Por Magdalena García de León
Parece que está de moda pedir perdón, recientemente lo hizo el Presidente Enrique Peña Nieto, lo hizo Tony Blair, ex Primer Ministro de Gran Bretaña, Bill Clinton ex presidente de Estados Unidos, Mariano Rajoy, Jordi Pujol, los Papas Juan Pablo Segundo y Francisco y muy recientemente Caro Quintero, entre otros.
El problema es que pedir perdón no es suficiente. Y si bien a los políticos, o a las personas públicas les cuesta mucho trabajo reconocer que han cometido errores, nunca queda muy claro su “propósito de enmienda” que es lo más importante y lo fundamental.
Haber reconocido que Gran Bretaña cometió un error con la guerra de Irak, o que la Iglesia Católica no hizo suficiente para evitar la masacre de la segunda guerra mundial o que protegió a los curas pederastas, que Clinton tuvo una relación inadecuada con una becaria o que Rajoy confió en funcionarios que no lo merecían, o que la familia Pujol se había enriquecido indebidamente no es suficiente.
Que Caro Quintero, un narcotraficante, pida perdón, no es suficiente, que nos diga que ya han muerto mas de 100 mil mexicanos por culpa de las drogas y que ya se retiró de ese negocio, podría ser suficiente, si tratara de compensar a todos aquello a los que afecto.
Que Peña Nieto se disculpe, por la Casa Blanca, no es suficiente.
Si analizamos con cuidado veremos que todas estas disculpas son, para empezar tardías, que no proponen o pretenden modificar o rectificar los hechos, solo decir “Lo siento”.
Para que la disculpa valga, o cuente, hay que proponerse rectificar, además de no volverlo a hacer. Que al decir: lo siento, me equivoqué, se trate de rectificar, de que las cosas no vuelvan a estar como antes, sino mejor.
En el caso concreto de La Casa Blanca se ha afectado a muchas personas, no solo a la investidura presidencial, o a la imagen de Peña Nieto. Si lastimó a su familia es otro cantar, que les ofrezca disculpas en privado.
Pero ¿Qué hay de los trabajadores que perdieron sus empleos por dar a conocer el asunto de la Casa Blanca, qué hay de la sociedad que aun sufre por la censura del gobierno? ¿Qué hay de las casa de Malinalco?
¿Quien va a pagar las consecuencias de esos actos de prepotencia o de corrupción? ¿Cuándo un funcionario que haya cometido peculado va a regresar lo robado y será encarcelado? ¿Cuándo se va a terminar la corrupción, la prepotencia y la impunidad? ¿Cuántos Virgilios Andrade tendremos que padecer?
Tuvimos uno en el gobierno federal y los gobernadores, priistas por cierto, de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz intentaron tener cada uno al suyo para que les cubriera las espaldas ahora que van a dejar el poder, afortunadamente la gente lo denunció, protestó y se les dio para atrás.
Pero la conclusión, por lo menos la mía es que No es suficiente pedir perdón.