Por Magdalena García de León
España, como la patria de nuestros conquistadores, quien nos mantuvo bajo su “tutela” por 400 años nos dejo grandes influencias, enseñanzas y costumbres. Unas buenas, otras no tanto y algunas pésimas.
Entre las buenas podemos hablar del lenguaje, la aportación a la comida, que ahora de manera muy moderna se llama “fusión”, aunque exista desde que hay colonizadores y colonizados, algunos incluirán a la religión, etc, etc.
Pero de entre las peores se encuentra sin duda la corrupción, ese mal endémico que ha permeado a todas las capas, de nuestra sociedad.
Claro que no es una característica exclusiva de los españoles, y está claro que los mexicanos la hemos aprendido a base de gran empeño y la aplicamos con un gran entusiasmo. (Afortunadamente no todos de la misma forma).
Pero ¿Cómo podemos explicar las inmensas fortunas de unos cuantos, casi todos políticos o ex políticos? Antes robaban un poco, salpicaban otro poco y se conformaban con que alguno de sus herederos seguiría sus pasos e incrementaría la riqueza familiar. Ahora se les hace poco el tiempo y quieren garantizar dichas fortunas a varias generaciones, de una sola vez.
Tenemos varios ejemplos de los que han sido encarcelados: el caso de los ex gobernadores: de Tabasco, Andrés Granier, de Michoacán, Jesús Reyna y de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat, todos por enriquecimiento y nexos con el crimen organizado; pero hay muchos que han huido por un aviso a tiempo, por que se les tendió un puente de plata o simplemente porque el sistema no hizo nada por detenerlos y hacer justicia, recordemos a Cavazos, si aquel tamaulipeco que llevaba una pirámide bajo el sombrero, y sin necesidad de ir mas atrás en la historia Humberto Moreira, quien es del mismo equipo de los que ahora gobiernan y por eso lo protegen.
La decisión de la Asamblea española de dejarlo ir, hasta sin fianza, y con documentos, no creíbles, de la PGR, y de empresas fantasmas, no hace mas que darnos cuenta que hubo una negociación a los mas altos niveles. Y supongo que para proteger a las empresas y empresarios españoles con negocios turbios en México.
El, iba a decir señor, pero esa categoría se gana y el no la ha alcanzado, e gobernador de Coahuila supuestamente cometió un “desfalco”, fraude o como se le quiera llamar por 3, 600 o 3, 900, millones de pesos, la diferencia es pecata minuta en cifras de esa magnitud.
Por un momento, breve, pudimos soñar en que en España se aplicaría la ley y este sujeto no saldría libre, pero que tristeza, ganó una vez más la corrupción y las componendas entre los gobiernos de Rajoy y Peña Nieto.
Pero como sabemos nuestro gobierno se rige por intereses supranacionales, los suyos propios, los que les dejan dividendos que debieran ser de todos los mexicanos, pero ¡Qué caray! Nosotros no les importamos ni un bledo.
A pesar de que su imagen se va a deteriorar una vez más, van a extraditar, rápidamente al Chapo Guzmán, a Estados Unidos; así lo ordenó el patrón, sin importar la imagen de debilidad y de sometimiento, del Gobierno Mexicano, a los gringos, que se transmitirá al extranjero.
Estarán diciendo que no pueden con el paquete, que tienen miedo de un tercer escape y esto ¿Por qué será? ¿Ya no les sirve? ¿Ya le sacaron todo lo que podían? O simplemente se limitan a cumplir ordenes.
CAMBIANDO EL CANAL
Me gustaría saber a que autoridad le compete eso de autorizar que los centros comerciales, los supers y hasta los hospitales, cobren por el estacionamiento, que por ley deben proporcionar a los usuarios de sus negocios. En ningún otro lugar cobran el estacionamiento, pues saben que la gente que acude a sus instalaciones es para gastar su dinero. Aquí no solo cobran, sino que lo hacen como quieren, por ejemplo: en días pasados Superama y Walmart aumentaron casi el 100% el costo del estacionamiento, con boleto sellado de 3 a 5 pesos. Y los usuarios somos causantes cautivos, toda vez que ya no se puede estacionar en la vía pública, casi en ninguna calle. ¿Alguien los podrá parar? Ya hay movimientos ciudadanos contrarios a esta política, en las redes sociales. ¿Cuantos de nosotros debemos sumarnos para ser escuchados?