La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
A chillidos del Teto Vago oídos de matancero…(perdón por la dislexia)
Los señalamientos, lanzados por Arturo Castagné, acerca de la suntuosa casa y terrenos del clan Nahle, en el súper exclusivo fraccionamiento El Dorado, no han podido ser aclarados por la zacatecana Rocío Nahle, sólo ha pretendido victimizarse (sin éxito), pero, no explica ‘quién pompó’.
No obstante, después de permanecer como momias alrededor de una semana, ha surgido uno que otro vocero oficioso, que pretenden descalificar con falacias, las acusaciones contra el dúo dinámico, lo cual muestra, su proverbial falta de oficio en materia de comunicación.
De entrada, el hecho de ser mujer no excluye de cumplir la ley, por lo tanto, argumentar que se trata de violencia política en razón de género, no puede ser considerado más que un despropósito.
Por otro lado, pretender acusar a Castagné de supuestos delitos, es la típica argucia de los autoritarios, que desean fustigar la libertad de expresión ‘matando’ al mensajero, sesudos señores, el aludido no es responsable de las presuntas trapacerías, sino, los denunciados.
Para concluir, suponer que existe una mano que mece la cuna, no es otra cosa que una muestra de primitivismo, o sea: el miedo a lo desconocido, por lo tanto, respetuosamente, les sugerimos que hagan algún sacrificio idolátrico, por ejemplo, estudiar un manual de control de daños.
El quid de la cuestión, no es la discriminación, la falta de autoridad moral o la existencia de un titiritero, no se confundan, el tema es: ¿cómo se puede construir una casa de 40 o 50 mdp, con un salario de cien mil pesos mensuales?