Intolerante hacia la clase trabajadora, el fascismo italiano en el poder, encabezado por Benito Mussolini, refundió en la cárcel a Antonio Gramsci, líder intelectual del socialismo internacional. El que, junto a Rosa Luxemburgo, Palmiro Togliatti y Tasca, consolidó las bases de la lucha y las reivindicaciones obreras.
Hoy, Gramsci es un pensador citado, inconscientemente hasta en las páginas de los pasquines “orgánicos”; exaltado por sus virtudes analíticas. Pocos de los intelecuales –por cuales– recuerdan que, bajo el cerril argumento “hay que impedir a toda costa que este cerebro funcione”, Mussolini destruyó, con lujo de saña a Gramsci, el teórico de la “filosofía de la praxis”.
Sin más ayuda que su prodigiosa memoria, Gramsci redactó, desde oscuras e infames ergástulas, las dos mil ochocientas cuarenta y ocho páginas que integran su libro Cuadernos de la Cárcel, en el que reconoció el carácter esencialmente revolucionario de algunos pensadores del Medievo, adelantados a su tiempo.
Llegó a establecer que “el Estado tiene el monopolio legítimo de la violencia”. Claro, jamás imaginó que en el futuro pudiera haber un poder político que se mantuviera mediante el uso exclusivo de la fuerza, “pues los valores de la seguridad, sostenía, deben emanar del conjunto de la sociedad”.
Mucho menos se imaginó que el monopolio legítimo de la violencia, ante el vacío de autoridad, iba a caer en control despiadado de un neofascismo cruel, represivo, intolerante, abusivo, cibernético-empresarial, en manos del gendarme del sistemita, Carlos Slim, y de descerebrados “policías de titanio”, como Genaro García Luna.
En lugar de cárcel, Galindo recibe impunidad y protección
En México, la política de seguridad pública y nacional ha dado una vuelta de tuerca, pero hacia atrás. Dieron “callo” a un represor como Enrique Galindo, ubérrimamente jubilado por las arcas de nuestros impuestos, señalado por la conciencia nacional, de ser el responsable operativo de las masacres de Tanhuato y, entre otras, Nochixtlán, sólo para poner en su lugar a un chacal de la misma ralea.
En vez de la cárcel, exigida por la opinión pública sensata, Enrique Galindo ha pasado a ser protegido impune de la Comisión Nacional de Seguridad, en pago a sus “patrióticos” servicios, y ha sido “castigado” con una destitución que parece más otro fervorín de boletín de prensa emitidos por los publirrelacionistas fracasados y derrochadores de Los Pinos.
Manelich Cravioto, empleado de Carlos Slim… y de Los Zetas
Con bombo y platillo, en el escenario del Informe Presidencial, la casta mexiquense se ufana de haber hecho un recambio de este jaez. Ha puesto en el sillón de mando de los represores incalificables, al empleado de la poderosa Policía de Telmex, Manelich Castilla Cravioto, antiguo protegido del hombre más rico de México. Todavía, porque EPN va tras sus pasos.
Famoso por los estropicios y tráficos de influencia que hizo, al amparo de los temibles Zetas, en los estados que sufrieron a éste ahijado y protegido de Slim y de los jefes del narcotráfico, tales como Sinaloa y San Luis Potosí. Apoyado por enormes maletas de dinero, provenientes de los poderosos trasegadores asesinos, Manelich Castilla hizo un imperio, a partir de “plazas” de seguridad en municipios controlados por el Cartel.
Mastín de Heriberto Lazcano, fundador de los desertores militares que fundaron el Grupo de los Zetas, Iván Velázquez, Zeta 50, y Miguel Treviño Morales, Zeta 40, Manelich Castilla fue el más complaciente de la manada en ese corredor de la droga, el mismo que facilitaba y escoltaba el trasiego de estupefacientes hacia el insaciable mercado estadounidense.
Genaro García Luna lo promovió en la desaparecidita SFP
Envalentonado por ese feroz apoyo, causante de decenas de miles de tragedias familiares mexicanas, Castilla fue habilitado por los narcos para vender los mandos policíacos, obviamente cómplices de los truhanes, en decenas de millones de dólares, que seguramente “salpicaba” hacia arriba. No puede entenderse de otra manera.
En premio a esas virtudes delincuenciales, Manelich fue premiado, en julio del 2009, por Genaro García Luna, dueño de la voluntad y el cerebrito del beodo Felipe de Jesús Calderón Hinojosa –hoy sólo promotor de su esposa, la Dama del Rebozo— con altos cargos en la Secretaría de Seguridad Pública federal en el sexenio panista.
Manelich hizo y deshizo a su antojo, desde las cavernas al servicio del crimen que fue la estructura de seguridad pública y nacional en tiempos del Policía de Titanio –como lo llaman sus panegiristas– Genaro García Luna, estúpidamente enriquecido con contratos de obra pantagruélicos otorgados por la pareja Calderón-Zavala, renovados por el peñanietismo, y hoy felizmente libre y gigantescamente influyente.
La Gendarmería Nacional, invento fallido de Mondragón y Kalb
Poco después, a la llegada del doctor- experto en seguridad-almirante-en realidad masajista deportivo apantalla bobos, Manuel Mondragón y Kalb, Manelch Castilla Cravioto, fue habilitado como comandante en Jefe de la fantasmagórica Gendarmería Nacional, un invento pedestre de Mondragón, otra copia bufa…
… que sólo sirvió para enriquecerlo más, pues todo el mundo sabe que la preparación de los miles de elementos inútiles, fue realizada en las suites y corredores de carísimos hoteles de cinco estrellas, los cuales durante meses entregaron jugosas comisiones al impostor Mondragón y Kalb, con la complacencia presidencial y el beneplácito del sistemita de seguridad de Oso…rio Chong.
Usted y este escribidor lo comentamos desde hace dos años. Incluso, llegamos a vaticinar cuál era el futuro previsible de la desdichada Gendarmería Nacional, una comparsa hueca y extremadamente complaciente, al servicio de la rapiña… y otra vez le atinamos.
Seguridad nacional y seguridad pública en manos de delincuentes
Hasta vergüenza da comentarlo. Como en los tiempos de Mussolini o de Mc Carthy y su cacería de brujas de intelectuales arraigados en Estados Unidos en los 50’s del siglo anterior, hoy los reclamos y demandas de la clase trabajadora de este país, deberán pasar por el cedazo del monopolio legítimo de la violencia, que apadrinan Carlos Slim y Genaro García Luna.
La prueba del garrote se ha impuesto a las pruebas y los controles de confianza, que siempre reprobó el sedicente abogado, atrapado en un cuerpo de cancerbero Manelich Castilla Cravioto, custodio de Telmex, de la Secretaría de Seguridad Pública federal, la Gendarmería Nacional y ahora la Policía Federal militarizada. ¡Hágame el refabrón cavor! ¿En manos de quién estamos?
El gobiernito, doblegado ante empresarios neofascistas
El fascismo utilizó a las fuerzas armadas como ejecutoras de sus macabros designios. Hasta ahí, podría decirse que el monopolio “legítimo” de la violencia estaba en manos del Estado, no más, pues nadie podría justificar los desaguisados de Mussolini. Los calificativos y denuestos son ya parte de la historia violenta del siglo XX.
Pero de eso a tener que reconocer que la ignorancia y la ambición irrefrenable de los zafios en el poder, ha permitido que en pleno siglo XXI, el Estado se doblegue ante los mandos de empresarios neofascistas que protegen, encubren y dirigen a facinerosos, hay un brinco difícil, imposible de digerir por cualquier ser pensante.
No se conforman con destazar a la Nación. Ahora son los cancerberos de sus negocios, fomentados desde el poder, para que nadie grite, y todos obedezcan a punta de metralla y bayoneta, escudándose en un monopolio ilegítimo de la violencia.
Hasta Carlos Salinas se beneficia del vacío de poder del peñato
¿Cuál será la próxima sorpresa, si a diario tolucos y pachuquitas mentirosos y deleznables rompen sus estándares de estolidez y de torpeza execrable en todos los rangos, mandos y terrenos?
Preparémonos para lo peor. Todavía faltan unos meses para que esta jauría de esquizofrénicos entregue los macabros bártulos. Bueno, es un decir. Lo esperable es que el juguetito macabro de la seguridad pública y nacional decida seguir secuestrado por manos privadas, una auténtica manada de abusivos, pues hay cientos de miles de millones de dólares sobre la mesa. Y falta que el que llegue sea ablandado por las maleta$.
¿Será que, aprovechándose de ese vacío político, hasta Carlos Salinas de Gortari se quita la máscara y decide presidir los Consejos de Administración de la constructora estatal del holding apodado como Higa? Aquí ya todo puede pasar. Al fin y al cabo, ésta es la hora de los chacales, el imperio del neofascismo empoderado.
Así es que la consigna del peñanietismo es: “¡a tragar sapos, sin hacer gestos!” Cree el muchachito de Atracomulco que su poder es eterno. No se da ni cuenta que es un espantoso polichinela cuyos hilos manejan Slim y García Luna.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Todavía hay mucho qué decir y comentar del encuentro Peña Nieto-Trump que ha acaparado las primeras planas de todos los rotativos del orbe, pero –le aseguro– ninguna nota ha reflejado el suceso como bien lo retrata, con ironía y picardía, El Poeta del Nopal: “En un duelo de copetes, / con absoluto desgano, / el ríspido mano a mano / ¡se lo llevó el más ojete!”
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Estimado Paco:
Como siempre tus excelentes articulos que nos pone a pensar, que el Pueblo aguanta todo ellos son uno ambiciosos de poder y de Dinero y nosotros unos borregos a expensas de lo que decidan “los de arriba” pobre Mexico donde ira a parar
Muy estimado,
me gustaría colaborar en tu publicación. Te pongo aquí el último artículo que publiqué la semana pasada. Podría yo entregar uno a la semana. Mucho agradeceré tu respuesta:
Sobre plagios, mentiritas blancas y forma de tomar apuntes.
Mario Rechy Montiel
Agosto de 2016
Publicado en Reincidente. Puebla Pue.
Vivimos en un país permisivo, tal vez más que tolerante y más bien indolente y cómplice.
En medio del escándalo por la tesis de licenciatura del titular del poder ejecutivo, que en un 28 por ciento fue calcada de otros autores, los comentarios se centran en la calificación, o mejor dicho en la descalificación ética del presidente. Sin embargo, lo que realmente importa es el clima moral y la forma de ser de una sociedad que vive cotidianamente este tipo de acciones y hechos.
Decía Goethe que no deberían sorprendernos los grandes hombres sino la época que los hacía posibles. Y a contrario sensu, no deberían impresionarnos los políticos que plagian o que mienten, sino la sociedad que los encumbra y que luego los tolera.
Hace ya años, cuando visitaba yo la biblioteca del ITAM en el barrio de Tizapán en San Ángel, me enteré, por comentario de los bibliotecarios, que durante la estancia de Felipe Calderón, que también fue presidente de México, notaron que cuando él iba a consultar algún libro durante un curso o diplomado que tomó en esa institución, solía arrancar las páginas de los libros que contenían la información que él estaba buscando. Y que nunca nadie ni le reprendió ni cobró los daños.
Pero también me enteré más recientemente que cuando se decidió la construcción del puente que vinculó la calzada Ignacio Zaragoza con la carretera de Puebla, se abrió una licitación pública para que los interesados presentaran un proyecto con su respectiva memoria de cálculo detallada, en un plazo tan perentorio que materialmente nadie iba a poder cumplir, pues el tiempo requerido, tan solo para escribir la lista de materiales y operaciones rebasaba, con mucho, los términos perentorios del plazo. Y que milagrosamente la constructora que al otro día de la convocatoria pudo entregar el expediente completo, con un costo naturalmente más alto que las demás, se la relacionaba con el jefe de gobierno de la ciudad en aquél entonces. Siendo evidente, en este caso, que la bitácora se había escrito o formulado antes de redactar la convocatoria.
Curiosamente este jefe de gobierno es el mismo que no tiene propiedades. Y que aparece en público como el más pobre de los que han gobernado a México.
Pero más antes, un oficial mayor de la ciudad de México me había comentado que nada menos que el hijo de general que era tenido como líder moral de la izquierda, se había apropiado de varios terrenos importantes de la ciudad durante su gestión como jefe de gobierno, entre otros del que hoy es sede de un hotel en el crucero de viaducto y avenida de los Insurgentes.
Bueno, la lista de lo que me han referido los hombres del poder, incluye obras, saqueos del presupuesto, utilización de recursos públicos para fines privados, que la lista, tan solo de lo que ví o me refirieron testigos directos de primera mano, llenaría decenas de páginas. Hasta incendios provocados para cobrar seguros, me contaron del célebre hermano de un ejecutivo, que permaneció preso durante años por otros delitos, para ser finalmente exonerado.
Lo grave, en este caso, no es la corrupción de una persona, o la falsedad de su imagen, sino lo generalizado de esa actitud y talante en todos los hombres del poder en México.
Incluso yo mismo he sido víctima indirecta o directa de este tipo de prácticas. La más reciente por cierto en la persona de mi hijo menor, que presentó un elaborado trabajo que le llevó varios meses de ardua labor, junto con un equipo de profesionales que sumaba varias docenas de gente de primera línea, para aspirar a un apoyo de IMCINE, para lo cual entregó un grueso expediente, pero que no pudo acompañar con una constancia fiscal que debía entregarle el SAT, dependiente de la Secretaría de hacienda. Y lo que ocurrió es que IMCINE rechazó su expediente, no por no cumplir con el contenido de la convocatoria, sino porque su constancia del SAT no estaba incluida, y a pesar de que sí existían pruebas de que tal constancia se había solicitado con suficiente anticipación a la dependencia.
Curiosamente, la tal constancia se le entregó a mi hijo un día después de haber sido rechazado por IMCINE.
De tal forma que existen mecanismos para que no cuente el mérito de un trabajo o la calidad de una propuesta, sino el escamoteo de un trámite, y las convocatorias a modo.
Tampoco es una excepción. Me tocó conocer en Rusia relatos detallados sobre los negocios de Putin con las cervecerías, o del alcalde de Moscú con las constructoras. Por solo mencionar de paso algún ejemplo. Los rusos hablaban ya entonces, digo hace ya lustros, de una cultura del cinismo. Que por cierto se institucionalizó durante el régimen de Brezhnev, pues pobrecitos funcionarios, como sus salarios eran republicanamente modestos, institucionalizaron las chapuzas y el robo hormiga, antes del gran saqueo del patrimonio público.
Hay cosas que se deben denunciar, y hay cosas que más bien convendría desentrañar en sus causas y en sus mecanismos. Pues hoy se denuncia a Peña porque muchos están hartos de sus atropellos. Pero quitarle el título de licenciado no resuelve el problema. Aunque pueda dar satisfacción a muchos y tenga una significación política trascendente, a solo dos años y medio de la sucesión presidencial.
Cuando un célebre autor escribió la literatura de la Revolución, recogiendo lo mejor de la historia en la Sombra del Caudillo o en cualquiera otra de sus novelas (Martín Luis Guzmán) otro autor ya había retratado la corrupción que se había institucionalizado desde Plutarco Elías Calles (véase la novela de Arqueles Vela de título La Volanda, que por cierto es una de las pocas novelas de la corriente estridentista que cimbró la cultura nacional en los años veinte).
En lo personal, yo tengo una idea personal sobre la cultura de la deshonestidad que caracteriza al poder y la administración pública en México.
Me apoyo en varios autores para plantearla y dejarla a la reflexión de mis escasos lectores. Jorge Portilla estudió la Fenomenología del relajo, esa actitud o forma celebratoria de informalidad que tienen ciertos núcleos de nuestra sociedad. Otros autores analizaron varios elementos de nuestra identidad. Algunos con gran tino y profundidad. Otros con escasa verosimilitud, aunque con gran difusión y popularidad. Y para citar unos cuantos nombres o casos, mencionaremos a Samuel Ramos con su libro El perfil del hombre y la cultura en México, y a Paz, con su tontería del hijo de la chingada, como identidad última del mexicano.
Pienso, en este caso, que el poder ha sido buscado y justificado, desde hace mucho tiempo, con pretextos ideológicos, de una supuesta razón de Estado, o condición inmanente. Así como los norteamericanos creen en el destino manifiesto, y justifican su intervencionismo en una estupidez ideológica semejante, así en México, algunos se invisten o creen representantes de un destino nacional, o de un conjunto de ideas que autoriza a emplear cualquier medio, o cometer cualquier atropello.
Pero el poder no solamente es un cargo público o una representación legislativa, también lo es una función administrativa, a veces aparentemente menor, pero que puede tener terrible y trascendental incidencia en la vida de grupos humanos o de comunidades enteras. Esta semana tercera de agosto denuncia la revista Proceso el caso de un presidente municipal que es socio de la delincuencia, pero que es intocable, a pesar de las enormes implicaciones que ello tiene en la vida y muerte de sus gobernados. En las librerías se vende hoy un texto que contiene pruebas sobre la relación entre los que desaparecieron a los estudiantes de Ayotzinapa y las altas esferas de gobernación, el ejército y las policías. Y nadie hace nada.
Todo ello me parece más grave que el plagio de textos.
Claro está que siguiendo los pasos de todos estos que mienten, manipulan y atropellan desde las altas esferas del poder, los mediocres que ocupan cargos menores en la administración, como estos de IMCINE, no revisan la calidad de las propuestas o el cumplimiento de las cosas de fondo, sino que se basan en formalidades sobre algo que saben que se tramitó, pero que probablemente saben también que está detenido….. porque piensan que si los de arriba lo hacen, por qué no van a poder hacerlo también ellos.
En su ceguera, y ciertamente deshonestidad, piensan que sus omisiones, engañifas, ocultamientos, son mentiritas piadosas o necesarias para favorecer a alguien o a ellos mismos.
Ojalá y estemos llegando a tal nivel de hartazgo que la ciudadanía pueda empezar a plantearse que no necesitamos pretextos ideológicos que oculten las tranzas del poder, y que estamos llegando al momento en que lo que celebraremos será la transparencia, la entrega clara de cuentas y la confesión de limitaciones.
Sería el comienzo de la formación de nuevos políticos y servidores públicos, que en lugar de la manipulación buscaran los verdaderos consensos, y en lugar de engatusar a la población, persiguieran su participación comprometida y consciente. Porque la democracia no se construye con borregos, sino con comunidades y personas celosas de su dignidad y su propio criterio.