ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
El paquete de impuestos que la señora Claudia Sheinbaum pretende cobrarnos en 2026 no tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, está diseñado para ¡salvar a su gobiernito de la bancarrota total!
Como siempre, los políticos –así y los cuatroteros se presenten como “diferentes” a los del llamado PRIAN— sólo piensan, legislan y ejecutan en favor de los políticos… nunca para la sociedad.
Se trata, en efecto, de reducir el enorme déficit presupuestario heredado por AMLO a Sheinbaum, y de mantener la gigantesca deuda –casi la mitad de ella contratada durante los últimos años—en un nivel sostenible, pues tan sólo el año próximo deberán pagarse 1 billón 200 mil millones de pesos de intereses.
Y para cubrir esa cantidad, además de impuestos más altos, habrá otro recorte a los presupuestos de los rubros que más afectan al conjunto social, a usted, a mí, a sus familiares, a todos: recorte al gasto público que afecta sectores como la salud y la educación, lo mismo que a la seguridad.
A eso es lo que los economistas llaman “sanear las finanzas públicas”, y no procurar por la salud de quienes, pese a todo, nos vemos obligados a aportar mucho más de la tercera parte de nuestros ingresos a un gobiernito embriagado de poder y de soberbia que dilapida, roba, desvía y, desobligado, ni siquiera cumple con las mínimas tareas a las que está comprometido.
La enorme deuda, el déficit fiscal, la falta de servicios médicos adecuados, los edificios escolares en ruinas, las calles horadadas por los baches –mismos que causaron el accidente de la pipa de gas en Iztapalapa–, todo ello es producto de los mejores cerebros del huizache, que se dedicaron a hurgar las rendijas de los intersticios del derecho fiscal y vigente, para acomodar sus intereses e intenciones, incluso, con interpretaciones retorcidas del viejo derecho, prevaleciente durante milenios.
Total, si los seguidores de AMLO –la señora Sheinbaum, primera en la fila—ya derrumbaron todas las instituciones protectoras, alentaron todos los mecanismos que podían sostener las mayores liberalidades y permisividades y asestaron golpes demoledores ¿qué otra cosa podíamos esperar en materia fiscal?
México, presa fácil para el imperio
La historia es cíclica, aunque ahora se repite como tragedia, cual diría Karl Marx.
Porque hasta la tercera década del Siglo XX, pasando sobre el triunfo de la Revolución, los financieros del porfiriato y sus herederos continuaron haciendo de las suyas desde los cenáculos financieros del sistema, dibujando los perfiles de un país con crecimiento desigual, desproporcionado y desequilibrado, con abismales diferencias sociales.
Igual ahora que AMLO, Sheinbaum y sus financieros nos dejan un país débil, presa fácil de las ambiciones imperiales. Sin arma alguna, para perseguir otra cosa que no sea la dependencia y la sumisión absoluta. Gracias a todos ellos estamos como estamos. Hoy, el sistema económico sigue siendo el mismo, sin variantes significativas. ¡Una tragedia!
Ya para la quinta y sexta década del siglo anterior, los economistas se dividieron forzosamente entre propaladores del crecimiento, aquéllos que seguían a pie juntillas los dictados de los emporios financieros para medir los índices del crecimiento a partir de datos estrafalarios, propios de otros países con distinto nivel de desarrollo y defensores del desarrollo que nunca cuajó.
Y como AMLO lo hacía recientemente, aquellos de hace casi 80 años empezaron a hablar y a escribir numerosos libros de corte funcionalista, en los que se aseguraba que el grado de crecimiento de este país debía ser medido por las toneladas de llantas de automóvil que se gastaban, los kilos de carne que se consumían, los litros de gasolina o de turbosina que se empleaban en el transporte y una serie de zarandajas más, sin desagregación ni análisis.
Para el disfrute de los “nepo babies”
Podía haberse registrado el consumo en mesas selectas como las que frecuentan los nepo babies de la 4T –Andy López, por ejemplo, con sus casi 50 mil pesos dilapidados en una cena– o gastarse las llantas y los combustibles de “las camionetotas machuchonas” y los jets privados en las que se mueven los cuatroteros de nivel –porque sí, claro que hay niveles– en aras de las utilidades de un pequeño grupo, pero eso no es lo relevante, pues jamás pudieron ni han podido desagregar las cifras y aplicarlas por nivel de ingresos o por condiciones de vida atrasada. Nunca midieron bien los indicadores de la distribución equitativa del ingreso nacional.
A esa corriente funcionalista del crecimiento se le llama “desarrollista”, pues no explica a fondo las variables que deben ser empleadas para medir el auténtico desarrollo, a saber: los niveles de empleo y percepciones dignas, la distribución del ingreso en niveles de salud, educación, vivienda y alimento, el acceso a los bienes de la civilización y la cultura, entre otros muchos.
Es lo mismo que decía López Obrador en su primer sexenio. Que el PIB y los demás términos empleados no deberían ser tomados en cuenta, sino que lo que debía medirse era el “bienestar de la población”, al tiempo que le daba en la madre a las finanzas del gobiernito.
El verdadero desarrollo sólo existe cuando se demuestra que el pueblo vive mejor, no cuando se retacan los mítines de fin de semana con mendicantes acarreados para la ocasión o cuando se desparecen los organismos autónomos que medían la pobreza para poder manipular, desde el antes prestigiado INEGI, las cifras a conveniencia.
Indicios
Comprobado que, sin inversión pública, privada nacional o extranjera esto ya no funciona. Ni como experimento de la venezualización, ni como plan piloto cubano. El prestigio internacional de México anda por los suelos y arrastrando la cobija. En el mundo nos juzgan como criminales, unos; como estúpidos por aguantar, otros. No hay un quinto de inversión para el empleo formal, por lo tanto, no habrá recaudación, ni distribución sensata del ingreso, que no sea ese engaño de derrochar el presupuesto para apoyar programas fantasiosos y fallidos, que sólo apuntan para formar gardes du corps filo fascistas al servicio de un aprendiz de un dictador que ordena desde las sombras. * * * Por hoy es todo. Reciba mi reconocimiento por haber leído estas líneas y, como siempre, mis mejores deseos de que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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