DIARIO DE ANTHONY
12: 50 p.m. Para estas alturas del camino… ya no sabía cómo escribirte. Otra vez había vuelto a ver lo increíble de todo esto. La obstrucción de mi puta nariz… Había sido un antes y un después. El antes fue -era- terrorífico. Me encontraba frente a la pantalla, ¡otra vez!, revisando el INDÍCE POLÍTICO, lo que ayer había enviado…, leyendo el puto diario de Yucatán, leyendo sobre el “nihilismo”, porque así me sentía.
Luego de no encontrar NINGUNA historia -LA QUE HE BUSCADO POR MUCHO TIEMPO-, decidí apagar la computadora. Y entonces salí de allí y me senté contra la pared. Saqué el humectante y me lo apliqué… ¿El resultado? Enseguida sentí alivio. Luego expulsé una pequeña cantidad de moco, lo cual no me sorprendió, porque hace días que tengo algo como catarro, lo cual no noté brotar en mí, ya que todo el tiempo me siento como tal, acatarrado.
Soy un nihilista, creo, y más en este país que aterra. ¿Por qué esto? ¡Por qué! ¿Alguna vez te lo dije? Que siempre me había sentido como un maldito indígena. Entonces no sabía lo de la inflamación en toda mi cara… Oprimido y demás…
Pienso en Huxley otra vez. Nunca podré tal vez decirte lo de las castas, lo de las putas castas. La consonancia de un cuerpo tenía que ir de acuerdo a su acondicionamiento, o más bien al revés. ¿Cómo lo explico lo que…? Maldita sea.
Mocos, mocos y obstrucción eran equivalentes a lo peor: ser un chingado indígena feo y demás, un chingado mexicano de “raza inferior”. Ahora mismo es chistoso que yo piense en un riquillo, de origen o, perteneciente a la “puta casta divina”, con su papi blanquito y su puta mami igual, pertenecientes a la buena vida, o sea hello!
¡Malditos chaparros todos!
Me duele el hombro… y no puedo hilar todavía todo lo que quiero decir. Y es que, tal vez y no quiero hacerlo. Revelar el secreto. El maldito de Huxley ha hecho un buen trabajo de intuición: “Acondicionamiento es destino”.
En psicología le dicen algo así como: “uno es lo que su entorno es”. Y en ¿sociología?: “origen es destino”. En resumidas cuentas el maricón de Huxley siempre estuvo en lo cierto. Pero y yo que no aplico para ninguno de las casos, ¿qué? ¡Qué hago!
Dejo de escribir y… no sé qué pensar. Mi nariz, todo el dolor… El no poder respirar… Los blanquitos nacían “en cuna de oro”, con esclavos mayas a su puto servicio… Tenían dinero y… ¿Cómo lo explico?
Un maya nacía y se lo llevaba la chingada, pero él o ella nunca lograba darse cuenta (No había nada que pudiese “romper” su destino o su acondicionamiento de esclavo).
Todos los mexicanos me dan pena por igual… Los encajo a todos dentro de la categoría de “los deltas”, igual que Huxley. “Y aquí -dijo el Director sentenciosamente- el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que hay obligación de hacer. Tal es el fin de todo acondicionamiento: hacer que cada uno ame el destino social, del que no podrá librarse (Un mundo feliz; A. Huxley).
“Al fin y al cabo, creo que a los Epsilones no les importa nada el ser Epsilones”, dijo en voz alta. “Claro que no les importa. ¿Cómo podría importarles? No saben lo que es ser otra cosa. Nosotros claro que sufriríamos. Pero es que también hemos sido acondicionados de otro modo. Además, tenemos diferente herencia”.
“Estoy muy satisfecha de no ser una Epsilon”, dijo con convicción Lenina. “Y si fueses una Epsilon -dijo Henry-, tu acondicionamiento te hubiese hecho estar no menos satisfecha de no ser una Beta o una Alfa…”
Siempre me he dicho que todo esto aplica a los mexicanos. Como bien no saben y nunca han sabido ser “otra cosa sino mexicanos”, ¡pues qué les importa ser lo que son! Viven como peces en el agua, sin inmutarse. Han nacido “acondicionados” para solamente ser lo que son: unos fantasmas de carne y hueso. Bueno, así siempre los he percibido yo.
Pd. Vine a Comála, porque me dijeron que… aquí espantan.
ANTHONY SMART
Enero/24/2018