RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Cien años cumplió ayer Luis Echeverría Álvarez, el ex Presidente mexicano más longevo en la historia, quien hace 45 años dejó el cargo para el que fue electo en 1970.
De LEA como se le identificaba desde la azarosa campaña electoral que encabezó con las siglas del entonces poderoso Partido Revolucionario Institucional, se ha escrito mucho, principalmente por aquello que le atribuyen los hechos violentos del dos de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971, que derivaron en el repudio generalizado contra la autoridad por el asesinato de decenas de jóvenes estudiantes.
Fue el iniciador de la llamada “guerra sucia”. Con la que se combatió la guerrilla y donde fueron torturados y desaparecidas decenas de personas vinculadas, supuestamente, a los grupos de izquierda
Incluso fue juzgado por genocidio y sufrió arresto domiciliario durante la investigación de la causa, siendo el único ex Presidente de México en serlo.
Su gestión es cuestionada una y otra vez por su propensión a ser el tradicional farol de la calle y oscuridad de su casa, debido a su intención de ser un personaje político que traspusiera las fronteras del país, por lo buscó la secretaría general de la ONU.
Sin embargo, el sexenio de Echeverría Álvarez, iniciado el primero de diciembre de 1970 y culminado el 30 de noviembre de 1976, también es señalado como el rompimiento con el Desarrollo Estabilizador, período iniciado durante la administración de Adolfo Ruiz Cortines y continuado con Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz.
Con Luis Echeverría se iniciaron las frecuentes devaluaciones que se desencadenarían en los gobiernos siguientes, el gasto desmedido y el culto a la personalidad de los mandatarios mexicanos.
Se le atribuyen algunas cualidades que no fueron entendidas en su momento y que iban desde las reuniones maratónicas, su larga oratoria, su resistencia física y su aparente austeridad.
Hasta entonces, con excepción de Miguel Alemán, ningún Presidente de México o ya en su carácter de ex Presidente había sido señalado como poseedor de una gran fortuna, hasta que al término del período de LEA se filtraron una serie de propiedades de él y de su familia en los entonces vírgenes territorios de Baja California Sur y Quintana Roo, elevados a la categoría de estados, además de extensas propiedades en San Jerónimo Lídice y el estado de Morelos.
A Echeverría muchos lo consideran como un personaje sumamente discreto, antes de llegar a la Presidencia de la República, que comenzó a mostrar su verdadera personalidad una vez que lo hicieron candidato y que provocó que en algún momento se pensara en su relevo de la nominación partidista.
Fue la cabeza de un poderoso grupo de personajes políticos que se mantuvieron dentro de la administración pública federal hasta por tres sexenios, pasando de una a otra dependencia, sin dejar de pertenecer al selecto grupo de los gabinetes presidenciales.
Con Echeverría Álvarez saltaron al primer nivel dos longevos políticos que se mantienen vigentes, como son los casos del diputado federal Augusto Gómez Villanueva de 92 años y Porfirio Muñoz Ledo de 88 años. También Arsenio Farell y Pedro Ojeda que sobrevivieron tres sexenios en la primera línea y otros más que como Ignacio Ovalle (director de Segalmex) pertenecen al selecto grupo de funcionarios de la actual administración. El después Premio Nobel de la Paz, Alfonso García Robles, fue por un breve período secretario de Relaciones Exteriores en ese gobierno.
A Echeverría se le calificó como un Presidente megalómano, con demasiada verborrea e iniciador de las grandes crisis económicas que sumieron entonces y después a México en una incómoda situación que desembocó en el error de diciembre, varios años después.
Desde la presidencia promovió la Declaración de México sobre la igualdad de la mujer y su contribución para el desarrollo y la paz, proclamada por la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer (más tarde Resolución 3379 de la Asamblea General de las Naciones Unidas) en la que se equiparó al sionismo con el apartheid sudafricano y como una forma de discriminación racial. Lo anterior produjo un boicot turístico de la comunidad judía estadounidense en contra de México que visibilizó conflictos internos y externos de las políticas de Echeverría.11
De lo que sí se puede decir como una acción sumamente humanitaria que mostró a México como una gran nación fue la apertura a los exiliados del mundo, especialmente de América del Sur, entre otros de Argentina y Chile que sufrieron sendos golpes de Estado.
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