Luis Farías Mackey
Cerramos el año con el cansancio del que no ha tenido un día de descanso. Abrumados, agotados. Sin aliento: “mañaneados”.
Hartazgo es el efecto. No sé si buscado, pero perfectamente bien logrado.
Pero el desgaste es compartido, no solo entre nosotros, sobre los que se ceba con especial fruición, sino también —y principalmente— en quien lo ceba y su agenda.
Cerramos el año con una revocación de mandato que a ciencia cierta nadie sabe qué y para qué es. Ha servido tanto para un roto como para un descocido un día sí y un día no.
Contra el INE, en una obsesión que raya en el delirio con resultados tan decrecientes que a veces parece fortalecer a quien busca diezmar. A favor de una ratificación a cuál más falsaria, inútil, distante de la realidad, sin sentido claro y tan descolorida como maquillaje de suripanta de noches del averno.
Mientras más la talla el presidente, más se desdibuja y harta.
Ahora que el Tribunal Electoral obliga a Hacienda a respaldar presupuestariamente al INE, o bien fundar y motivar debidamente su negativa, el presidente se adelanta, sin pregunta de por medio, ¡but of course!, a alegar: “si tiene posibilidad, de acuerdo también a las prioridades, porque hay que seguir apoyando a los que lo necesitan, cuánto podría ayudar si es que tiene posibilidad de hacerlo sin afectar ningún programa”. Curiosamente lo que el INE alega sobre sus otras obligaciones, entre ellas, 10 elecciones de gobernador.
Y en lugar de dejar que las áreas operativas le propongan opciones, ¡la ocurrencia!: “una recomendación, hay que ver ahora que se está recogiendo dinero mal habido, porque está cayendo dinero —no del pago de impuestos, sino de fraudes— al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, de ahí pueda salir algo; y luego también está cayendo mucho dinero de las extorsiones, entonces de ahí puede apoyarse”.
¡Extorsiones! ¿Cayendo dinero? ¡Vaya lenguaje! ¡Vaya desvelamiento! ¿Cae dinero al gobierno por extorsiones? ¿Cuáles, a quién, cómo?
En fin, palada tras palada, López cava más hondo la tumba de lo que pretende sea un precedente. ¡Y lo será!
Sin duda.
Que las ocurrencias jamás vuelvan a ser norte, inspiración y contenido de gobierno.
¡Feliz 2022!