Yo Campesino / Gansolandia
• Mesías de 4T festeja recuperación, pero no crecimiento real. ¿Sexenio para olvidar?
Miguel A. Rocha Valencia
Por más que haga el Ganso, su sexenio será uno de los peores de los últimos 30 años en todos sentidos, con cifras que harán extrañar al neoliberalismo. Lo peor es que su “transformación” podría prolongarse ante la falta de líderes que puedan sacar a la 4T del gobierno.
Por lo pronto, el machuchón de Palacio abrió la boca para presumir un récord de 846 mil 416 empleos formales en 2021, pero olvidó mencionar que ese año inició con una pérdida de tres millones de plazas de trabajo y la desaparición del sistema outsourcing, por lo cual, no se puede hablar de crecimiento, sino de recuperación donde aún faltan casi dos millones de puestos de trabajo.
Pero además no dijo que en diciembre se perdieron 300 mil plazas, lo cual es sintomático si se toma en cuenta que ese mes es generador de empleo. Tampoco mencionó que los estados con mayor registro fueron curiosamente Tabasco y Quintana Roo (refinería y tren Maya), en tanto que en la CDMX se obtuvo el más bajo nivel.
También presumió que el Producto Interno Bruto creció y aunque algunos reconocen un 5.5 por ciento, la verdad es que nos quedó a deber 2.5 para recuperar el ocho por ciento perdidos, además de los 30 mil millones de dólares que se fueron en inversiones y que desestimularon la participación privada en obra pública, la cual, fuera de la refinería, el tren y el aeropuerto, fue inexistente.
En este campo, los analistas consideran que precisamente por la ausencia de inversión privada (la pública) prácticamente no existe o está confinada a los proyectos ya mencionados y a meterle dinero a Pemex y CFE, el crecimiento optimista para 2022, no pasará del 2.8 y para 2023 llegará al 2.2 por ciento, por lo cual el promedio sexenal estaría por abajo del 1.5 por ciento en relación a como recibió el país el caudillo de Tepetitán.
No se olvide que los dos primeros años el crecimiento fue de prácticamente cero, luego vino la pandemia “anillo al dedo”, la cancelación de contratos, la entrega del gasto público de manera discrecional y la reacción negativa de la inversión privada que se fue, lo cual es un factor determinante pues, aunque los empresarios mexicanos hagan promesas de arriesgarse con la 4T, los extranjeros no van a venir y como muchos nacionales esperarán “mejores tiempos”.
Se perdió la confianza en México a raíz de la cancelación del NAIM y las acusaciones no probadas hasta hoy, de corrupción de quienes se fueron, la visible y solapada de quienes llegaron, incluyendo a la familia presidencial.
Al menos tuvo la decencia de no desmentir los niveles inflacionarios, que, de acuerdo a los expertos consultados por Banxico, podría descontrolarse luego de la “burbuja” de enero-febrero si como se pretende, la administración del profeta cuatrotero intentará meter mano al banco central para hacerse de recursos que no obtendrá por la vía impositiva ni siquiera a través del chantaje, la amenaza y los encarcelamientos.
Tampoco presumió y sí intentó desmentir el aumento en gasolinas que en algunos sitios alcanzó niveles de 26 pesos por litro, aunque el valor osciló en los 25 pesos. De todos modos, más cara que en Estados Unidos y muy lejana de los 10 pesos que dijo costaría en su mandato. Ya pasaron tres años y de promesas, tenemos que comernos un taco.
De la violencia tampoco hizo referencia a pesar de los diez muertos que le dejaron al gobernador David Monreal de Zacatecas y que para colmo le pegó a su hermano Ricardo líder de Morena en el Senado haciéndolo responsable de la “herencia maldita” y olvidándose que ahí también estuvo una ilustre perredista, justo cuando el caudillo encabezaba ese partido.
Mucho menos reconoció el saldo trágico de esa inseguridad con los más de 107 mil asesinados ni mucho menos el de la pandemia y su creciente número de contagios de un día para otro.
Se nota que el Ganso, ante el fracaso sexenal y de sus incumplidas promesas, prepara el terreno discursivo para ver el vaso “medio lleno” en vez de semivacío, realidad que verán sus fieles fanáticos, porque a los mexicanos pensantes pues nomás no.