Claudia Rodríguez
Es indiscutible que previo y durante sus campañas políticas, los partidos políticos, sus candidatos y todo su equipo, buscan antes que nada, un segmento de electores a donde sus ofertas, promesas e ideología, impacten con mayor fuerza en razón del número de sufragios que calculan obtener de ese mismo grupo de votantes.
Hay especialistas en el marketing electoral que incluso se arriesgan a señalar que durante las campañas, las estructuras de los institutos políticos se convierten en una especie de empresas políticos que producen bienes políticos.
Y sí, porque el marketing vende de todo, no sólo cosas tangibles, es capaz incluso de intentar ofrecer sueños.
La oferta electoral, corresponde a la vez a la demanda de la sociedad a quienes hay que proponer el producto político que casi siempre se enmarca en eficacia de las autoridades de todo tipo, en libertad e incluso justicia colectiva. Pero entre tanto, esos ofrecimientos casi siempre se acompañan de discurso prometedor y claro, de efectos tangibles; aunque no siempre los verdaderamente necesarios y perdurables.
En México, las campañas políticas de los últimos sexenios, están acompañadas de efectos cuantificables que pueden ser desde decorativos hasta económicos pero pocas veces logran en ese lapso, atinar a entregar el producto que de verdad, garantice el voto a su oferta política.
Es así que gorras, lápices, plumas, gomas, cuadernos, mochilas, despensas, tinacos y hasta dinero en plástico y en efectivo, nunca serán tan efectivos como cumplir mínimo con los servicios que deben otorgar los partidos políticos en el poder, y que intentan preservarse luego de su campaña política y claro, la jornada electoral.
Cuando en el Estado de México, candidatos y partidos políticos compiten por la gubernatura estatal y el empuje mediático a las elecciones presidenciales del 2018, bien valdría que de menos alcaldes y gobernante, cumplieran con lo que la ciudadanía votante o no, requiere como servicios básicos.
Qué tal si se toma como ejemplo el tema de la recolección de basura, que si bien se ha convertido en un tema de urgente atención a nivel nacional, sería un muy buen escaparate de oferta política que al menos los presidentes municipales de distinta bandera política, cumplieran en tiempo de campaña con ese servicio para con los electores mexiquenses.
Un día sí y el otro también y así hasta por cinco o seis días, los camiones recolectores de basura se muestran ausentes en las conurbaciones del Estado de México.
Así, que su marketing político en tiempos electorales de los partidos políticos, bien podría reorientarse a quienes ya los tienen en la mira por su ineficiencia y mala administración en tantos y tantos otros más asuntos de su nefasta labor.
Acta Divina… Advirtió el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, que en tiempos electorales los programas de asistencia a sus gobernados no se detendrían.
Para advertir… Ya ni los menos desposeídos comprometen su voto por una tarjeta electrónica, ni dinero líquido.
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