rigor de las fuentes consultadas y de su propia investigación que vienen a dar certeza y precisión histórica ante las leyendas urbanas que pueden tergiversar la fidelidad de los acontecimientos.
Recordar el capítulo referente a la defensa de Mazatlán, es hoy más oportuno que nunca, pues en semanas recientes, trás alrededor de treinta años de pugnar por ello, el Patronato Pro Rescate de la Casa del Marino de Mazatlán A.C., logró reconstruir el histórico inmueble motivo de su patronato e inaugurarlo como un museo cuyo guión y curaduría versan sobre la historia de la marina mercante mexicana y de la Escuela Náutica de Mazatlán, la más antigua del país. El espacio abre sus puertas en un momento en que la cultura debe abonar a la reconstitución del resquebrajado tejido social en Sinaloa.
Aledaño al museo, se encuentra un fortín porfiriano, erigido en memoria de los defensores del puerto frente a la intervención francesa. A fines de marzo de 1864, la corbeta francesa “La Cordeliere” con 22 bocas de fuego amagó el puerto sinaloense. El día 31 de marzo de ese año, bombardeó Mazatlán y los galos intentaron un desembarco. Los invasores fueron repelidos por las fuerzas mexicanas, la cuales llevaron a cabo la proeza de impactar a la corbeta, desde ras de playa con una desgastada pieza de montaña, poniéndo a la embarcación en fuga. Hasta ahí todo bien, la necesaria precisión surge, cuando el legítimo orgullo local puede variar los hechos históricos, entonces la investigación del general Lohman se constituye en una fuente de primer orden para preservar lo que realmente sucedió en aquella jornada.
En primer término ningún fortín se usó para combatir a “La Cordeliere”, como ya se mencionó, los artilleros mexicanos maniobraron desde la arena, donde pusieron en fuga a los marinos enemigos, el fortín aledaño a la Casa del Marino fue construido precisamente para conmemorar la gesta. En él fortín se encuentra apuntando hacia el mar, una pieza de artillería oxidada y desgastada, de la misma manera, también en Mazatlán se encuentran otras dos piezas similares, una en la pérgola Ángela Peralta y otra en la unidad habitacional militar. No son pocos quienes aseguran que son los cañones que defendieron Mazatlán del ataque de “La Cordeliere”. Craso error, como también lo es, la versión que afirma que pertenecieron al buque “El Demócrata” de la armada federal. Como explica Lohman en su obra, las piezas de artillería del tipo que se denomina “zunchado”, son cañones Vavasseux de 160 mm fabricados en Inglaterra en 1875.
Los mencionados cañones no solo fueron fabricados once años después del combate contra “La Cordeliere” sino que por su calibre, peso y características eran piezas de defensa costera, imposible que pudieran haber artillado a un buque de guerra. Finalmente Lohman, aclaró que las baterías de artillería se organizan en números pares, por lo que se dio a la acuciosa y no fácil tarea de localizar a la batería completa de los Vavasseux de 160 mm, logrando identificar que estuvo formada por seis piezas que se encuentran en exhibición en los siguientes lugares: el cañón 829 en Molino del Rey, el 830 en la pérgola Ángela Peralta en Mazatlán, el 831 en la Escuela Militar de Artillería, el 832 es el famoso “mortero de Popotla”, el 833 en la unidad habitacional militar de Mazatlán y el que con toda seguridad fue el 834, es el deteriorado cañón del fortín aledaño a la Casa del Marino también en Mazatlán.
La historia de los cañones de Mazatlán, ha derivado en un apasionante investigación con respecto al derrotero de esa peculiar batería de artillería, pero sobre todo da certeza y claridad a los hechos irrefutables alrededor de la épica acción del 31 de marzo de 1864 en defensa no solo de Mazatlán sino del México que triunfó con la República Restaurada.