Héctor Calderón Hallal
No se ha conocido un método más eficaz para el desarrollo de las habilidades cognitivas del hombre que la lectura.
Al leer, un individuo desarrolla todas las habilidades necesarias para el procesamiento de la información, que implica el uso de la memoria, la atención, la percepción, la creatividad y el pensamiento en sus dos variantes: el analógico y el abstracto.
Mientras no reconozcamos eso como sociedad contemporánea y sigamos explorando otras formas de explotación económica y/o enajenación comercial, disfrazadas de ‘media entertainment’ o hasta de ‘tecnología para la educación’ en un descuido el día de mañana… no conseguiremos formar a las futuras generaciones de ciudadanos del mundo, de manera funcional o medianamente eficaz.
A los niños y a los jóvenes, hay que enseñarles a leer desde temprana edad, no solo los libros de texto, sino todos aquellos que resulten atractivos y propicios para el desarrollo de su imaginación, su cultura general y que despierten la compulsividad necesaria para este ejercicio de incrementar sus conocimientos.
¿Qué tan difícil les será entender eso a los gobiernos, los bancos multinacionales, los grandes holdings empresariales y los grandes aparatos burocráticos dedicados a promover la educación, la ciencia y la cultura en el mundo como la UNESCO?
Este domingo, revisando la prensa internacional y tratando de hurgar por temas ajenos a la guerra y a la política mexicana tan descompuesta en estos últimos días, el suscrito ‘tropezó’ de algún modo con una nota por demás extraña e insistentemente inquietante para él, como para mucha gente: el ‘metaverso’ o los ‘metaversos’.
Y adentrándose un poco en las definiciones y los antecedentes, se pudo aclarar y de algún modo corrobar la vaga idea que sobre el particular se tenía del tema.
Es la promoción y venta gradual de “un universo que está más allá del que conocemos actualmente”, dice grandilocuentemente promoviendo un vídeo su producto, el jóven prodigio californianio, Mark Zuckerberg, creador y propietario de los derechos del multicitado y célebre ‘libro de las caritas’, el ‘Facebook’ en español, compañero obligado ya de millones de mexicanos de todas las edades y de ciudadanos del mundo.
Zuckerberg, a la vez uno de los hombres más ricos del mundo, en su promocional de YouTube, donde cada vez se asemeja más a uno de sus muñecos o ‘avatars’, no sé si por la acción ya del silicón o como simple acto de representación de sus propios productos que vende a través de las también gigantes Instagram, WhatsApp, Messenger, Oculus, entre otras además de Facebook; dice orondo que “el metaverso promete cambiar la forma en la que interactuamos”… y es aquí donde cualquier analista ‘anti fifí’, formado en el materialismo histórico y en el latinoamericanismo, podría preguntar contextualizando a Facundo Cabral en ‘Los ejes de mi carreta’… “¿Y también permuta el hambre por satisfacción y solventa las necesidades materiales de la gente?”… “porque hambre para qué quiero, sino tengo qué comer”, recitaba el desaparecido cantante.
“Es un nuevo ecosistema virtual y tridimensional (3D) en el que los usuarios pueden interactuar entre ellos, trabajar, jugar, estudiar, realizar transacciones económicas, entre muchas otras posibilidades. Todo ello de forma descentralizada (y sin sentir sensaciones corporales, sólo emocionales)”, resume más adelante el magnate que promociona con insistencia en redes y medios electrónicos esto que, hoy por hoy, afortunadamente, sólo llega a ser un juego perverso.
Perverso por cuanto el ‘invento’ propone una vida alternativa o paralela para todo aquel individuo que no halle qué hacer con su desafortunada existencia o que simplemente “quiera experimentar nuevas formas de convivencia y satisfacción extrasensorial”.
“¡Ay criatura, es el fin del mundo!” dijera mi abuela Q. E. P. D. allá en mi rancho… “¡Si los judíos (The Coca-Cola Company) nos venden ya el agua en botellitas de plástico, cualquier rato nos van a querer vender el aire y el sol por kilos también!”… y no andaba muy errada mi santa abuela.
Zuckerberg, otro heredero de Sión, nos quiere vender la vida que nunca tuvimos… o que siempre quisimos.
Cuando poco nos faltaba ya con tanto desorientado en las calles y personas enajenadas por los excesos del liberalismo mal encausado y de la ausencia de moral pública y privada, en todas las sociedades del mundo, no nomás en la mexicana, aparece este proverbial producto… ‘el remedio y el trapito’.
De por sí, el ‘Metaverso’ o Meta-Universo, no es un concepto tan nuevo. Apareció hace varias décadas en el libro ‘Snow Crash’, una historia de ciencia ficción escrita por Neal Stephenson y que luego fue llevada al cine.
Y cuando se habla de metaverso no se alude a una plataforma o marca en específico, sino al concepto de espacio virtual.
Ya existen incluso compañías de videojuegos en línea, como ‘Roblox’, que cuenta con su propio metaverso y es pionera en el desarrollo de varios aspectos, en parte, por su experiencia con los mundos virtuales creados por sus usuarios, así como por la celebración de grandes eventos en su plataforma.
Hay también otras plataformas como Decentraland o The Sandbox, que han desarrollado sus metaversos.
De hecho, Mark Zuckerberg decidió cambiar el nombre de Facebook por el de Meta, representándolo con la letra del alfabeto griego del mismo nombre, que representa también al infinito; como una muestra de la importancia que tiene el proyecto para su conglomerado de empresas tecnológicas.
Pero ¿Cómo funciona?
Con el metaverso el límite de la pantalla se desvanece, ofreciendo una experiencia inmersiva (te sumerge virtualmente), como si estuviéramos dentro de un videojuego y nos moviéramos por medio de un ‘ávatar’ (muñeco con rasgos y datos personales nuestros, incluyendo el teléfono y el nombre propio) que nos representa y que es capaz de tocar y mover objetos, de relacionarse con otras personas (o avatares) -convocados o no- y de influir en el entorno.
Aunque al metaverso es posible entrar desde el ordenador, los dispositivos como las gafas de realidad virtual y realidad aumentada, por ejemplo, ofrecen una experiencia aún más real.
¿Qué puede hacerse en Multiverso?
Trabajar, divertirse… comprar; así recomienda Zuckerberg en su promocional; lo cierto es que se antoja lejano el día en que el programa ese tenga una aplicación en el ámbito de la vida virtual. El mundo no está aun preparado para un mercado y un sistema de gobierno virtual de manera global aún.
Dos casos significativos de los riesgos sociales y médicos del ‘Metaverso’ que debieran llamar a la preocupación… a la reflexión:
El caso de Brayan -N- (castellanizado de Bryant, que es un nombre de origen sajón), un adolescente de 17 años cumplidos que presenta severo trastorno de personalidad, decretado desde hace varios meses por un par de médicos especialistas en alta psiquiatría, uno del sector salud público (Centro Médico Nacional del IMSS) y otro privado.
Brayan es habitante de la colonia Impulsora, en el municipio de Ecatepec, Estado de México, que abandonó el segundo año de secundaria porque de plano, un buen día, luego de haber permanecido todo un fin de semana pegado a la computadora, interactuando en su metaverso favorito, en su faceta de futbolista exitoso, no pudo soportar ‘el golpe de realidad’ de tener que dejar de ser alguien parecido a Cristiano Ronaldo, fibroso en su complexión, de rasgos occidentales y muy rico, para asumirse simplemente, alumno de segundo de secundaria, de complexión bastante robusta, chapeteado, pelo lacio y que tenía que tomar la pesera todos los días para llegar a la escuela.
Mientras que su ávatar tenía las novias más bellas y llegaba en uno de los 7 Ferraris que tenía disponibles para cada día de la semana.
Y es su señor padre el más compungido porque se responsabiliza a sí mismo de haber dejado a Brayan tanto tiempo como encargado del Cybercentro de su propiedad, desde los 10 años de edad aproximadamente, tiempo en el que niño-adolescente terminó por enajenarse de los juegos virtuales donde interactuaba con chamacos y adultos de todo el mundo… y más recientemente con los famosos ‘metaversos’.
El niño seguía en su casa conectado hasta altas horas de la noche ensu recámara, sin que los padres le dijeran nunca nada.
Brayan no comía bien en todo el día, tomaba poca agua, pero eso lo suplía con gaseosas de todo tipo y pastelillos con mucha azúcar, fritangas y carbohidratos de todo tipo. Hasta hace poco sucedió lo inesperado y deplorable. Algún accidente imperceptible cerebro-vascular o algo así, confinó a Brayan a estar sentadito y ensimismado; dejó de reconocer muchas funciones de auto asistencia básicas y habla menos… es otro muchacho. Toda una vida ganada por el ambicioso mercado de las plataformas… y perdida por esa familia que extraña la sonrisa de Brayan, su ‘chispa’, su carácter alegre, sus palabras cariñosas y articuladas para sus padres y hermanos.
Y el otro caso, es el singular y hasta peculiar caso de
caso de Nina Jane Patel, una empresaria británica, que se dijo agredida sexualmente .
“Tocaron y manosearon mi avatar sin mi consentimiento. Mientras tanto, otro avatar se hacía selfies”, argumentó.
Su testimonio no es un caso aislado, otros visitantes de metaversos de distintas plataformas han informado de incidentes similares.
Su asaltante le mostró luego las fotos virtuales de la escena. Fue en ese momento que la empresaria, que también es vicepresidenta de investigación sobre metaverso en la empresa de realidad virtual Kabuni Ventures, se dio cuenta de que había sido víctima “de una agresión sexual”.
“No hay realidad física”
Por lo que el derecho tampoco podría extender su campo de aplicación tan integralmente pues, porque sanciona sólo hechos y actos jurídicos del hombre , que en ambos casos, deben tener una manifestación material de lo reprochable o tangible; porque “a derechos reales corresponden acciones reales… y a derechos naturales, corresponden acciones también naturales”.
El caso aquí, que se está demandando la protección punitiva del Estado para un hecho irreal, que se pensó o se imaginó que fue perpetrado en la humanidad de la empresaria; que dice ella que no le causó ningún daño físico, pero que considera “que sí le afectó pues emocionalmente la dañó”.
Aunque según esto, “La realidad virtual consiste esencialmente en hacer creer a tu cerebro que el mundo virtual que te rodea es real”, explica Katherine Cross, que lleva a cabo un doctorado en la universidad de Washington y que es especialista en acoso en línea.
“Cuando hablamos de acoso en la realidad virtual – por ejemplo una agresión sexual -, lo que significa en realidad es que tu cuerpo, inicialmente, lo considera ‘real’ antes de que la parte consciente de tu cerebro se dé cuenta de que no ocurrió físicamente”, detalla.
Las implicaciones legales son vagas, aunque esta investigadora considera que la legislación contra el acoso sexual podría aplicarse en esos casos.
Definitivamente no se puede sancionar algo que no existió en la realidad. Como no se puede dejar de lado la importancia que los ‘milenials’ al entrar en contacto con este nuevo producto de la cibernética, lo hagan con una supervisión simultánea de un adulto o tutor; o en el mejor de los casos , lo hagan para fines de carácter educativo o productivo.
Porque el ‘Multiverso’ debe servir algún día no muy lejano, para promover la cultura, la historia , la ciencia, la tecnología, los idiomas, la música y hasta el deporte… pero no vidas paralelas… o vidas alternativas.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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