ACTA PÚBLICA
Claudia Rodríguez
Vivir en un país en el que casi nada es de acuerdo con lo reglamentado o como en derecho debe ser observado, es como existir en un México novelado en el que el día a día rebasa hasta lo inimaginable.
Conocemos y sufrimos, la cátedra aleccionadora de negativas, irrealidades y hasta imposiciones a las que a querer o no, somos sometidos los mexicanos, no sólo cada mañana, sino a lo largo del día, la semana; porque hoy por hoy, en el imaginario “México de la democracia”, el único que tiene voz, es el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien por supuesto de manera meramente informativa o con sesgo político, tiene eco en todos los medios de información.
Los demás actores de la escena pública del propio equipo lopezobradorista, tienen papeles secundarios y eso, cuando él propio Andrés Manuel lo permite. Quien sale del guion, puede ser omitido de las escenas futuras.
De entre quienes podrían adjudicarse el protagónico antagónico, están prácticamente desaparecidos capítulo a capítulo. Quienes otrora fueran los reyes de la hegemonía gobernante, hoy están más ocupados en defenderse de demandas y juicios civiles y penales y eso de gobernar, legislar o hacer política, está prácticamente en el último renglón de sus prioridades.
De igual manera, los que protagonizaron la novela “Sacamos al PRI de Los Pinos” de manera atropellada, tampoco han logrado la fórmula para mínimo, incrustarse en el discurso político.
Lo sobresaliente de este relato nacional de cuatrienios y sexenios, movimientos de independencia y revolucionarios; es el número de personajes incidentales que, en número, hoy alcanza poco más de 120 millones –sin contabilizar ese mínimo porcentaje de clase super privilegiada– a los que todos tratan como mera moneda de cambio por un voto, mismo que hasta compran o violentan en las urnas o con promesas y compromisos sin cumplir y que a la vez, permitimos esa condición de manera casi cultural.
Ya advertimos que el sufragio pone y quita a la misma clase política traidora que sólo enarbola venganzas y acumulación de poder hasta en el ámbito de la ilegalidad.
Este nuestro México tiene una salida, que todos los incidentales o una gran mayoría de nosotros, cobremos relevancia con acciones de verdadera participación ciudadana para manifestarnos, opinar, protestar y sobre todo proponer.
Cuando a los políticos les empiecen a importar los mexicanos, sus vidas y sus proyectos y no sólo nuestro voto, es que de incidentales pasaremos a protagónicos.
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