C O N T R A P O D E R
JUAN ANTONIO TORRES
El tristemente célebre, ex gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez García-1998-2004- sigue dando de qué hablar, pero para mal.
Hace menos de diez días, tuvo la oportunidad de presentar a Graciela Ortiz González, como la candidata oficial del PRI, a la gubernatura de Chihuahua, quien por una cuestión meramente de equidad de género, desbancó al diputado local de ese mismo instituto político, Omar Bazán Flores, a quien nunca le profesó buenas filias.
Lo aborrecía por ser artemista.
En dicho evento, el también ex senador, ex alcalde de la Ciudad de Chihuahua, ex diputado federal, ponderó y exaltó la trayectoria y la militancia de su ex colaboradora durante su sexenio, en la cual figuró como secretaria de Fomento Social, luego, fue titular de la cartera de Educación y Cultura, para terminar como lideresa del PRI estatal.
Era más que normal, que Patricio, ponderara las virtudes y fortalezas de su ex colaboradora y amiga de muchos años, de hecho, desde que Ortiz González, era reportera de medios locales.
Omitió por educación, por cortesía, todos sus descalabros electorales.
O sea, que le hizo depositaria de sus afectos, vertiendo alabanzas, incienso y todo el confeti que le cabía en el cuerpo, para su amiga, quien estaba siendo ungida abanderada del tricolor al gobierno de Chihuahua, para el sexenio del 2021 al 2027.
Lo lamentable, es que a los pocos días, de que había puesto en un nicho, en un pedestal a su ex colaboradora, hiciera lo propio, con la ex alcaldesa panista, María Eugenia Campos Galván, quien había derrotado en la elección interna al delfín del gobernador, Javier Corral Jurado, el empresario, Gustavo Madero Muñoz- de forma contundente, que se habría efectuado el pasado domingo 24.
A panicio, perdón a Patricio, le salió la vena blanquiazul de toda su vida. Exaltó públicamente en varios medios de comunicación, la contienda democrática que se había dado entre ambos oponentes, pero, ahí no paró el lapsus linguis, del ex mandatario príista se siguió de largo.
Alabó el triunfo de La Maru Chan, a más no poder. Se le veía feliz, exultante, radiante, generoso en sus asertos para la alcaldesa con licencia.
Se pasó por el arco del triunfo todos los señalamientos y los cuestionamientos que, literalmente, le valieron madre, que se han ventilado contra Campos Galván, en la prensa crítica, la que no ha caído en actitudes de genuflexión, como son los casi 9 millones de pesos que recibió del hampón parralense, el ex gobernador, César Duarte, cuando era diputada, que aparecieron en la nómina secreta, las millonarias remodelaciones de su residencia, los sobre costos de las turbo glorietas, los moches de obras, la nómina secreta de la alcaldía, entre otros, contra la candidata de facto, pero no de derecho..
A los tricolores les cayó como un balde agua fría en la espalda, dichas declaraciones. No pocos se preguntaron, ¿pues con quien está Patricio? ¿Con Graciela o con Maru?
El ex mandatario se siente todavía como un patriarca, de tricolores y blanquiazules a los que les puede repartir indulgencias.
Es un hecho, que al inquilino del palacio de gobierno, Javier Corral, no le gustaron dichas alocuciones que desde luego no se esperaba, a quien consideraba su amigo, su asesor..
Para Patricio, quien se pasó por el arco del triunfo todas las cuestiones ideológicas, es normal lo que hizo por la panista.
Martínez García, siempre ha privilegiado sus perversos intereses.
Antes de que fuera edil de Chihuahua, tenía en sus librerías, posters gigantes de su adorado, Diego Fernández de Cevallos. Pero además asistía a todos los actos de resistencia civil, que convocaba el PAN, para protestar contra todos los atracos perpetrados por el PRI, en los 80s.
Cuando vio la coyuntura electoral a su favor, se olvidó de su paso por el PAN, y se treparía en los lomos de todo que oliera a PRI, para acceder al poder. Primero la alcaldía de Chihuahua, en 1994, luego la diputación federal de forma efímera, para de ahí saltar a la gubernatura en 1998, donde se distinguió por muchos actos de predatorios.
Pero también por las golpizas que le propinaba un día sí, y otro también, a su ex esposa, Patricia Rodríguez.
Y también las agresiones físicas que sufrió la ex agente de la Policía Judicial del Estado, Cruz Victoria Loya Montejano, durante su reclusión en el Cereso de San Guillermo, cuando Patricio, despachaba en el palacio de gobierno, con mano de hierro para sus enemigos. Martínez García, había sido blanco de dicho ataque mortal, por la ex policía, el 17 de enero del 2001.
Patricio, para saciar su sed de venganza, no vacilaba en acudir al penal de máxima seguridad en Chihuahua, totalmente drogado, rezan las lenguas de doble filo, para hacerse justicia por su propia mano, sabedor de que la prensa local, a la que mantenía por demás controlada, no le publicaban nada que lastimara su “buena imagen” de tan inmaculado servidor público.
En menos de 10 años como funcionario público, el ex empresario librero, se hizo de una fortuna tasada en millones de dólares, gracias a sus finos vínculos que tejió con los “empresarios exitosos” aunque el vulgo los ubique como narcos, así tejió su amistad, con Los Arriola Marques, conocidos como Los Pichones, a los que brindó una grotesca protección, valiéndose de los rudos oficios de sus fieles testaferros, como Jesús José Solís Silva, Chito Capone, a quien instalaría en la entonces, Procuraduría de Justicia del Estado, y a Vicente González García, como su primer comandante, su lugarteniente, el que realizaba el trabajo sucio con los malandros a los que se les daría luz verde para el trasiego de la droga, y obvio, para los que no.
Solís Silva, lo que tenía de obeso, lo tenía de corrupto.
Con Patricio no se jugaba. Así se haría de ranchos de fábula, a lo largo y ancho de Chihuahua, que no es un asunto menor.
Patricio, sin duda hizo mucha obra. Pero también ha sido sin duda el mayor depredador que haya tenido Chihuahua.
Un sujeto despreciable como ser humano. El mismo que estuvo de pagar con su vida sus excesos, pero también con su hijo mayor, Patricio Martínez Rodríguez, quien desde su muy joven cayó en la farmacodependencia, de la cual se sabe todavía no ha podido superar del todo.
Patricio, es un tipo tiene mucho parecido con César Duarte, por lo pillo que ambos han sido. La única diferencia es que no se peleó a muerte con su sucesor, como si lo hizo el oriundo de Parral con quien le entregaría la estafeta una vez que se le extinguiera el poder, que en muchas ocasiones acaba con miserias, que genera opulencias, que terminan en una fría celda, que los condena a la ignominia de por vida.
Si Maru Campos, termina en la cárcel, por los muchos delitos que se le imputan, que no son pocos, en que papel quedará el inefable Patricio, ante los priistas. Y sobre todo ante, Javier Corral.
Bien se puede señalar que una cosa es la democracia y otra la aplicación de la justicia.
Así a secas. Eso lo saben Patricio y Javier.
Ésta hay que aplicarla a los enemigos o adversarios sin contemplaciones.
Corral Jurado, lo va a hacer hasta el último día de su mandato constitucional, aunque lo duden sus enemigos y detractores.
Si Maru Campos, lo dudaba, o si creía ingenuamente, que al obtener la candidatura se blindaría, y también gracias al reconocimiento de su triunfo de parte de Marko Cortes, y luego de las loas del putrefacto ex gobernador, Patricio Martínez, obtendría el perdón, o, la bendición del inquilino de palacio de gobierno, ya se pudo percatar, que no será así, para su desgracia.
Veo sumamente difícil, que el mandatario estatal, con todo y sus desatinos y yerros que haya cometido a lo largo de su quehacer político, le vaya levantar la mano, a quien se ha atrevido a ponerlo en entredicho, a quien se ha ido de la lengua, sabiendo que trae la cola no solo muy larga, sino también muy sucia.
Yo la veo antes en la penitenciaria de San Guillermo, antes que en el palacio de gobierno. Los errores en política se pagan muy caro y a veces en la cárcel, los hemos visto muy seguido….
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