Por: Armando Ríos Ruiz
México se convirtió en tierra de nadie. En un lugar en donde las autoridades están de adorno. Sólo para servir a un Presidente autoritario que ha dado muestras durante todo su mandato, de no tener una capacidad siquiera mediana para gobernar, pero sí para imponer su ley a sus colaboradores, sujetos a meros caprichos. Convencidos de la necesidad de ser obedientes, aunque no muestren la mínima eficiencia. Ahora, ser funcionario público sólo exige ser sumiso y ciego.
El país ha caminado al desastre, avalado también por una cantidad enorme de mexicanos que, lejos de observar el rumbo en que camina, aplauden y defienden las acciones del Mandatario. Unos, por creer que profesa ideas de izquierda afines a su sentir. Otros, por estar convencidos de que quien lo suceda les quitará las dádivas, que es muy posible dejen de existir, pero porque el actual Presidente dejará una magra economía para continuar con la práctica.
Aunados al gasto de miles de millones en este ejercicio social, existen otros que demandan demasiado presupuesto y que en realidad, no son soluciones. Hoy es mejor despilfarrar en las megas obras que demandan cantidades colosales y que no expresan en ningún sentido mejoras para los mexicanos, que en la solución de programas que ayuden a optimizar la seguridad pública, el combate a la delincuencia, el abasto de medicinas y muchas más.
Tamaulipas es uno de los lugares más peligrosos para los migrantes. El episodio de 2010, cuando fueron secuestrados 72 migrantes y asesinados de la manera más vil, obligados algunos a matar a sus propios compañeros a golpes de marro, en donde además se escenifican a plena luz del día irrupciones de individuos armados hasta los dientes en potentes camionetas, está convertido en el verdadero paso de la muerte de México, rumbo a Estados Unidos.
Al despertar este nuevo año, 32 migrantes, principalmente venezolanos, fueron secuestrados por los criminales de la zona. Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Protección Ciudadana, informó que fueron llevados a un paraje desconocido, agrupados por familias y despojados de sus pertenencias de valor.
Al ser interrogado sobre la posibilidad de que policías hubieran tenido que ver con los hechos, el Presidente, quien hace poco presumió ser el único que ha recibido el parte informativo de la criminalidad todos los días, a las seis de la mañana, dijo que no tenía información al respecto, pero investigaría.
Luego hubo noticias de rescate de los secuestrados, en una colaboración entre el gobierno de Tamaulipas, la Fiscalía General del Estado, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Pero se les olvidó inventar los pormenores. Ni siquiera pensaron en que forzosamente tuvo que existir un enfrentamiento a balazos, con bajas de ambos lados e inclusive con detenidos. ¿Cómo que repentinamente, los criminales se rajaron?
No obstante, las luces del presidente brillaron por su ausencia. Simplemente reconoció la versión del gobernador, Américo Villarreal y como es su costumbre, lo llenó de incienso. Pero hechos de esta naturaleza no pueden ocultarse. La propia Rosa Icela Rodríguez tuvo que aceptar que fueron liberados porque pagaron rescate esos que iban en busca de sobrevivencia, porque así lo reveló el secretario general de gobierno de la entidad, Héctor Villegas González.
En la versión de la liberación gracias a todas las fuerzas armadas, participaron, desde el Primer Mandatario hasta el gobernador, Américo Villarreal, la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas y otras autoridades del gobierno de Tamaulipas. Todo esto parece responder a una orden, quizás del principal mentiroso del grupo.
Y después de descubiertos los hechos, porque tenían que ser descubiertos con la liberación por pago de rescate de los plagiados y sin la intervención de ninguna autoridad, ahora sí, lo importante es que estaban con vida, sanos y salvos y son los medios convencionales (no los que van a sus mañaneras) “los que se enfrascan con eso”, dijo molesto el Primer mandatario.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político