San Lunes
De Octavio Raziel
Guillermo Valdés Castellanos, director del espionaje (CISEN) durante el gobierno de Felipe Calderón, presenta en primera plana del diario español El País (¿artículo pagado?) un “análisis” de lo acontecido el 17 de octubre de 2019 en la ciudad de Culiacán, en el que argumenta que López Obrador actuó más como predicador que como jefe de Estado.
Fue, precisamente su jefe, el “Comandante Borolas”, como irrespetuosamente se le conoce a FeCal, el que estableció el Narco-Estado Mexicano e inició la contabilización de casi medio millón de muertos y desaparecidos (ni en las guerras del Medio Oriente).
La toma de decenas de rehenes de la unidad habitacional de la zona militar que serían masacradas frente a dos pipas de gasolina, además de tiradores a discreción para enviar a la tumba a decenas de ciudadanos son más que un argumento para dejar hacer, dejar pasar, al Cártel de Sinaloa. Los “estrategas” de la 4ª demostraron, una vez más, haber alcanzado El principio de Peter (Laurence J. Peter y Raymond Hull fueron de los primeros en atestiguar la proliferación de la mediocridad a lo largo y ancho de todo un sistema. Su tesis: El principio de Peter) esto es, lograr el nivel de ineficiencia. Eso no quita que la actual administración ha instruido a la burocracia a no anteponer en los documentos que firmen títulos de Lic, Inge, Arqui, doc, etcétera, para permitir que se cuele por la puerta trasera la mediocracia.
También Guerrero, Tamaulipas, Veracruz y Michoacán, son polvorines que están en manos de los narcos, con una enorme capacidad de fuego que les proporcionó FeCal, en su “guerra” callejera. Armas por droga.
Medio país está infestado de agentes de la CIA, FBI, DEA, Mossad, fuerzas paramilitares, kabiles guatemaltecos que “cuidan” nuestras fronteras, ejércitos privados de vigilancia, defensa y prácticas de tortura; CFE y PEMEX contrataron a la empresa Sy Coleman corporation para vigilancia de sus instalaciones; numerosas agencias privadas de guaruras de todo tipo son alquiladas por empresas y empresarios del país. El otro medio país somos los ciudadanos que vivimos en estado de angustia frente a los asaltantes, secuestradores, asesinos; y lo peor, con miedo a la “justicia”, desde al más modesto gendarme, hasta MP’s que extorsionan a raterillos y a quien caiga en sus manos, o magistrados que exprimen al máximo con la ley a modo.
Mal de muchos, dicen en mi pueblo, pero fuera de nuestro “paraíso” vemos cómo Chile está colapsado con la quema de autos, saqueo de comercios y asesinatos de policías desde hace meses; Barcelona, arde, literalmente, en todos sus frentes, con vandalismo y fuego; París, está en manos de los Chalecos amarillos desde hace meses y no hay quien los pare; Hong Kong, está a punto de ser un baño de sangre; Argentina, tiene una hambruna nunca vista y su moneda por los suelos con cacerolazos todos los días; Londres, es un caos con el Brexit. Canadá, lucha contra el avance de los anarquistas anticoloniales en Montreal y Quebec. En Brasil el ultraderechismo avanza inexorablemente mientras que la Primavera Árabe quedó en un gélido invierno de muerte y desolación de miles de civiles. ¿Quieren más?
Hemos dejado atrás el liberalismo, el neo liberalismo, la tecnocracia y estamos cayendo del post populismo a la mediocracia, esto es, nuevas generaciones en manos de mediocres que luchan por el poder. El problema de la mediocridad viene cuando pasa a convertirse, como en la actualidad, en el rasgo distintivo de un sistema social.
El mundo vive una democracia en llamas. Los ciudadanos sufren en su bolsillo, en su identidad y en la ira ante la incapacidad de los gobiernos para solucionar los problemas sociales. Mientras, los jóvenes están a expensas de la manipulación de un populismo que derivó en una mediocracia, que ha convertido en idiotas a las nuevas generaciones, representadas, en mucho, por los líderes políticos que aspiran a ello -al dinero y a la impunidad- quizá porque son mediocres.
Habitamos un mundo que está cambiando hacia un nivel que se ejemplifica con gobernantes mediocres en muchos países; desde el más poderoso del mundo hasta los más modestos mandatarios de lugares cuasi-civilizados y también los bananeros.
No hay un solo estadista, y los pensadores, que eran el contrapeso en la política, están desapareciendo rápidamente.