Documental Político II
Emilio Trinidad Zaldivar
La instrucción dada por Claudia Sheinbaum a César Cravioto, vocero de la bancada de Morena en el Senado, es ir minando la imagen y liderazgo del mejor político que tiene el partido gobernante, Ricardo Monreal, para tratar de dejarlo totalmente fuera de la posibilidad de competir por la candidatura presidencial, que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México confía tener ya en la bolsa.
El grupo interno en la Cámara Alta que se opuso a investigar y en su caso juzgar al ignorante gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, por claro abuso de autoridad, seguirá dando con todo cuanto se les ocurra para debilitar al zacatecano, al que no le reconocen ni notables y claros éxitos al frente de la Junta de Coordinación Política ni lealtad al proyecto de la Cuarta Transformación, a pesar del trabajo y resultados que han abonado mucho en favor de la aún inexplicable aprobación a López Obrador, que no reconoce total fracaso en su gestión.
La consentida del presidente, Sheinbaum Pardo, seguirá dando entrevistas pagadas para hacerse parecer estadista y la mejor gobernadora del país; continuará pidiendo “moches” a empresarios capitalinos y a gobernadores como el impresentable veracruzano, para su campaña ya emprendida; irá a giras por todo el país como invitada especial de su mentor, en las que el tabasqueño la pondrá de ejemplo, y buscará además de descarrilar a Monreal, darle periódicamente coscorrones a Marcelo Ebrard, para frenarlo.
La Jefa de Gobierno, que quiere estar en todas las pistas y ser el ajonjolí de todos los moles que prepare el presidente, ve con cierta preocupación la fuerza que ha tomado Adán Augusto López Hernández, como el interlocutor confiable de todo y para todo lo que se le ocurra a quién disfruta de vivir en un Palacio.
La Secretaría de Gobernación recuperó el poder que solía tener, luego del rotundo fracaso de la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, que en su desempeño y vergonzoso paso por ahí, la había convertido en oficialía de partes.
Para insomnio de Sheinbaum, López Hernández seguirá tomando notoriedad y dando línea a todos los de Morena, sean miembros del gabinete, gobernadores, alcaldes y legisladores que, lejos de mostrar autonomía, ofrecen docilidad y cobardía, aún frente a hechos y decisiones totalmente erráticas y absurdas. La instrucción es proteger a los de Morena, aún y cuando cometan abusos, irregularidades, actos de corrupción y autoritarismo. A ellos no se les toca, se les impulsa y apoya a toda costa, ordena el Presidente.
Y mientras la que es “todo Palacio” desgasta y se desgasta, al interior de Morena las cosas no son diferentes ante un supuesto líder que ni ata ni desata, Mario Delgado, que no es más que el títere del obcecado, ciego y sordo presidente, que cuando ingrese a “La Chingada”, su rancho, seguramente no podrá salir porque su fracaso se convertirá en odio generalizado. Odio que el de Macuspana sabe conservar y transmitir a algunos de sus colaboradores para que hagan del rencor código de su lenguaje.
Sheinbaum Pardo cree que fue Monreal Ávila el que ayudó a la oposición en la capital del país para que perdieran la mitad de las alcaldías, cuando fue Ebrard Casaubón, que la había gobernado y por lo tanto aún conserva ciertos apoyos y simpatías, quien operó para que el resultado fuera el que tanto daño le hizo a la doctora. Pero ella, con el odio que su jefe escupe todas las mañanas, se casó con la idea de que el zacatecano era el villano, y no lo soltará hasta que la decisión sobre la sucesión presidencial -para mí ya tomada por López Obrador- sea pública.
Al final, para el 24, la lucha será Morena contra Morena por la escisión que el mismo tabasqueño y ciegos seguidores están provocando. Sheinbaum sería la extensión del gobierno actual; López Hernández tendría muchas deferencias con su paisano, y Ebrard y Monreal, harían un gobierno con sello propio.
¿A quién le va?