Muchos años de esfuerzo costó a don Alfonso Reyes y a don Daniel Cosío Villegas encauzar a toda una generación de brillantes republicanos exiliados en México, expulsados de su patria española por una tiranía gallega que se enquisto en el Palacio de El Pardo la friolera de más de 36 años.
Desde la Casa de España en México, el escritor, filósofo y diplomático regiomontano, y desde la fundación del Colegio de México, el brillante historiador y ensayista, acogieron con munificencia y grandes proyectos educativos a los refugiados republicanos que huyeron de la tiranía franquista.
El poco oficio político de la Segunda República española no pudo contener la vorágine fascista-falangista de Primo de Rivera y de Francisco Franco que expulsaron una histórica migración hacia nuestro país, integrada por un grupo nutrido de mentes brillantes que cristalizaron en México.
Filósofos, abogados, astrónomos, médicos, filántropos, artistas e intelectuales de polendas que aportaron un valioso capital humano para apoyar las mejores causas populares de “la revolución institucionalizada” y también, por qué no decirlo, para que las reyertas intestinas no acabaran haciéndonos pedazos a todos los mexicanos.
Lucharon denodadamente, desde todas las posiciones colegiadas, profesionales, académicas y universitarias para impedir que se adoptaran irracionalmente en el país los autoritarismos y ocurrencias norteamericanas, europeas y asiáticas, imperantes entre las dos guerras mundiales, un período de incertidumbre que requería el consejo de mentes lúcidas y de avanzada.
Esos españoles que rápidamente se convirtieron en “más mexicanos que los chiles en nogada” fueron la conciencia crítica de la nación. La que se opuso a la adopción descocada de las teorías despóticas del capitalismo a ultranza, del fascismo ordinario y del nacional-socialismo, que palpitaban en las tendencias ideológicas de muchos “intelecuales” y políticos mexicanos que todavía no han sido juzgados por la historia.
Fundadores del ColMex marcaron todo el Siglo XX
Recomendaron, muchas veces con éxito, engarzar las necesidades del país con propuestas republicanas que se habían ensayado en su país de origen y que habían enfrentado ciertas dificultades, en medio de violentas revueltas y tensiones, por la excesiva ideologización entre oficialistas y opositores de toda laya.
Marcaron todo el siglo veinte. Los conceptos que pergeñaron en la filosofía, el derecho, la economía, la ciencia política, la cinematografía, las letras, las artes, la estética y hasta en la filantropía, estructuraron un modo de estudiar y ver la vida en sociedad organizada.
Erigieron una ideología estructural surgida de sus valiosas plumas, sus cátedras inolvidables y sus apasionados debates, pues nos ayudaron a develar el mundo de nuestro tiempo, algo que ni el positivismo lógico, ni el existencialismo, ni la fenomenología ontológica pudieron explicar a satisfacción de los mexicanos.
Siempre tuvieron muy claro que uno de los vacíos fundamentales en la historia de la ciencia política y de los pueblos es el que ha generado la confusión entre los conceptos de autoridad y poder.
Si la primera es la potestad obedecida y asumida para obtener un comportamiento determinado, sin recurrir a la coacción, el segundo debía ejercerse con legitimidad y no sólo por su condición de monopolio de fuerza, que puede avasallar y reprimir sin contemplaciones. El concepto de la sindéresis, de lo que debe hacerse, presidía todas sus orientaciones.
Autoritarismo e ignorancia perjudican a gobernados
En nombre de la libertad, decían tanto Gaos, como Villoro y Sánchez Vázquez, íconos del republicanismo, se han esgrimido numerosas razones en contra de la autoridad, imponiendo caprichos dictados por minorías sectarias, fanáticas y terroristas. Pero la lucha de éstas, sólo evoluciona en un caldo de cultivo…
… sólo madura provocada por autoridades irracionales, asociadas con modelos jerárquicos de relación entreguista, que tienen una imagen estatuaria del mundo. Las dos concepciones, cuando se fusionan, se fortalecen en perjuicio de los gobernados, en una espiral dinámica que no tiene fin en cuanto a malos resultados.
La ideología autoritaria, sostenían, se expresa en la actitud de presentarse como protector del pequeño y del desvalido, arguyendo que “se les protege de sí mismos”, de su propia hostilidad. Semejante a lo que dicen los que quieren eternizarse en el mando político, para seguir haciendo de las suyas.
Incluso, recurriendo al método del uso del miedo, como la antesala del despotismo de los ignorantes tolucos, que exigen ser tratados como salvadores de la patria, pues pretenden hacernos creer que “si abandonaran el poder, generarían más daños “, como repiten incesantemente en los foros televisivos y en la prensa acomodaticia sus paniaguados.
Jamás pasará por sus cabecitas que la libertad sólo es posible con la vertebración de fuerzas ante los conflictos. No. Ellos los atizan, para después convocar a la apatía ciudadana, a imponer la disciplina que les favorece como medio y no como un fin, como un estado espiritual.
Sus relaciones con los otros dependen de posiciones de poder, ventaja y arreglo en lo oscurito, en las que la gente participa sólo como alfil de ajedrez. Su pauta autoritaria se afirma sobre un valor supremo: la ganancia económica y monetaria para sus bolsillos. Por ello, es imposible otra forma de conducta en los corruptos endémicos.
En los 70’s los tunantes asaltaron el ColMex
Los republicanos que ayudaron a Cosío Villegas en la tarea formidable de la construcción de El Colegio de México, estaban imbuidos de las mejores intenciones: formar una clase de pensadores e intelectuales honestos –subrayo: honestos– que contribuyeran a las mejores causas del país.
Posiblemente lo lograron en las primeras generaciones egresadas de ese exigente centro de estudios. Sus alumnos fueron ejemplo de entrega pedagógica y conducta moral. Las direcciones de Alfonso Reyes, el propio don Daniel Cosío, Silvio Zavala, Víctor L. Urquidi y Mario Ojeda, son el mejor testimonio.
Pero en la década de los setentas, arribaron al todavía prestigiado centro de estudios, personas poseídas por la ambición del poder, seguros de que el prestigio de la institución les iba a permitir acceder a posiciones de mando que no tenían nada qué ver con los propósitos originales de El Colegio.
El ascenso al poder de Miguel de la Madrid y las interesadas opiniones del infiltrado espía de la banca internacional, Joseph Marie Córdova Montoya –el verdadero poder tras el trono del star advisor Carlitos Salinas–, hicieron que el “hombre gris” delegara importantes decisiones de poder a muchachos que definitivamente enloquecieron.
Se formaron verdaderas cofradías de “intelecuales por cuales” dizque “de izquierda”, cuyas opiniones fueron sobrevaloradas, en ese escenario de vacío de poder.
Unos, al servicio de Carlos Salinas de Gortari
Una de ellas, la cofradía de los orgánicos, se puso incondicionalmente bajo las órdenes de un ambicioso e ignorante titular del reparto del Presupuesto nacional, Carlos Salinas de Gortari, que los colmó de prebendas y canonjías, a cambio de sus opiniones sumisas al desempeño de un sexenio incapaz y fraudulento.
Programas de televisión, revistas “especializadas”, poder como líderes de opinión indiscutibles, casas, viajes, dinero a raudales, bolseados de nuestros impuestos y que nos dejaron en la cuarta pregunta, a la par de una feroz devaluación y encarecimiento brutal de la vida. Los “intelecuales por cuales” orgánicos fueron un verdadero azote para el pueblo. Una plaga de falsos demócratas.
Continúan cobrando a placer en foros televisivos y rotativos subsidiados, lo mismo que en editoriales gubernamentales. Engolando la voz y levantando las cejas para sentenciar a favor de lo que le conviene a sus economías personales. Fustigando a los que no piensan sus sandeces. Callando ante los juicios de la opinión pública; despreciando sus quejas y reclamos legítimos. Palafreneros del poder y del dinero.
Otros, bajo la tutela de la pareja Camacho-Ebrard
La otra cofradía de egresados de El Colegio de México, se puso a las órdenes del finado Manuel Camacho Solís, al que se ubicaba como seguro heredero. A través de una maestra de la institución, Alejandra Moreno Toscano, diseñaban una catarata de ocurrencias lesivas, pero altamente provechosas.
Alejandra, hija de Manuel Moreno Sánchez, precandidato fallido en la sucesión de López Mateos, no estaba dispuesta a perder una sola oportunidad de enriquecerse, bajo una supuesta bandera de la filantropía social. A la primera oportunidad, clavó sus picas en Flandes. Hasta hoy, no ha sido llamada a declarar.
Se hizo designar Jefa del Proyecto para remodelar el Palacio Negro de Lecumberri y convertirlo en sede del viejo Archivo de la Nación, anteriormente ubicado donde hoy se encuentra el Munal de la estatua de El Caballito, frente al Palacio de Minería.
Lo primero que hizo fue contratar al “intelecual por cual” Sergio Aguayo, egresado de El Colegio de México —but of course– donde aún “investiga e imparte cátedra”, el mismo que anteriormente había habilitado como defensor de derechos humanos, para juntar un equipo de sus discípulos para “digitalizar” el Archivo, patrimonio del pueblo de México.
Aguayo: ¡250 millones para digitalizar el Archivo de la Nación!
Por ese sencillo encargo, Sergio Aguayo, el ex defensor de los derechos humanos, el que hoy se pavonea como defensor de los desvalidos en cuanto foro le dan cabida, cobró –autorizado por la Moreno Toscano, quién sabe si con “moche” o sin “moche”, la suma de ¡250 millones de pesos del presupuesto público!
Dicen testigos presenciales, que sus discípulos y cómplices contaban el dinero de las maletas encima de los escritorios de Lecumberri –como también lo hacían en el piso, con los documentos regados por todos lados– con una emoción desaforada. Y que lo hicieron durante varios días.
Cuentan de la participación de quienes hoy “colaboran” en sus artículos que publica en los medios a modo. Todos, defraudadores del ahorro nacional, que hasta ahora han salido a la luz pública.
Lo que es verdaderamente vergonzoso, es que todavía se ostenten como adalides de las causas populares, siendo unos auténticos rufianes. Que crean que los lectores se traguen sus ruedas de molino, pidiendo frenar el avance de las mafias delincuenciales, siendo que los mafiosos son ellos. Se repite la fábula del ladrón, ¡gritando que agarren al ladrón!
Pero a propósito de la señora Moreno Toscano, cientos de vecinos del Centro Histórico ya han acudido a las autoridades investigadoras para hacer de su conocimiento los atracos que hizo doña Alejandra, desde el Fideicomiso que dirigió por designios de Marcelo Ebrard, robando inmuebles que fueron propiedad de comerciantes ambulantes. ¡Toda una indignidad de la filántropa de huarache!
Ha revivido entre las autoridades judiciales el negocio de la digitalización del Archivo General de la Nación, pues también hay documentos históricos que no aparecen y que presumiblemente fueron sustraídos por el otro “intelecual”, el infame Sergio Aguayo.
Ojalá no se quede en tentativa la investigación.
¡Es necesario limpiar la casa de tanto impostor aprovechado! ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Otro de esos “intelecuales” del rebaño salinista es José Carreño Carlón, ex jefe de prensa del propio Salinas en la Presidencia. Triste papel que le valió el destierro a las aulas de la Ibero. Regresó por sus fueros en el Fondo de Cultura Económica, que hoy dirige por designio de EPN, aunque en realidad añora su anterior cargo de vocero presidencial y suple las funciones de quien sí lo es, un señor llamado Eduardo Sánchez. Pero Carreño ahora lo hace al estilo de uno de sus sucesores, Rubén Aguilar –que lo fue del ranchero Fox—y, en artículo periodístico reciente, nos receta el ya clásico “lo que el presidente quiso decir”, muy pero muy culteranamente: “Es cierto que el presidente se refirió a los creyentes que organizaron cadenas de oración, como parte de la ‘energía positiva’ generada por las diversas muestras de unidad ante el peligro, como también es cierto que ello generó la furia de los otros creyentes: la fe en el fatalismo y el catastrofismo nacional como programa político y vía de prestigio mediático.” Lo dicho: ya están ¡hasta la madre! de que se les critique (#YaCholeConTusQuejas… “ya basta de culpar al gobierno por la desaparición de los 43”, que dijo Oso..rio… y hasta “ya basta de quejarte de tu compañía telefónica”, que anuncia Virgin) y ahora Carreño, quien también es padre de Paulo Carreño King, coordinador de Marca País (whatever that means) y Medios Internacionales de la Presidencia de la República, nos receta esa zarandaja a los “fieles del fatalismo y catastrofismo”. ¡Ah, tá’ güeno!
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