Por Magdalena García de León
En estos momentos parecería que la Competencia Actual, entre los líderes de los partidos políticos es ver quién es el más corrupto, quien tarda más en descalificar a sus militantes rateros, de cuál partido se nota menos la gran cantidad de funcionarios y exgobernantes que dejan sus cargos con las manos sucias y los bolsillos llenos.
Ricardo Anaya y Enrique Ochoa, del PAN y PRD, respectivamente, llevan días echándose en cara que si le retiran los derechos y privilegios de militancia a sus agremiados a tiempo que si se tardan mucho en hacerlo.
Anaya reclama a Ochoa que no actuaron contra Javier Duarte, gobernador, con licencia, de Veracruz, priista y con muchas muchas, pero muchas acusaciones, señalamientos y denuncias de malos manejos, igual que los exgobernadores de Quintana Roo y de Chihuahua, que ni siquiera se presentaron a la ceremonia de cambio de régimen. Entre otras joyitas priistas de los últimos tiempos, en donde la moda ya no es robar millones, sino miles de millones, ya no solo buscan enriquecerse ellos, o sus hijos, quieren garantizar la riqueza absoluta para varias generaciones.
Por su parte Enrique Ochoa hace notar que el PAN no había actuado contra Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora, ahora no solo señalado, sino con orden de localización, captura y extradición, en caso de que se le encuentre en el extranjero. Como botón de muestra una de las linduras del mencionado personaje, mando construir un presa para para cuatro millones de metros cúbicos en su rancho, que era de tierra árida, por lo que se volvió muy próspera.
Pero los cínicos líderes de los partidos políticos no hacen referencia a otros tantos funcionarios que han dejado sus encargos públicos más que ricos y que construyen hasta carreteras para llegar con más comodidad a sus propiedades, por imaginar alguna que otra cosa que se les podría ocurrir.
Hay otros líderes que quieren hacernos creer que son muy honrados, y esa es su bandera, que terminarán con la corrupción de este país, como por obra y gracia del espíritu santo si son elegidos. Pero no podemos dejar de recordar que casi todos tienen un origen partidista igual. Son expriistas en su mayoría y supongo que las malas mañas las aprendieron muy, pero muy bien.
Trampas electorales de todo tipo como la compra de votos, entre otras bellezas, son práctica generalizada en los procesos locales y federales, tener propiedades, barcos, aviones, joyas que harían palidecer, de envidia a Mará Antonieta, conceder todos los caprichos a los vástagos, quienes tiene el mal gusto de presumirlos en las redes sociales.
Sí, el nivel de cinismo es de lo más alto y grave que estamos padeciendo, el que ya no les importe el escándalo que conlleva su actitud y que ni siquiera se sonrojan cuando son señalados como corruptos.
Pobre México, con estos políticos para que queremos enemigos.