Luis Alberto García / Moscú
* Primeros amonestados y cambios de jugadores en debut ante Rusia.
* Copa del Mundo con transmisión televisiva en colores.
*El estreno futbolístico fue mediocre, con un 0-0 sin gracia ni calidad.
*Con un empate y dos victorias, el anfitrión cayó frente a Italia.
El 24 de junio de 2017, Rusia y México tuvieron su más reciente enfrentamiento en la Copa Confederaciones; pero, sin duda alguna, de entre los doce duelos que han sostenido ambos países, el más recordado es el de 1970, no por un motivo, sino por varios, todos igualmente memorables.
México y Rusia – el país que heredó el nombre de la Unión Soviética a partir de agosto de 1991-, se han enfrentado en esa docena de veces, con solo una victoria para el representativo que los suyos llaman el “Tri”, por los tres colores de la bandera nacional mexicana.
Sin embargo, el duelo que quedó en la memoria fue el inaugural del Campeonato Mundial de 1970 en un Estadio Azteca inaugurado cuatro años antes, y el primero en la historia en el que se usaron tarjetas de amonestación y expulsión, cambios de jugadores durante los partidos y el inicio de las transmisiones por televisión en color.
En junio de 2017, al cumplirse 47 años del partido que abrió una de las Copas del Mundo más recordadas desde la creación de torneo en 1930, las dos formaciones se volvieron a enfrentar en Kazán ese día 24, con un triunfo (1-2) de los rusos, que lograron su pase a las semifinales de la Copa Confederaciones, no obstante haber sido derrotados (0-1) por Portugal tres días antes
Con un fácil triunfo (2-0) en el duelo de inauguración contra Nueva Zelanda, aquel recordado partido entre México y la Unión Soviética, jugado el domingo 31 de mayo de 1970 en un estadio que ya se hacía llamar el “Coloso de Santa Úrsula” –barrio del Sur de la Ciudad de México, inaugurado en 1966 ante 107 mil espectadores-, también pasó a la historia porque decepcionó por el resultado, ya que los mexicanos esperaban un triunfo que no se dio.
Con el objetivo de adaptarse a los horarios europeos, algunos partidos comenzaron a mediodía, una decisión discutida firme y acaloradamente por directivos, periodistas, médicos, y especialmente por jugadores y entrenadores, por el intenso calor en México a esa hora, variable entre los 25 y los 32 grados F. de temperatura.
Además, había mucha expectación porque la Federación Internacional de Futbol (FIFA) había decidido introducir las tarjetas como sistema de control para terminar con la violencia en los juegos, que se había impuesto sobre todo en Inglaterra 66, que ganó la Copa Jules Rimet con juego sucio y por decreto.
También se permitieron los cambios de jugadores sobre la marcha, en vista de que, hasta entonces, solamente se podía sustituir al arquero por lesión grave, de modo que fue al equipo que dirigía Gavril Katchalin el que, digamos, tuvo el honor de entrar en la historia por realizar la primera sustitución: Anatoli Punzach entró en el terreno de juego por Víktor Serebrianikov en el minuto 46, al iniciarse el segundo tiempo.
Bajo la dirección del alemán Kurt Tschenscher y de los abanderados ingleses Keith Dunstan y John Taylor, el equipo mexicano que conducía el medio campista y participante en tres Copas del Mundo, Raúl Cárdenas, alineó así:
Ignacio Calderón, Gustavo Peña, Mario Pérez, José Vantolrá, Javier Guzmán, Guillermo Hernández, Héctor Pulido, Horacio López Salgado, Mario Velarde, Javier Valdivia y Javier Fragoso.
En la banca, como suplentes, estuvieron Antonio Mota, Francisco Castrejón, Juan Manuel Alejandrez, Francisco Montes, José Luis González, Marcos Rivas, Antonio Munguía, Enrique Borja, Aarón Padilla, Isidoro Díaz y Juan Ignacio Basaguren.
Gustavo “Halcón” Peña –ex defensa del Oro de Guadalajara y activo en el Cruz Azul-, fue el primer jugador mexicano amonestado en una Copa del Mundo, a los 3 minutos de iniciado el encuentro.
Katchalin colocó en su alinación titular a Anzor Kavazashvili, Vladimir Kaplichni, Evgeni Lovchev, Gennadi Logofet, Albert Shesternev, Kakhi Asatiani, Vladimir Muntyan, Viktor Serebryanikov, Anatoli Bishovets, Gennadi Yevryuzhikhin y Givili Nodiya.
Aguardando como reservas a cualquier cambio, estuvieron Lev Yashín, Leonid Shmuts, Valentin Afoni, Revaz Dzodzvashvili, Valeri Zikov, Murtaz Khurtsilava, Nicolai Kiselyov, Slava Metreveli, Anatoli Puzach, Vitali Khmelnitski y Valeri Porkuyan.
Por primera vez en la historia de las Copas del Mundo en un detalle más que significativo que ejemplifica el estilo rudo y de fuerza física del equipo nacional de la Unión Soviética-, el árbitro galés, Benjamin Griffith sancionó a cuatro de ellos con tarjetas amarillas: Asatiani, Logofet, Nodiya y Lovchev.
A casi medio siglo de distancia, en 2017, el director técnico de México, el colombiano Juan Carlos Osorio, volvió a su voluble hábito –que disgusta a buena parte de la afición mexicana- de aplicar sus ya célebres “rotaciones”, consistentes en sacudir sorpresivamente la alineación, sin que haya usado una formación fija o definitiva durante toda su gestión desde 2015.
Sin embargo, el partido de la Copa Confederaciones de 2017 contra Rusia no fue el más tenso en el cual se enfrentaran estas dos selecciones en una competencia internacional, sino el de 1970, cuando los europeos aún jugaban integrados a la Unión Soviética; pero esa última vez con los papeles invertidos: los soviéticos eran los visitantes y querían estropearle su fiesta a los mexicanos frente a toda la nación.
En aquella época, Katchalin –ya al mando de la Sbornaya, la selección que era un orgullo nacional con Lev Yashín y Slava Metreveli como sus máximos exponentes sobre la cancha- logró configurar un equipo poderoso, con mucha fuerza física y un orden táctico nunca imaginado.
Hay un dato interesante para la historia de las Copas del Mundo: cuatro años antes, la Unión Soviética había conseguido el cuarto sitio en Inglaterra, al caer (2-1) contra Portugal en el último minuto del encuentro dirigido por el inglés Kenneth Dognall, con un gol de José Torres, el 20 de julio de 1966, en el estadio de Wembley.
El otro tanto de los portugueses fue obra de Eusebio da Silva Ferreira, el mozambiqueño que concluyó con nueve en su cuenta personal, coronándose como artillero mayor del certamen, mientras Eduard Malofev anotaba el único gol de los suyos a los 43 minutos del primer tiempo.
En 1970, el equipo soviético llegó a México el 19 de mayo, tras una gira de preparación por Colombia y Ecuador, países con ciudades y condiciones similares -según sus dirigentes-, de clima y futbol a los que enfrentaría en la Ciudad de México.
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