Palabra de Antígona
Sara Lovera*
SemMéxico, Cd. de México, 8 de marzo 2021.- La mañana del 8 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a confrontar al movimiento feminista, mientras transcurría su catilinaria, sus redes sociales fueron asaltadas por las feministas. Se construyó un memorial para las mujeres asesinadas sobre las vallas del gobierno. En el muro metálico quedaron escritos los nombres y las historias de las víctimas. Las calles del Centro Histórico fueron renombradas con nombres de las feministas de hace más de un siglo, y las fotografías del muro indignante dieron vuelta al mundo.
El discurso oficial desnudó el enojo visible de López Obrador. Las desobedientes no le creen, y su estrategia ha sido una irracional confrontación. Afloró en el jefe del Ejecutivo su rencor, porque en 2018, las mujeres votaron menos por él que por sus contrincantes. Como él es un animal político, odia ese rechazo, y por ello las desprecia. No sabe, como publicó El Sol de México, que “Nada nos detiene”.
En marzo, el mes de las mujeres, se propicia que las acciones y protestas se den en una situación tensa. El movimiento feminista —que por lo demás es mundial— es histórico y sustentado, no se le puede colocar como “enemigo” del régimen. En eso se equivoca rotundamente la 4T, por ignorancia y tozudez. Nunca antes hubo confrontación.
Vivimos una situación inédita. Nunca, en mis 52 años de periodista, presencié algo semejante. Revisé del siglo XIX hasta el de ahora. Desde la época juarista, hasta el último gobierno. Sí, las mujeres no fueron el centro para los gobiernos, pero tampoco enemigas. Nunca hubo una reacción así, ni cuando las mujeres hicieron una protesta frente a la casa de Francisco León de la Barra —suplente de Porfirio Díaz— solicitando el voto, hecho que recogió el New York Times. Los gobiernos de la Revolución Mexicana vivieron cientos de protestas que no fueron atendidas, pero tampoco reprimidas.
Ayer escuché mentiras: que es el gobierno y no las legisladoras quienes arman un sistema nacional de cuidados; que los 61 refugios para mujeres violentadas son del gobierno, cuando son de la sociedad civil (el último censo de refugios fue de 2011); que se atiende la violencia “enormemente”, cuando los Centros de Justicia son solo 52 (con un aumento presupuestal de 65 por ciento); que no quitó recursos a las Casas de la Mujer Indígena, a quienes les dotará de tierras. No es cierto.
Verdad es que los módulos de atención para atender la violencia representan apenas el uno por ciento, como antes. No hay prevención, pero sí judicialización creciente de los casos de violencia de género, como dice Amnistía Internacional, y hay incumplimiento a las recomendaciones del Comité de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Mentiras del régimen. Mientras, el movimiento hoy está en todo el país, hay un avance social y cambios en la narrativa de muchos medios. Avance es que las mujeres víctimas y las colectivas feministas trabajen de la mano, avance que hayan iluminado el Zócalo de la Ciudad de México, tapizado todas las redes sociales con frases e imágenes creativas. AMLO no lo soporta. Vivimos el movimiento civil más grande de la historia que el régimen no puede controlar. Actúa como un macho herido. Responderá proporcionalmente. Necesitamos tener cuidado y templanza. Vuelven prácticas de antes, tan parecidas a los prolegómenos del movimiento estudiantil, que da miedo. Aunque se esfuercen discursos y mentiras. Veremos.
*Periodista. Directora del portal SemMéxico.mx