DIARIO DE ANTHONY
1:50 p.m. “¿Por qué?”, volvía a preguntarme. “¿Por qué aquí todos eran un algo raro… unos dormidos, unos idiotas, unos engañados, unos cegados, unos cobardes… unos inferiores?”
Ayer había estado con el dolor aquí en mi cabeza… Ahora, al estar sentado aquí, trato de no desesperarme, al ver cómo lo perdí todo. ¡Cómo iba a poder explicarlo! La manera en como todo me había desquiciado.
Y hasta ahora no he podido hablarte de lo que en otros tiempos creí que me podría salvar: un hombre bueno que me escuchase y que me reconfortase con su sola mirada. Algo así como un mentor. Alguien que me hiciese sentir acompañado.
Cuando un día entendí la esencia de un mexicano, creo que ese día dejé de preocuparme tanto por él, porque entonces lo había entendido, había entendido que su naturaleza era la que poseía, por lo tanto esto mismo lo hacía ser lo que era: la cosa más absurda y difícil de entender.
Todo mexicano vivía dentro de una burbuja, y nunca jamás se salía de aquí. Pasaba y transitaba por su chingada existencia entre pura “miseria” moral, económica y espiritual. Unos vivían un poco “bonito”, estos eran los que pertenecían a la clase media alta, en sus casitas así y así, y con sus cochecitos para pagarlos en mil años…
Y los más desgraciados, los putos indígenas y mestizos como yo… Aquí en Yucatán a esos desgraciados indios se les explotó por no sé cuánto tiempo, por parte de esos infelices blanquitos que eran dueños de las haciendas henequeneras. ¡Putos malditos!
¡Cómo le hago para escapar a mi puta apatía, cuando todo aquí no da ganas de hacer nada…! Y solamente me pregunto que cómo pueden los chingados mexicanos existir así…
Sus existencias son pequeñas, al igual que sus cerebros. Solamente han sido dotados con lo necesario para “sub-existir” en un entorno tan mediocre y tan carente de identidad. (No saben quiénes son).
Y lo vuelvo a pensar… y trato de que el recuerdo de todo lo padecido no me oprima. Mi nariz… ah, ¡mi puta nariz! Enloquecí desde el puto instante en que me percaté de todo… Ahora sé que este chingado país es la pura miseria, pero yo no debí de permitirlo, convertirme en un nadie. Sí, pero… Tal vez y en todas partes es lo mismo: pura porquería.
Aparte de mi dolor físico… Cielos. ¡Cómo explico mi soledad infinita! Ahí afuera, cuando lo pienso, solo hay peores que yo… pero a ellos, a diferencia de mí, les importa un bledo estar donde están… viven y existen desde siempre, y jamás se saldrán de la burbuja.
Me duele, lo reconozco. Duele ver porqué soy lo que soy. Y no sé y jamás podré saber qué tanto su muerte me afectó. ¿Acaso esta es la raíz y el motivo de mi soledad? Podría ser. Un rompimiento, un abandono… Y si los putos mexicanos no tienen padre de verdad, y si solamente han sido unos malditos bastardos… puede ser que esta sea la razón verdadera del porqué SON LO QUE SON: unos seres perdidos, unos hijos que caminan sin camino fijo, unas cosas que existen pero sin existir de verdad. ¡Y me da mucho miedo!
Al ser como unos niños rebeldes, hacen y deshacen. Son corruptos, y todo el tiempo hablan pero sin saber qué es lo que están diciendo. Son unos inmundos, ¡no tienen una figura paterna!, como yo. Y al no tenerla viven y existen como yo… No van a ninguna parte. Y aunque han existido por siglos, no se han movido NI UN POQUITO. Trato de no sentir miedo al pensarlo.
Los mexicanos no tienen y jamás tuvieron UN PADRE que los guiará… alguien que los condujese por el buen camino… por el camino que lleva a la iluminación (al progreso verdadero). Por eso es que son unos miserables, pero todos ellos jamás se podrán dar cuenta. 2:10 p.m.
A. SMART
Noviembre/20/2017