Horizonte de los eventos.
“A long time ago…” –“Telegraph road”, 1982. Dire Straits…
Hubo un tiempo, en que se nos enseñaba y formaba con precisión académica y de relojero suizo, al acecho de cualquier alteración al estatus de lo “normal” de la vida pública mexicana y de la Guerra Fría -los con mayor formación y mayor entendimiento, está claro-, en cada espacio de más de dos, a lo largo y ancho del Territorio Nacional, como en el extranjero, créanme, con una visión de anticipación que hoy, el primer orden mundial, no tiene ya ¡teníamos a alguien capacitado para entender la importancia de la estabilidad y cómo proceder para la Revolución!
El Nuevo Estado Mexicano que nuestros titanes, los que definieron la Revolución, prometieron que seríamos, porque así lo pretendió “la Bola” y era el anhelo confirmado del pueblo de México: de todo, mexicanos: Soberanía Nacional y Soberanía Popular.
El Sistema Político Mexicano fue estudiado por académicos de alta envergadura. Para no abundar: Kelsen y sus discípulos, Habermas, Duverger y políticos incorporaron a su quehacer político, operacional, demagógico, administrativo y del marrullerismo “europeizados”. Entre ellos vale la pena citar, ya para la Segunda Guerra Mundial, los fachas de Hitler y él mismo (si su lucha parece la novela de los estatutos del PNR y después del PRM), el Duce (quesque admiraba a Benito Juárez, por su padre, de donde tomó el Benito. Giulio Andreotti, que presidió Italia 30 años, Francois Mitterrand que gobernó 14 años, de 1081 a 1995. Y Felipe González, no menor, también 14 años, de 1982 a 1996.
El Premier francés estudió el Sistema Político Mexicano, porque permitió al país, sortear entre los grandes tiburones de las Dos Guerras, de un país dependiente y postcolonizado por las potencias del s. XIX, y empobrecido posteriormente con la Revolución Mexicana, a una nación en vías de desarrollo.
Con una clase gobernante ennoblecida con los Principios de la Revolución. Y la memoria del olor a pólvora y sangre seca de sus compañeros. A los años, sustituida y ampliamente criticada, por la degeneración de su propia virtud, pero también en gracia de una política regional y binacional del Imperio, a través de su Inteligencia Militar y Empresarial, fundada un la Doctrina Monroe y en el Destino Manifiesto, y posteriormente, con la Compañía, que, so pretexto de su necesidad (del Imperio), de llevar al mundo, su democracia liberal, desmanteló al Sistema Priista, atacándolo por múltiples lados y frentes, incluso valiéndose de la traición de sus miembros. E impulsando intrusos al interior del gobierno priista, específicamente a la parte gris de una generación de mexicanos (nacidos en los 40’tas y en adelante, hasta la fecha) y llegaron las cosas necesarias para la existencia de la Transición en México, que había qué pasar por el PRI y si eso significaba Colosio, la revigorización de un Partido que tanto costó matar, pues en simple lógica, había qué [asar [or Colosio, y así se hizo.
Tiempos legendarios en que teníamos un Sistema, que para sostener el ideario revolucionario, también encontró equilibrio en la integración del aparato gobernante, al renovar sexenalmente la alta burocracia, incorporó del equipo de los aspirantes y precandidatos perdedores y que fueron sus contendientes, a los más valiosos y más sólidamente formados, en tanto que dentro del sistema, dentro del PRI había segmentos coincidentes en las reglas esenciales pero más particularmente, visiones que interpretaban el mandato constitucional de la izquierda a la derecha.
Y una prueba evidente, es la sucesión del Tata, que siendo él, tan radical y progresista, negó la Presidencia a su hijo político más destacado, Francisco J. Mújica y se lo dio a un General de derecha (del Opus Dei, se ha dicho). Pensaría que dos radicales seguidos, separaría al “segmento” de derecha y consecuentemente habrían ido a robustecer al Partido Reacción Nacional, de reciente creación (1939).
Él, Cárdenas impuso esa regla respecto del equilibrio político que debía considerarse cada seis años, al elegir a su sucesor, por parte del presidente en turno. Asimismo, prevaleció la regla de incorporar a algunos de los leales al sistema, que apoyaron al aspirante o precandidato perdedor -si bien es cierto, que a otros se les condenó al ostracismo, aunque no a la cárcel, eso sucedería hasta finales de los 70’as, cuando Don Pepe metió al bote, a Fausto Cantú Peña, iniciando la inercia vigente hasta la fecha del nuevo meter al bote a alguien del anterior. Así LEA fracturó al Sistema.
Dos sexenios después, dejó de respetarse el incorporar a elementos que garantizaban la unidad, aunque fueran del equipo contrario, y en un arrebato por desconocimiento del sistema, sus reglas y la utilidad de ellas, Miguel de la Madrid le negó PEMEX al Cardenismo, representado en ese momento por Cuauhtémoc, ni más ni menos y pasó lo que pasó. Y que no hubiera pasado en el 88, si Cuauhtémoc hubiera tenido el alto cargo que tan merecía, que su sola salida del PRI, lo hirió de golpe tan profundo, que hirió de muerte.
Si sobrevive, es por una existencia meramente administrativa y oficialista, sin vigor político alguno.
El 11 de diciembre pasado, en esta misma columna, señalé por qué el Presidente, AMLO, posee al PRI al poseer a su presidente, el tal Alito, el Presidente desde el Poder, juega justo como los viejos del sistema y es tan demócrata como ellos, que controla a los partidos, particularmente a su enemigo natural, el PRI, de donde también desertó.
En aquel sistema no hubo transfuguismo, sino por excepción y su destino siempre fue el fracaso y el olvido, igual Pepe Vasconcelos que Lombardo Toledano. Pero más congruencia tuvieron ¡Y respeto a su propia militancia! A partir de Cuauhtémoc se desató la traición a la militancia hasta su pérdida de valor y lo que antes significaba el ostracismo, hoy es el Poder: Todos son transfuguistas.
Y seguiremos comentando sus graves daños para la Patria y nuestra dignidad. Y a la vuelta del proceso, cómo nos habremos de avanzar.
Tan pronto aceptemos que de valores ideológicos, y consecuentemente, el sentido hacia donde se construye la Patria, ha perdido el rumbo, hace sexenios pero este tampoco tiene la fuerza para tirar del timón.
Será porque ya se dio cuenta que sus 30 millones de electores, representan apenas arriba del 50%, exactamente igual que la votación de Salinas, tan cuestionada. Y que no alcanza para mover el barco, en el tiempo que tiene.
Sera porque los que mandan ciertas cosas que están muy arriba, tampoco es el Presidente, sino los gringos que le dicen qué.
Porque el PRI no fue cosa de un hombre, sino de un movimiento que tendía a la unidad mayoritaria de la Revolución. La polarización del Porfiriato. En lo que AMLO sostiene la razón de su movimiento 4T, en la polarización que ya había y la ideologizada y sembrada por parte de este gobierno. Pero el presidente como los demás, no podrá, aquello que motivó la Revolución durante décadas, hubo un millón de muertos. Tampoco se cuenta en la 4T, con la inmensidad de los hombres que hicieron la Revolución. No los tiene y a la luz pública, no tienen lealtad ninguna y si el no se reelige, será el primer abandonado.