Una secta de prejuiciados, hechos a mano en las rancias cavernas de la derecha retrógrada, atrabiliaria, mojigata y pudibunda, ¿está autorizada para inocular su esquizofrenia a una sociedad en edad adulta que sólo pide respeto a los derechos humanos fundamentales?
¿Se puede, desde el poder, dictar los prejuicios y las “normas” para ejercer en techos mínimos el derecho a disponer de las preferencias, gustos, aficiones y disfrute de las prerrogativas para disponer de la vida, sexualidad y dignidad de las personas?
Un poder esquizoide puede someter “a debate” cualquier adicción –que como aquí lo hemos platicado está reconocido internacionalmente que sólo es producida por el individuo, no por las drogas, las relaciones sexuales, el deporte, el bingo, el trabajo, el estudio o cualquier estímulo externo– que se ocurra a sus mentes asustadas por el reclamo extranjero, ante el cierre inminente de sus préstamos a deuda eterna?
¿Qué no pregonan a toda hora que el Estado de Derecho, en cuanto a los ciudadanos se refiere, es poder hacer todo lo que la ley no prohíba, y todo aquello que en conciencia se pueda ejercer y disfrutar, sin lastimar las prerrogativas, derechos y libertades de los demás?
¿Por qué, en vez de soltar la jauría de encuestadores y medios de difusión –cuyos resultados se conocen de antemano–, igualmente hechos a mano para solventar todas sus ocurrencias, emprenden campañas serias de concientización educativa, y desparraman los ejemplos de sus conductas para inundar a la sociedad de honestas reglas de convivencia civilizada?
Ninguno de los ungidos es ejemplo a seguir
Sé que es un contrasentido. Que “lo que Salamanca non da, natura non presta”. Que casi ninguno de los ungidos podría otear su modo de vida como un ejemplo a seguir por todos. Sería demasiado pedir para estos gobernantes de porcelana, cuya máxima aspiración en la vida es protagonizar un reportaje de Hola! Pero por ahí se tendría que empezar.
El desarrollo de los pueblos civilizados modernos, a los que queremos pertenecer desde hace tres décadas y quienes nos deturpan clasificándonos como parte emblemática del subdesarrollo corrupto y cuyos dirigentes detestan la voracidad sin freno de los que piden altos “moches” por cualquier permiso previo a cualquier inversión en la rama industrial que usted se imagine, ha empezado por el ejemplo moral de sus gobernantes.
Hasta los monarcas europeos hacen sus trafiques con cierto recato y habilitan al reino de Luxemburgo como su paraíso fiscal exclusivo, después de que fueron balconeados por los insaciables banqueros suizos. Pero con todo y eso, los Habsburgo abren sus vidas privadas y muchas fuentes de sus entrambuliques, y la población los aguanta.
“En todas las mesas… ¡se habla mal de Peña Nieto!”
Aquí no. Los gobernantes saquean a mansalva –no lo dice sólo este humilde escribidor, tal vez proscrito por medios “respetables”, lo dice todo el país a voz en cuello, en los cafés, las calles, las plazas públicas, las manifestaciones ciudadanas y se los grita a los gobernantes en la cara, cada vez que puede acercarse a dos metros de ellos y de sus genízaros– y todavía se creen con derecho a salvaguardar lo que creen son moralidades.
(Antes, me decía hace poco un importante empresario, “en los restaurantes, había una mesa en donde se hablaba mal de Fox o de Calderón, mientras que en otra se les elogiaba; ¡hoy en todas las mesas de todos los restaurantes se habla mal de Peña Nieto! Esa es la verdadera encuesta)
Nunca, nadie, ha podido tapar el sol –se lo dijo Diógenes a Alejandro de Macedonia hace 2 mil 600 años–, menos se puede tapar con un dedito.
Inclementes en chantajes y sobornos a empresas extranjeras
Los “de arriba” llevan una vida disoluta, libertina, lujuriosa, crapulosa, solventada absolutamente por los causantes cautivos, por los “moches” de hasta el 25% –hágase o no el “bisnes”– y por las prebendas que arrancan de deuda externa, contratada a espaldas de cualquier representación legal y legislativa, en montos que sobrepasan cualquier capacidad de pago para las siguientes ocho generaciones.
Extorsionan al ciudadano común, a productores, a emprendedores en busca de permisos para abrir sus negocios, a brindadores de servicios, a comerciantes establecidos o ambulantes, a trabajadores formales –a quienes exaccionan el ahorro de sus pensiones–, a ahorradores, como en los recientes casos de Bicentenario y Ficrea, y a los informales, que representan más del 65% de la población “ocupada”.
Son inclementes en chantajes y sobornos a empresas extranjeras establecidas, en un arreglo en lo oscurito que consiste en devolverles, a través de las ventanillas fiscales, una cantidad milmillonaria de impuestos y “adeudos fiscales atrasados”, como pomposamente les llaman. Así, se embolsan los “moches” y nosotros pagamos la extorsión con nuestros impuestos.
Este debate se zanjó hace 100 años: hoy, distractor
¿Qué clase de moralidad es la que defienden? ¿Con qué derecho ejercen un poder que les da el morro de invadir hasta la privacidad de las personas, para todavía pretender dictarles sus preferencias y aficiones y prohibirles el disfrute de su cuerpo? ¿Son propietarios de nuestra conciencia y de los pálpitos de nuestra saqueada humanidad personal?
Y todavía tildan de enfermos a quienes exigen el respeto a usar la marihuana para efectos de consumo lúdico y medicinal, vociferando en todas las concesiones gubernamentales periodísticas, radiales y televisivas que es un flagelo, con posiciones argumentales desfasadas, convocando a un debate ¡que ha sido zanjado desde hace casi cien años!
Los argumentos prohibicionistas que hoy utilizan ya eran catalogados de avanzada por los conservadores de la derecha protestante más agria de 1920. Fue el mismo argot que desató la hipócrita persecución contra el alcohol, que tantos beneficios reportó a los clanes políticos y tantos muertos arrojó a las calles de sus principales metrópolis.
Con su “guerra” han producido más de 150 mil muertos
Es el mismo debate que nos ha confinado a los mexicanos a producir ciento cincuenta mil muertos y descabezados en una “guerra contra las drogas”, donde los consumidores reales, los titánicos fumadores e inhaladores gabachos, no se manchan ni las manos. Y nosotros, aparte de la producción masiva de muertos, nos convertimos en un país de consumidores, gracias a los millones de toneladas que ya no requieren, porque han recluido a sus juniors en todos los atestados resorts de rehabilitación.
Pero siquiera aquellos hipócritas juraban estar motivados por posiciones de la cavernaria y fanática ideología protestante que tanto impulsó el desarrollo de la iniciativa privada gabacha. Pero los de aquí, ¿de qué se agarran, qué los motiva, cuál es su asidero? Si es la moralina retrógrada, deberían internarse, pues los enfermos, los verdaderos enfermos… ¡son ellos!
Inmovilizados ante el reconocimiento a una potestad humana básica
¡Que alguien me explique!, como reclama el filósofo de Televisa, Eugenio Derbez, cuál es la contradictio in adiecto, el famoso círculo cuadrado que obliga a los gerifaltes a espantarse de una limitada y ridícula sentencia –por cierto aplicable en relativo a sólo cuatro reclamantes– que autoriza la posesión de cinco gramos del vegetal, pero no su distribución y aplicación para todo tipo de finalidades, aún médicas.
¿Por qué se inmovilizan ante el reconocimiento a una potestad humana fundamental, argumentando, ante 200 paniaguados, que desatará las más horrendas profecías, mientras ellos se dedican en cuerpo y alma a enriquecerse bestialmente y aplastar mínimas reivindicaciones de derechos humanos fundamentales?
Mientras ellos se dedican a cancelar el futuro de nuestros choznos, elevando irresponsablemente la deuda a la mitad del Producto Interno Bruto de la Nación, y cancelando para siempre el disfrute de los beneficios de los recursos petroleros y energéticos. ¡Sólo que paguen la deuda con turismo sexual, moviendo los ombligos a inhaladores y narquillos locales!
No tienen las canicas para jugar en ningún chiringuito de barrio
Convocan a un debate nacional, en el cual, si es que lo pueden organizar, participarán los íconos impostores y fraudulentos de la lucha contra las adicciones, que sólo buscan agenciarse la apertura de clínicas y centros de readaptación de su propiedad, como el impresentable Manuel Mondragón y los doctorcitos que se quedaron con la UNAM, en un despliegue de chantaje en despoblado sin paralelo.
En un chantaje que demostró a Vi(rey)garay, Meade, Peña Nieto, Nuño y compañía que no tienen las canicas para jugar en ningún chiringuito de barrio, menos en alguna liga respetable.
Si nos atenemos a esa línea de discusión, al rato un debate podrá juzgar que también los adictos al sexo deben ir a la cárcel. Porque según ellos, la pornografía está confinada a los canales selectos de paga, y a los recintos privados de los hoteles y moteles de paso. No se han dado cuenta que con un clic en cualquier celular de medio cachete, toda la población, sin distingo, puede acceder a canales de porno gratuitos, con mucho mejores exhibiciones que las autorizadas a Televisa.
Las marcas de alcohol les patrocinan sus campañas
Ahora sucede que ¡Carlos Slim podrá ser evaluado por las generaciones futuras como un adelantado, como un revolucionador de las costumbres mojigatas de su tiempo! ¿Estará empollando la serpiente a un nuevo y fantasmagórico Lutero?
¿Y los adictos al juego, atendidos por los concesionarios favoritos que despelucan en las mesas de juego, las ruletas, los bingos, a aficionados amateurs que pierden fortunas, parejas, cónyuges, familias enteras en la ludopatía obsesiva, patrocinado por grandes empresas de medios?
¿Y los adictos al sexo que presumen harems de estrellitas de televisión o rubias jovencitas aspirantes a diputadas?
¿Y los adictos al América, triste conjunto de alucinados millonarios que no calienta ni un café, ni podría rellenar los estadios, pero cuyos ánimos son levantados por “barras” de fanáticos atrabiliarios, motivados por gangsters sudamericanos de los hinchas, contratados ex profeso por Televisa, para arrasar cualquier paz pública? ¿Eso no es fomentar las adicciones?
¿Qué no es culpable en estos crímenes de franca propulsión a las adicciones y a los instintos más bajos, “tanto el que mata la vaca como el que le agarra la pata”?
¿Y el desenfrenado despliegue publicitario en favor del “adictivo” alcohol, cuyas marcas patrocinan todas las ocurrencias mercadotécnicas de los gobernantes hechos a mano? Su consumo, que arroja miles de muertos diarios, ¿no es adictivo?
No convocaron a debatir las reformas “estructurales”
La inefable Conadic, esto es, la empresa particular del susodicho doctor-almirante-general-experto en fugas carcelarias de la más alta seguridad, y masajista deportivo Manuel Mondragón, no se ha pronunciado al respecto. No dice ni pío. Los clientes favoritos de su adicción son los que le queman las patas a Judas, los del carrujito de las colas de borrego o de la Acapulco Golden.
¿Cuándo se van a ejecutar en serio las adicciones bestiales de grandes franjas de la población a la discriminación racial o sexual, a la intolerancia, a la violencia intrafamiliar, a la violencia de género, que en otra jurisdicciones, como la Ciudad de México se combaten a fondo, con Unidades especializadas de protección, asistencia sicológica y consultas médicas gratuitas, que responden a Convenios internacionales de reconocida solvencia?
¿Por qué no se dedican las ansias de protagonismo marrullero a campañas auténticas de concientización para la apertura del mercado laboral sin cortapisas esquizoides de discriminación hacia los diferentes?
¿Por qué no se respetan los derechos de las minorías, que así como van las cosas, en un futuro muy próximo serán los derechos de las mayorías?
¿Por qué los enfermos de verdad, los “gobernantes”, no ponen sus barbas a remojar?
El de la marihuana, convocado –con línea– por Peña Nieto es un debate para distraernos de lo que en serio sí debemos debatir.
Porque, ¿no le resulta a usted más que sospechoso que jamás hayan convocado a debatir las “estructurales” laboral, energética, educativa, fiscal y…?
No. Esas, ¡no! Esas se aprobaron, tal cual las recibieron de los centros imperiales del poder. ¿A poco no?
Índice Flamígero: Cual si hubiera leído esta colaboración antes de ser publicada, El Poeta del Nopal sintetiza en inteligente rima todos los párrafos previos: ” Una amenaza latente / recorre el país entero, / pues el color del dinero / corrompe hasta al más decente, / que vil, descaradamente, / tras el gobierno se escuda: / si la ambición se desnuda / el patrimonio decrece / y si el ladrón aparece / ¡el de abajo es el que suda!”. Gracias, don Alfredo Álvarez Barrón.
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