El uso de dispositivos tecnológicos para entretenimiento y monitoreo de la salud en menores de edad ha generado un debate entre sus beneficios y riesgos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que ciertas herramientas tecnológicas pueden ser útiles para promover hábitos saludables, actividad física y el monitoreo de condiciones médicas específicas. Sin embargo, también advierte sobre los riesgos asociados con su uso excesivo o inapropiado.
Beneficios:
Los dispositivos como relojes inteligentes o monitores de actividad pueden ayudar a registrar niveles de actividad física, patrones de sueño y signos vitales, fomentando hábitos saludables.
En el ámbito de la educación y ocio constructivo las plataformas y apps educativas pueden estimular el aprendizaje y el desarrollo cognitivo.
Además estás tecnologías pueden brindar apoyo en condiciones de salud específicas en casos de niños con enfermedades crónicas brindando datos en tiempo real que permiten un mejor control de la condición.
Sin embargo, existen riesgos que padres y educadores pueden considerar en el uso de dispositivos tecnológicos, en primer lugar, disminuir su capacidad de atención debido a que el uso excesivo de pantallas, especialmente para actividades no educativas, puede impactar negativamente en la capacidad de atención y concentración, según diversos estudios.
En otros casos el uso de las tecnologías para promover el ocio y la diversión pueden acarrear problemas de salud física debido a que la exposición prolongada en pantallas y monitores puede contribuir al sedentarismo, problemas de postura, fatiga visual y trastornos del sueño.
Aunado a lo anterior, el uso no controlado de estás tecnologías puede ser un factor que incide el en estado emocional y la interacción social.
La OMS recomienda, moderar el uso de las pantallas para menores de 5 años, es decir, evitarla para menores de 1 año y limitarla a una hora diaria para los de 2 a 5 años.
En estos casos el uso debe ser supervisado por los padres para asegurarse de que los contenidos sean apropiados y equilibrar el tiempo con actividades físicas y sociales.
Está supervisión debe priorizar aplicaciones y dispositivos que promuevan el aprendizaje y el desarrollo personal, en lugar de solo entretenimiento pasivo.
Los dispositivos tecnológicos pueden ser herramientas útiles cuando se usan con moderación y con objetivos claros, pero su uso excesivo o sin supervisión puede tener efectos adversos en la salud y el desarrollo de los menores. Es clave encontrar un balance que maximice los beneficios y minimice los riesgos.
Por su parte, el informe “ética y gobernanza de la inteligencia artificial en el ámbito de la salud” publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió 6 principios para garantizar que la inteligencia artificial (IA) incida en áreas del interés público en todos los países.
Estás recomendaciones sobre el uso de la inteligencia artificial para fines médicos y la salud, deberían ser asimilados por los gobiernos para emitir políticas públicas orientadas a la protección de la privacidad y datos personales, evitar sesgos y manipulación de datos asegurando que tanto instituciones publicas como privadas y por supuesto empresas tecnológicas, asuman el compromiso y la responsabilidad del uso de la IA sobre dispositivos de monitoreo de las condiciones de salud en los menores de edad.
Con ello se podrá asegurar que los padres cuenten con información adecuada, asimilable y asequible, para el aprovechamiento óptimo de los dispositivos y las tecnologías que pondrán a disposición de los infantes, advirtiendo de sus riesgos de manipulación y evitando que los datos de menores sean transmitidos o copiados fácilmente por hackers y delincuentes digitales.