La Segunda Guerra Mundial supuso la prueba más cruenta que han sufrido los europeos en su milenaria historia. Sin embargo, parece ser que la memoria corta es propia de la condición humana y todo indica que lo que sucedió en 1938 en la entonces Checoslovaquia, volverá a acontecer ahora en Ucrania.
Después de la derrota de Napoleón Bonaparte en Waterloo en 1815, los campos europeos vivieron en paz por 99 años, hasta que en el verano de 1914 estalló la Gran Guerra. Los mandos y tropas optimistas en todos los bandos, aseguraron que para navidad estarían de vuelta en casa, sin imaginar lo que vino por delante a lo largo de cuatro años. Para la firma del Armisticio, el 11 de noviembre de 1918, cuatro imperios cayeron: el alemán, el ruso, el otomano y el austrohúngaro. Este último, fue un crisol de razas, naciones y territorios gobernados por los Habsburgo en el centro de Europa, con una población en 1914 de más de cincuenta millones de súbditos. Disolverlo no fue cosa menor, hoy trece Estados son sus sucesores y como muchas veces suele ocurrir, las fronteras políticas y administrativas de los países formados, no correspondieron a las históricas, étnicas y culturales.
Checoslovaquia, surgió en 1918, poblada por checos y eslovacos y ocupando territorios austriacos y húngaros. Su primer presidente fue el Doctor en Filosofía Tomás Masaryk, de madre checa y padre eslovaco. En la Ciudad de México, es recordado, pues una de las avenidas más exclusivas lleva su nombre. La nueva república contó también con la región de los Sudetes, poblada por una mayoría étnica alemana. En 1933, Hitler asumió el poder en Alemania, dando paso al Tercer Reich. Al convertirse en Canciller, Hitler rearmó a la Wehrmacht, puso en marcha sus criminales políticas raciales, e implementó su expansión territorial, la cual se fundó en buscar el “Lebensraum” aquel espacio vital para ser colonizado por alemanes más allá de sus fronteras y que todos los germanos étnicos debían estar unidos bajo un mismo territorio. Esto último, dió el tiro de gracia a la primera república checoslovaca que solo sobrevivió dos décadas.
El dictador nazi, amagó con la guerra en Europa si las potencias europeas no avalaban la anexion de los Sudetes al Reich, entonces los lideres del Reino Unido y Francia corrieron a Múnich el 30 de septiembre de 1938 a firmar el pacto que materializó el despojo de los Sudetes, concurrió también, la Italia fascista. Es famosa la imagen del premier británico Neville Chamberlain blandiendo una copia del infame pacto desde la escalerilla de su avión a su regreso de Múnich y afirmando que se había ganado la paz. Muchos británicos lo apoyaron, aún estaban frescas en las familias del Reino Unido las huellas de la Gran Guerra, solo Churchill manteniendo a salvo la dignidad británica, no mordió el anzuelo y censuró el pacto. Como colofón a esta agresión el presidente checoslovaco Evdard Benes renunció y partió al exilio. A inicios de 1939, Hitler ya con los Sudetes en su bolsillo, no cumplió con su palabra e invadió el resto de Checoslovaquia. Aquí es importante destacar que al momento de firmar el Pacto de Múnich, los checoslovacos no estuvieron convocados a la mesa de negociaciones.
Como consecuencia de tensiones y enfrentamientos que se remontan a 2014, en febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania. En un principio se creyó que Putin tomaría Kiev en cuestión de semanas, su contraparte Zelenski, un joven actor de “chickflicks”, las comedias románticas, parecía no ser rival para su contraparte. Sin embargo, la resistencia ucraniana ha sido encarnizada y no han podido ser derrotados en 3 años, la imposibilidad de Putin por auxiliar al caído Bashar al Asad en Siria, nos muestra la magnitud del desgaste ruso en Ucrania. En contrapartida, la agresiva política expansionista y el talante autoritario de Donald Trump, representan un hueco profundo en el esfuerzo bélico y diplomático de Ucrania, la postura de apoyo en todos los frentes que dio Biden a Zelenski ha virado en sentido opuesto con Trump.
El presidente estadounidense no cesa en sus embates contra su homólogo de Kiev, lo ha insultado llamándolo un líder despreciado, no tiene empacho en mostrar en cambio su magnífica relación con Putin. De igual forma presiona a Ucrania para que otorgue a Estados Unidos los derechos para explotar riquezas minerales ucranianas con la finalidad de reembolsar los 500,000 millones de dólares por concepto de ayuda estadounidense en tiempos de guerra. La beligerancia y la retórica en contra de Ucrania por parte de Trump, contraviene la postura de las potencias europeas que han cerrado filas con Zelenski.
Lo más grave aquí, es que de no ceder Zelenski a las leoninas pretensiones de Trump, Ucrania al igual que Checoslovaquia en 1938, corre el riesgo de ser excluida de una inminente mesa de negociaciones, en la cual, sin duda alguna, su destino será decidido por Putin y Trump repartiéndose a placer, el jugoso botín que representa el granero de Europa.