FRANCISCO RODRÍGUEZ
La falta de ideología, de objetivo, de programa y de camino, sólo lleva a dar los bastonazos de ciego. El derrotero de los pueblos sin destino es el síndrome fundamental de México, como en los momentos más aciagos de sus despotismos de caricatura. La falta de la esencia de un sistema político siempre arroja funestos resultados.
Queriendo arribar a un estado social de Derecho, caímos en el fondo del peor sistema liberal individualista que se recuerde en las últimas décadas. Los programitas del despilfarro han tomado el lugar que deberían tener en un gobierno legítimamente elegido, cuestiones sustanciales que para los empoderados no existen.
El transporte masivo para las autopistas urbanas, los corredores comerciales para productores agropecuarios, los centros culturales, educativos y recreativos de gran calado, la potabilización del cien por ciento del agua indispensable, los pozos profundos de extracción del subsuelo…
… los nuevos hospitales, los comedores comunitarios de comida balanceada para la población marginada y creciente, los transportes de alta tecnología para sustituir a los obsoletos, las clínicas especializadas en Alzheimer, Parkinson, Paladar Hendido, Autismo, Cáncer de Mama, Sida, Emociones, Diabetes…
… Síndrome de Down, Obesidad Mórbida, Enfermedades Vasculares, Epidemias, tratamientos integrales contra el Papiloma Humano, los programas de negocios financiados para las mujeres jefas de familia, los seguros de desempleo para indígenas…
… indigentes, reportados y desplazados, forman un amplio catálogo de todas las asignaturas que en materia social indispensable, ha evadido la Cuarta Transformación, para sustituirlos por energúmenos programas despilfarradores, insustanciales y altamente dañinos.
Secos en nuestra economía, aislados del mundo, con pobres finanzas
El huero tratamiento a las franjas vulnerables se ha convertido en el discurso central del nuevo liberalismo autoritario que no tiene para cuándo tocar fondo. Un repertorio de falsedades, engañifas y francas mentiras forma ahora el haz de lo que se presume en cualquier acto oficial.
En desmedro de la obligación central de servir a las reales necesidades de cien millones de mexicanos que no alcanzan a completar el día, la quincena o el mes, haciendo como que se hace, engordando un caldo de cultivo fantasioso que no lleva a ninguna parte, sino a gastar lo que no tenemos, en beneficio de nada, de absolutamente nada.
Hemos llegado al lugar sin límites. Absolutamente secos en nuestra economía, aislados del mundo, atenidos a nuestras propias pobres finanzas, más pobres que un perro de ciego.
Por eso los bastonazos.
El país se encuentra ya frente a una crisis de enormes proporciones
Estamos en medio del tobogán de la iniquidad, perdidos en un camino que nadie eligió, agorzomados por pasivos que a nadie corresponden, sólo a la febril alucinación de un político criollo, soberbio, falaz y vengativo contra todo aquél o aquello que considere va contra sus designios, contra sus efluvios tardíos.
Por este camino, el país se encuentra ya frente a una crisis de enormes e inimaginables proporciones, y lo que es peor, sin remedios institucionales, financieros o constitucionales. Todos los discursos y recursos han sido agotados por la incansable verborrea de la demagogia retrechera, simplemente la única que existe.
Dos años de dominio de la Corta Transformación… y sin avances
En el colmo del paroxismo demagógico, se esgrimen las razones sociales para defender los despropósitos. Hasta se abusa de un liberalismo individualista que relega el problema fundamental del hambre y de la pobreza a un segundo término, y se alientan falsas ideas de éxito, muy diferentes y contrarias al espíritu social de la función pública.
Todo sea para defender a los cuates, para encubrir a los amigos, a esos colaboradores que tanto sufrieron montándose simplemente en una ola avasalladora que terminó arrasando cualquier asomo de existencia política. El pueblo, desesperado lo decidió, toca a él tomar el camino contrario para sacarnos del atolladero verborreico en el que estamos hundidos hasta el cuello.
No pueden enumerarse con sensatez los avances logrados en casi dos años de predominio de la Corta Transformación. Sería un despropósito intentar la defensa de quienes parece que llegaron como Atila, para impedir se el pasto crezca. Apuestan a que una rana tenga pelos para dar resultados. Así es imposible.
En México hemos rebasado todos los récords conocidos de insensatez
El gobernito no trabaja para la gente, ni fue cierto aquello de que “para el bien de todos, primero los pobres”. Parece que un hatajo de cuatroteros han tomado el control de este desgarriate e insisten en que profesemos cuestiones que están incluso fuera de un sentido común de caballo. Que rindamos pleitesía y honores a una investidura que han convertido en tiliche viejo, inservible y desprestigiado.
Por el afán de concentrar todo el poder, los mandos y las decisiones, así como el espectáculo requerido, el Caudillo fue absolutamente rebasado por la realidad que imponía moderación, prudencia y cordura en el ejercicio del poder omnímodo prestado por el pueblo.
Si Guinness midiera los estándares de incapacidad y estulticia de los gobiernos, ya estaríamos ocupando sin lugar a dudas la cima por arriba del más pintado. Hemos rebasado todos los récords conocidos de insensatez, reinamos por encima de las locuras conocidas.
En cualquier parte del mundo civilizado los gobiernos de corte social fortalecen las instancias de diálogo, información y transparencia con todos los procedimientos a su alcance, más la participación activa de todas las formas de organización pública, privada o comunitaria. Aquí no. Sólo truena un chicharrón.
Los programas sociales deben ser palanca de ayuda a los vulnerables
Para un gobierno que trabaja por la gente, las áreas de interés son la educación, la salud, la seguridad, la vivienda, la alimentación, la asistencia, el empleo y la capacitación para el trabajo, la ecología, la cultura, la recreación y la protección civil. Los sectores prioritarios son todos.
Aquí, en el autismo político sólo se echa a andar la maquinita de los billetes ensobretados, pensando que con eso están cumpliendo con toda la función del gobierno.
Los programas sociales, en todo el mundo civilizado no son la panacea. Son la palanca que se utiliza para ayudar a los vulnerables. Aquí no. Sirve para justificar a todo el gobierno… y para exigir reelegirse por ese sólo hecho, mientras el país fallece de abandono y de miseria.
Esto ya no puede ser. Si queremos llegar a algún lado, empecemos por saber adónde queremos ir.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Los principales programas sociales de la actual administración serán ley y su presupuesto no se podrá reducir, luego de la reforma constitucional aprobada el martes por la Cámara de Diputados. La implementación de esos programas tendrá un costo anual de al menos 385 mil 242 millones de pesos, de acuerdo con el presupuesto asignado en 2020. Esa cantidad equivale al 6.3 por ciento del gasto federal total para el año en curso. La reforma, presentada como prioridad por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, prevé que el Estado ofrezca un sistema de salud gratuito a personas sin seguridad social, becas en todos los niveles educativos para estudiantes pobres y apoyos a personas de la tercera edad, indígenas, de origen afromexicano y con discapacidad. Con 385 votos a favor, 18 abstenciones y 49 en contra, de legisladores del PAN, la reforma al artículo 4 constitucional logró la mayoría calificada y el dictamen pasó al Senado.
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