Para Contar
Arturo Zárate Vite
El magistrado Miguel Ángel Aguilar López estuvo a punto de sentar precedente en el mundo, se atrevió a calificar el beso en la mejilla como abuso sexual.
Su actuación quedó registrada en el expediente 179/2019 del 1er. Tribunal Unitario en materia penal del primer circuito en la Ciudad de México y fue enmendada por 7º. Tribunal Colegiado.
Beso en la mejilla es una expresión de afecto y amistad que se practica en muchos países en el mundo, incluso, en algunos, como en España y Francia, llegan a darse hasta dos, uno del lado izquierdo y el otro en el lado derecho. En Holanda o Países Bajos suman hasta tres, izquierda, derecha e izquierda.
En su origen, el intercambio de ósculos sucedía en personas de distinto sexo. En la actualidad a nadie sorprende que sea también entre mujeres o entre hombres, como en Italia, Argentina, Uruguay y muchos otros países.
Hay regiones del planeta donde no existe esta forma de saludo (India) o está prohibido (Irán). En medio oriente, Tailandia y Japón tienen otro tipo de saludos, reverenciales, la inclinación del cuerpo en señal de respeto. En China, en los setentas y ochentas, era ilegal.
Canadá, Estados Unidos y América Latina, en general, el beso en la mejilla es una de las formas de saludo más aceptadas. Nadie lo ve ofensivo, ni como acoso ni hostigamiento, mucho menos como abuso sexual. Simplemente se valora como una manifestación de amistad.
La situación ha cambiado en el mundo, porque ahora un simple beso en la mejilla pudiera ser riesgoso, contagioso de la mortal pandemia, del Covid-19 y sus diferentes cepas. Nadie quiere exponer su salud, por lo que dicho saludo entraría en receso, en tanto persista la pandemia.
En su lugar se chocan puños, codos o de plano solo de voz con el “¿cómo estás?”, “¿cómo te va?”, “gusto de verte”, entre otras expresiones. La sana distancia, necesario cumplimiento del protocolo sanitario, igual el frecuente lavado de manos y el cubrebocas.
Hace 10 años o más, ni quien imaginara un escenario con esas características, con temores y obligados cuidados. El beso en la mejilla era lo usual en los encuentros de familiares, amigos y conocidos, por eso sorprendió que el magistrado Aguilar López lo considerara como abuso sexual. Si era capaz de esta valoración, la parte afectada podría esperar lo peor.
Una de las fundadoras del feminismo en México y respetada analista, Marta Lamas, escuchó al magistrado decir que había llegado a la conclusión de que las acusaciones que revisaba tenían fondo político (inventadas), pero no hizo nada por corregir e impartir justicia.
El magistrado fue cambiado de sede, enviado a San Luis Potosí y en su lugar quedó su compañero José Alfonso Montalvo Martínez.
Lo del beso en la mejilla fue eliminado por el 7º. Tribunal Colegiado, pero éste dejó sin cambios otras imputaciones que no cumplen con las circunstancias de modo, tiempo y lugar, admitió declaraciones con retraso de siete meses que contrastan con las que se emitieron al principio y basado solo en dichos revirtió dos resoluciones de inocencia.
Son tantas las inconsistencias y un episodio de tortura en este asunto de falaz origen, que enciende luces rojas. De no enderezarse, consumaría grave injusticia e iría en sentido opuesto a los afanes de combatir la corrupción en el poder judicial.
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