Hasta hace unas tres décadas, México para el mundo seguía siendo cabeza de ratón de América Latina y cola de león de los Estados Unidos de Norteamérica.
Pero esa sui generis situación geográfica de nuestro país en razón de sus relaciones internacionales se ha ido modificando en las últimas décadas. La globalización llegó de lleno a México y eso significó riesgos y oportunidades.
No obstante, nuestro país no puede aún presumir de logros que den verdadera certidumbre para su despegue.
Un país con oferta inmensa de mano de obra barata, en razón de los grandes rezagos educativos, tecnológicos y hasta de altos márgenes de pobreza, no puede ser competitivo con las naciones que marcan el paso hegemónico planetario.
Nuestra entrada al mundo global, nos sigue ubicando entre los países con bajos niveles de desarrollo. Y no lo podemos refutar.
Una cosa es que las grandes ciudades mexicanas estén creciendo de manera veloz en infraestructura y otra que ese aumento signifique beneficios reales para la población de origen.
Los países de vanguardia en el mundo hoy en día ya no son sólo los que tienen un desarrollo económico considerable y que se refleja en el bienestar de su población en razón de su ingreso per cápita, sino sobre todo aquellos que han consolidado un adelanto ético, moral y de respeto a los derechos humanos entre toda la composición de su sociedad.
Así que pese a que México ahora ofrezca plataformas de inversión y crecimiento económico para quienes quieran invertir en nuestro país y crear fuentes de empleo para propios y extraños, el asunto es que estamos no sólo en rezago, sino hasta en estado retrógrado en cuanto a lo que es moral, ético, justo y responsable.
Para empezar, por lo menos no es bien visto, salir al mundo a presumir nuestras puertas para la inversión extranjera y señalar que son y serán de máxima productividad para los interesados y a la vez mostrar enojo cuando esos posibles inversores señalen nuestros rezagos en materia de derechos humanos y otros valores de justicia.
No se vale querer poner el balón en la cancha y pensar que nadie tiene derecho de tocarlo, ya no digamos de patearlo.
El que se lleva se aguanta y México tiene que correr los riesgos de la globalización tan presumida, porque las oportunidades, se espera aún estén por llegar.
Acta Divina… El presidente Enrique Peña Nieto llegó a ocupar en la lista de Forbes de las personas más poderosas del mundo el número 60 y ahora ocupa el número 37.
Para advertir… Si la lista de desaparecidos en México cuenta miles, que podemos esperar del respecto y la justicia a otros derechos que sistemáticamente son violados a millones de mexicanos.
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Cierto, dinero siempre hay. Pero la distribución es selectiva y para unos pocos.