Por Magdalena García de León
El caso de los gastos de representación (con un eufemístico nombre rimbombante) de la senadora Layda Sansores, de MORENA, como es obvio no es un caso aislado, solo es un botón de muestra, que nos enseña de qué manera se gastan los legisladores, todos o casi todos, de todos los partidos políticos, abusando de su condición y de nuestros impuestos.
Reciben su sueldo, compensaciones por las comisiones a las que están inscritos, dinero para los electores (jajajaja), gastos legislativos, el seguro de gastos médicos, choferes, vehículos, celulares, gastos de comidas en los restaurantes de moda, de boletos de avión para ir a sus estados, asesores y asistentes, si en plural, por cada senador, diputado federal y diputado local del país y cualquier otra cantidad de canonjías.
Llegue quien llegue a la presidencia de la república deberá tomar cartas en el asunto. Todos han prometido combatir la corrupción y esta manera de gastar los recursos públicos es una forma de corrupción.
Para poder terminar con este tipo de abusos, que no dudo que se presente a nivel de los gobernadores de manera similar, y hasta de los presidentes municipales y síndicos, de manera proporcional; es prioritario quitarles la facultad de ser ellos mismos (juez y parte) quienes se designen el monto de sus salarios, compensaciones y demás prebendas que con gran complacencia se adjudican.
Supongo que no será una medida fácil y que le ocasionará poca simpatía entre los legisladores, lo que hará más difícil la aprobación de sus iniciativas, pero que le acarreará la aprobación de todos los ciudadanos.
Con esto se terminará con ciertas complicidades que se han establecido en el trabajo legislativo.
También se deberá hacer una revisión mucho más estricta de los gastos que si se aprobarán a los legisladores.
Quitarles choferes, vehículos, celulares, seguros de gastos médicos y tantos asesores a cargo del erario.
Si quieren esos lujos que los paguen de su bolsillo, que de por si reciben unos sueldos exorbitantes y si se enferman que se atiendan en el ISSSTE.
Hemos sido testigos de las comilonas de un senador, priista, en el restaurant Au Pied du Cochon, con varias botellas de vino Chateau Petrus, uno de los más caros del mundo, que en tienda cuesta unos 3 mil 200 dólares y en un restaurant debe costar unas tres veces eso. Si quiere beber ese vino está en su derecho, pero que lo haga con sus recursos y no con los impuestos.
Si el próximo presidente no toma medidas respecto a estos gastos los ciudadanos tenemos la obligación de no quitar el dedo del renglón para conseguir que de verdad se combata la corrupción en todos los niveles.
Porque tan corrupto un legislador que nos hace pagar por sus vacaciones, por su vinos, sus juguetes y demás zarandajas, como el policía de tránsito que recibe mordida.