La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Al fin meadito, como el chorrito, se hacía grandote y se hacía chiquito
Ayer, el señor José Antonio Meade Kuribreña, ex candidato del PRI a la presidencia de la República, asumió como consejero independiente del Grupo Comercial Chedraui.
Lo anterior, no tendría importancia para la ciudadanía salvo por una razón: se confirma que el personaje nunca tuvo la disposición, que dijo, por servir a México, que lo de su candidatura fue una de las ocurrencias del peñato, que acabó por desfondar al ex partidazo.
Desde luego, hablamos de la falta de vocación política, porque después de desgarrarse las vestiduras tratando de convencer a los votantes de su compromiso por salvar al país, Meade, en cuanto perdió, regresó a su zona de confort a vivir la dolce vita.
En efecto, los Chicago Boys son buenos para tomar decisiones desde sus elegantes escritorios, sin embargo, si se trata de gastar la suela de los zapatos, es cuando enseñan el cobre y ceden los espacios a los políticos todoterreno.
La falta de pasión y de convicción, es el verdadero talón de Aquiles de los tecnócratas metidos a la competencia electoral, sin la estructura del partido y las carretonadas de dinero, no son nada.
El espíritu del ‘animal político’ nunca muere, si en principio no logra sus objetivos no ceja en su empeño por alcanzarlos, así esté en el ocaso de su carrera, por el contrario, el aprendiz de brujo, sólo olfatea la nómina.
La moraleja es que los neoliberales nunca debieron salir del espacio administrativo, con una tarea delimitada a sugerir, no a tomar decisiones, la historia así lo demuestra.
En fin, sí la familia está de acuerdo ¡háganlo suyo!, la gratitud será colectiva.