Espero, Carlos Alberto, te sirva de algo lo que te envío. Como puedes ver fue hecho a la carrerita, medio garrapateado y de memoria. Mi memoria, tan saturada y tan vieja que es, trata, a veces, de manera tan terca, tan obstinada, de distorsionar, de confundir mis recuerdos. Pero yo me sigo defendiendo. No capitulo. Agradezco mucho tu interés por saber algo de mi paso por este oficio que es, y seguirá siendo, para mí, el más hermoso y generoso del mundo.
“O’REI”
Pelé es, para el fútbol, lo que Shakespeare para las letras inglesas; lo que Cervantes para la lengua española; lo que Hipócrates para la medicina; Homero para la poesía; Platón y Aristóteles para la filosofía; Tesla para la ciencia; lo que Uslar Pietri, Asturias, Carpentier para el realismo mágico latinoamericano; el Quijote para la libertad; Freud para la mente humana; Beethoven para la música; Edipo para la tragedia; Gandhi para la perseverancia, la resistencia; Marie Curie para la física y la química…
Jesús para la bondad; Colón para la osadía; Ulises para la persistencia; Penélope para la paciencia amorosa; Eva para la rebeldía; Juana de Arco para la heroicidad; los Lumière para el cinematógrafo; Sófocles, Eurípides y Esquilo para la tragedia griega; Pávlova para el ballet; Alí para el boxeo; Fidias para la escultura; Miguel Ángel para el arte…uff, tantos y tantas más. Fueron genios, superdotados, portentos, creadores, iluminados. Eso fueron…
Si Edson Arantes do Nascimento forma parte de esta genialidad de seres, en un espacio de la actividad humana, por qué no cambiar, como es mi propuesta, el nombre de fútbol soccer, donde él fue la estrella más grande en la historia del deporte, a FÚTBOL PELÉ.
¿Por qué?
Yo, absolutamente, persistiré. Insistiré.
Por Carlos Alberto Duayhe
Toca la ocasión al periodista y prosista consumado Manuel Lino Ramos, quien, aparte de ser un apasionado de su gran familia, de sus amistades, lo es además del deporte con Edson Arantes do Nascimento Pele, el brasileño recién ido; pero más allá, Manuel es un seguidor y admirador de El Quijote de la Mancha, con quien ha cabalgado y cabalga durante su vida personal y profesional de este, por decir lo menos, enorme profesional del periodismo en México.
-Manuel ¿cómo iniciaste tus andanzas periodísticas?
-Un principio periodístico totalmente incierto. Con muchas dudas, incluso incertidumbre.
-¿Cómo te formaste?
-En la Preparatoria 2, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recuerdo con gran cariño y admiración a mi maestro Andrés Henestrosa; muchos caminos me enseñó.
En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), de la UNAM, maestros del calibre de Fernando Benítez, Henrique González Casanova (mis preferidos); Pablo Marentes, Enrique González Pedrero, Víctor Flores Olea, María del Carmen Ruiz Castañeda, entre muchos otros. ¡Ufff, tantos y grandes maestros! Maestrazos.
El maestro Víctor Flores Olea.
Los compañeros
Y de mis compañeros de profesión, recuerdo con gran afecto a Jorge Mansilla Torres (Coco Manto), periodista, poeta, luchador social, “mi hermano”, me decía. También grandes compañeros Fernando Meraz, Armando Sepúlveda, Magdalena Saldaña, Raymundo Riva Palacio, Juan Baigts, Tomás Espinoza. Tantos. Muchos más… Estos maestros, estos compañeros, totalmente fundamentales en mi carrera periodística.
-Fuiste testigo de importantes acontecimientos y personajes de la historia ¿Qué recuerdas más?
La guerrilla en Guatemala
-Las experiencias que me marcaron. Son tantas, pero recuerdo con especial cariño el reportaje que hice, como corresponsal de guerra de Excélsior, a la lucha guerrillera contra el gobierno militar de Guatemala. Fue por allá de los principios del año de 1980. Especial aprecio, por los riesgos que representó acompañar a los guerrilleros de la Organización del Pueblo en Armas (ORPA) en sus operativos de lucha. Alan Ryding (creo que así se escribe) corresponsal del New York Times en México, me pidió llevarlo con el director de Excélsior, Regino Díaz Redondo, a quien solicitó la compra del reportaje para publicarlo en ese periódico. Los integrantes de ORPA, con los que tuve contacto posterior, me informaron que el reportaje fue publicado en el periódico norteamericano. En Excélsior fue incluido en primera plana, en cuatro partes.
Madre Teresa de Calcuta
Otro trabajo con inolvidable recuerdo es la entrevista a la Madre Teresa de Calcuta.
Madre Teresa de Calcuta.
San Juan Ixhuatepec, la explosión de un almacén de combustible de Pemex y dos gaseras vecinas en 1984
Un terrible recuerdo es el trabajo periodístico de la tragedia de San Juan Ixhuatepec. Fui el primer reportero en llegar a cubrir los horrorosos hechos.
Grandes entrevistas
Juan O”Gorman
Una difícil pero generosa entrevista con Juan Rulfo. Otra con Rufino Tamayo. Mi primer gran entrevista, para mí, la que le hice a Juan O’Gorman; a Richard Fleydman (creo que así se escribe), Premio Nobel de Física; a Rigoberta Menchú; a Carlos Fuentes; al hombre más pobre del mundo; a Cantinflas; a Ernesto Cardenal; a Sergio Galindo; a Gonzalo Aguirre Beltrán, a Alicia Alonso; a Francisco Monterde… ufff, muchísimos más…
-Manuel ¿y a quiénes admiras?
-Especial admiración le tengo a los creadores de cualquier disciplina. La honestidad en cada actividad es fundamental y motivo para mí de admiración y reconocimiento.
-¿Y dela fase digital?
-Para mí las expectativas ya son escasas, pero no me intimida ello. Para los jóvenes está abierto el mundo de las expectativas. Y qué bueno que así sea.
-En cuanto a redes sociales…
Bien aprovechadas, las redes sociales son el instrumento de conocimiento y libertad más grande jamás creado por el hombre en el mundo, por más que Umberto Eco haya señalado que las redes son el refugio de un ejército de estúpidos, o algo así.
Umberto Eco.
-Por último, cuenta una anécdota especial.
Pues claro que hay un periodista en el mundo que puede publicar así
Y va a manera de anécdota. Resulta que fui corresponsal de Excélsior por más de 20 años. Tenía que enviar información a las tres ediciones del periódico: Ultimas Noticias, Primera Edición; Ultimas Noticias, Segunda Edición y Excélsior. Así pues, se me publicaba un promedio de 8, 9 ó 10 notas informativas, entrevistas, reportajes, etc., diarias, en las tres ediciones. La secretaria del Departamento de corresponsales de Excélsior, al que yo estaba asignado, de nombre Carolina Flores, que llevaba el recuento o récord de las notas publicadas por cada corresponsal en el país, a los que el periódico les pagaba por nota publicada, no en mi caso, porque yo era cooperativista, me dijo. Eres bárbaro, en sólo este año (por ahí tengo la fecha exacta) superaste las tres mil notas publicadas en las tres ediciones del periódico. Es todo un récord. Yo creo, dijo, que ningún periodista en el mundo puede hacer semejante hazaña. A mí me pareció, esto último, una exageración. Le dije, en broma, pues claro que hay un periodista en el mundo que puede publicar así: Yo. Nos reímos con ganas. Me sugirió, con el registro de aquél recuento de informaciones periodísticas publicadas en sus manos, me dirigiera al Récord Guinness, “P’a ver qué pasa”, me dijo. Por un momento consideré su propuesta. Luego se me olvidó. Yo quedé satisfecho con lo logrado y volví a afanarme para superar aquella cifra de notas publicadas. No sé si lo logré, pero desde entonces guardo ese momento con gran emoción. Satisfecho yo, y eso me basta…