Luis Alberto García / Moscú
“Sin remedio, en España hay que ir a los toros o al futbol”.
*La Primer División congrega por primera vez a cinco equipos en la élite.
*Real Madrid, Atlético, Rayo, Getafe y Leganés cohabitan a corta distancia.
*Los cinco clubes están en menos de veinte kilómetros en línea recta.
*La afición hace sus alegres y buenas romerías para gozar o sufrir.
El futbol en Europa va este torneo de 2018-2019 de Madrid a Madrid: de la Supercopa en Tallin entre el Real Madrid de Julen Lopetegui y el Atlético madrileño de Diego Pablo Simeone, a la final de la Champions el 1 de junio de 2019 en el Wanda Metropolitano de los colchoneros, que dejaron el estadio de Manzanares a cambio de ese dechado de modernidad pagado por los chinos.
En la ciudad del oso y el madroño –estampado en el escudo azul y rojo del “Aleti”- con más títulos europeos, por delante de Milán (24-20), a la que superó ahí en 2016, con la segunda final madrileña de Copa de Europa, no solamente se mueve la clase alta, sino que, por abajo, también se va llenando el tejido futbolístico.
Su área metropolitana, la tercera mayor europea por detrás de Londres y París, presenta entre 2018 y 2019 por primera vez cinco equipos en la máxima categoría, además de los que gobiernan Europa: Getafe, Leganés y Rayo.
Esta concentración en una sola comunidad -lo que iguala la marca del País Vasco y Andalucía- evoca la londinense, con siete equipos en la Premier League, o la de Buenos Aires, con seis, aunque con algunas -no muchas- décadas de retraso.
“En España, sin remedio ni apelaciones, hay que ir a los toros o al futbol”, decía el periodista Ramón Lamoneda, gran jefe entre los corresponsales internacionales, y es que, en Madrid se prefiere al segundo, que ha ido por delante de la tribuna.
Los últimos en estrenarse en la élite -Getafe en 2004, y Leganés en 2016-, aún trabajan en el cultivo de aficiones propias, no compartidas, algo que el barrio de Vallecas siempre ha conservado, contando con que, las dos últimas en llegar, son ciudades de casi 200 mil habitantes cuyo crecimiento se disparó.
Y así hasta triplicar su población, en los años setenta y ochenta al calor de Madrid, que les contagió parte de su propio crecimiento, mirando futbolísticamente desde antes del estallido demográfico.
Leganés es la ciudad de España, Madrid al margen, con más peñas atléticas registradas (siete), y Getafe es la segunda (seis); pero el rastro del apoyo de las aficiones puede seguirse hasta las cúpulas de los clubes.
El dueño del Leganés, Felipe Moreno, y su esposa, Victoria Pavón, la presidenta, habían simpatizado siempre con el Atlético de Madrid, desde3 los tiempos de Jesús Gil y Gil: cuando compraron el club, su hijo menor, Alberto, aún jugaba en las categorías inferiores rojiblancas.
En los orígenes del Getafe está la peña madridista de la localidad, que en la década de 1980, cuando el equipo estaba moribundo, contribuyó decisivamente a salvarlo, algo que se mantiene hasta hoy en el palco del club: su presidente, Ángel Torres, acumula décadas de antigüedad como socio madridista.
Y su estadio se llama Coliseo Alfonso Pérez, pese a que Alfonso, getafense, nunca jugó en el club, y sí en el Real Madrid, el Barcelona y el Betis sevillano; pero es que en Getafe también se encuentra un viejo laboratorio de la poligamia futbolística madrileña: el bar Libra, administrado por Juan Villalba.
Nacido en Vallecas en 1951, Villalba ha sido socio del Real Madrid desde 1975 -a la muerte de Francisco Franco, Caudillo de una España de naftalina-, condición que alcanzó mediante la intersección de un delegado de campo del Rayo Vallecano.
Su negocio, además, es patrocinador de la federación de peñas del Getafe, y desde la época del primer ascenso getafense a Primera División, en el Libra, presidido por una talla de madera de Raúl González Blanco levantando la novena Copa de Europa madridista, se juntaban sin problema una peña del Real, la Juan de la Cierva, y una del Getafe, El Botellín.
La presencia de cinco equipos de Madrid en la Primera División produciría en el torneo 2018-19 una concentración inédita de partidos: Butarque y el Wanda Metropolitano son los estadios algo más lejanos, separados quince kilómetros.
El calendario ha dejado épocas del año con futbol de Primera División en Madrid casi sin pausa, hasta llegar a una programación de nueve partidos en once días, que podrían quedar más apretados cuando se fijen definitivamente las fechas.
Y hay muchos fines de semana en los que se podrán ver tres partidos de la división mayor en la capital, lo cual no deja de ser un exceso.
A los barrios madrileños de Getafe y Leganés solamente los separa una calle, y el derby entre ambos es el más emotivo, y es que contra el Real Madrid y el Atlético Español es más una fiesta, porque ninguno está a su nivel.
La fanaticada del Rayo Vallecano lleva décadas mucho más hecha, con un espíritu de resistencia nacido del entorno obrero de intenso compromiso de izquierda en el que nació: “Al ser un equipo de barrio, el barrio es el que hace al club”, explica Juan Barroso, responsable de su cantera.
Con los clubes inmersos en turbulencias institucionales, se recuperaron en una época en que el futbol en Madrid ha vivido un desbordamiento desde la base; el Atlético madrileño se ha estabilizado, cerrando la brecha con el Real Madrid debido a contrataciones extraodinarias desde que Simeone sustituyó como director técnico a Gregorio Manzano.
Ahí comenzó el despegue, para ganar la Europa League, la Copa ante el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, y un año después –para desfilar en romerías gozando o sufriendo- ambos jugaron la final de la Champions de 2014, que repitieron en 2016, dejando patente que el balompié capitalino español bien vale lo que cuesta.
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