Astrolabio Político
Por: Luis Ramírez Baqueiro
“Está llegando la época en que la honorabilidad es la excepción y la traición es la norma”. – Mario Vargas Llosa.
En Veracruz se libra una batalla silenciosa, pero feroz, dentro de las propias entrañas de Morena. Los ataques contra figuras cercanas a la gobernadora Rocío Nahle García —como Ricardo Ahued Bardahuil y Juan Javier Gómez Cazarín— no son hechos aislados ni simples desavenencias políticas. Son, en realidad, el reflejo de una guerra de intereses en la que dos viejos conocidos buscan inclinar la balanza del poder a su favor, aunque para ello tengan que dinamitar la estabilidad del gobierno estatal.
Por un lado, se encuentra el exgobernador Cuitláhuac García Jiménez, quien junto con su inseparable operador, el exsecretario de Gobierno Eric Patrocinio Cisneros Burgos, mejor conocido como “Bola 8”, se ha empeñado en seguir moviendo los hilos desde las sombras.
A través de personas que dejó incrustadas en la Fiscalía General del Estado (FGE) y otras dependencias estratégicas, Cisneros continúa siendo un factor de perturbación. Donde se para genera conflicto, y donde mete las manos deja huellas de descomposición política. Su intención, dicen dentro del propio movimiento, no es otra que mantener cuotas de poder y evitar que el proyecto de Nahle consolide su propia ruta.
Inclusive se sabe que ya el personaje opera abiertamente para Movimiento Ciudadano (MC), partido que lo hiciera funcionario municipal en Baja California Sur donde avecindaba hasta el momento en que tuvieron a bien regresarlo a Veracruz por haber malversado recursos del erario municipal de Mulege.
El otro flanco está encabezado por el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, quien desde los tiempos del obradorismo original se creyó con licencia para desafiar los designios del propio Andrés Manuel López Obrador.
En el proceso electoral pasado, fue uno de los que más abiertamente se resistió a la candidatura de Rocío Nahle, al grado de poner en riesgo la unidad del movimiento.
Hoy, con la mirada puesta en 2030, Huerta busca operar desde el Poder Judicial y desde posiciones estratégicas donde ha colocado a personas de su absoluta confianza, con la idea de construir una plataforma que le permita competir nuevamente, incluso si eso significa pactar con fuerzas externas como Movimiento Ciudadano o el Partido del Trabajo.
Se sabe que para ello, había infiltrado la Delegación del Bienestar donde el personal operó abiertamente en favor de candidatos opositores a Morena en el pasado proceso electoral municipal, razón por la cual Juan Javier Gómez Cazarín comenzó la limpia de personajes ligados al regordete senador.
Sin embargo, lo que ambos olvidan es que la gobernadora tiene perfectamente identificado el mapa de intereses que se mueve a su alrededor. En Palacio de Gobierno ya saben quién opera desde la sombra, quién alimenta los rumores y quién busca desestabilizar el tablero. Y aunque los ataques se han intensificado, todo indica que el tiempo de los francotiradores del poder está por terminar. Muy pronto —como dice el refrán popular— los dejarán “inflar burros por la corneta”.
Al tiempo.
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