Joel Hernández Santiago
La IX Cumbre de Líderes de América del Norte fue todo un éxito diplomático. Ese día, el 18 de noviembre, los presidentes de México, de Estados Unidos y el primer ministro de Canadá hicieron derroche de bonhomía, de cordialidad, de bien-estar y de ‘aquí todo está bien’.
Los protocolos marcados por el gobierno del presidente Biden se siguieron a pie juntillas y todos estuvieron muy bien portados. Como si fuera una reunión de ‘amigos’…
No hubo los mensajes sesgados, diatribas, acusaciones, sanciones, presiones y recados bajo la mesa que ocurren en el día a día entre los tres países de Norteamérica, sobre todo en los últimos meses entre los gobiernos de México y de EUA.
Nada que ver con la tardanza en reconocer el triunfo electoral del demócrata Joe Biden; nada que ver con la insistencia del mismo mexicano que recuerda con tanta cordialidad al ex presidente de EUA, Donald J. Trump –el mismo que odia a los mexicanos y a lo mexicano–, entre cuyos gobiernos acordaron alianzas estratégicas favorables al estadounidense.
Joe Biden hizo mutis y diplomacia. Dejó de lado el resentimiento y puso por encima la regla de tres. Y por lo mismo convocó a esta reunión apenas un día después a que el presidente mexicano habló ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por el mes que habría de presidirlo la representación mexicana, según reglas establecidas.
En esa ocasión, el 9 de noviembre, en su discurso, el mandatario mexicano trasladó a los 15 representantes-comisionados, su lucha contra la corrupción y la herencia maligna del neoliberalismo en las políticas económicas del mundo. Los delegados de China y Rusia le hicieron ver que estas observaciones las hiciera en el área correspondiente de la ONU pues el Consejo de Seguridad atiende temas de seguridad mundial.
Nada. Esta vez, el 18 de noviembre, el presidente mexicano llevó un discurso bien estructurado, con solidez en lo que quería decir y sin caer en acusaciones, diatribas o descalificaciones, toda vez que él mismo dijo ahí que Biden ha sido respetuoso de la soberanía mexicana…
Al final de cuentas ganaron por igual los tres mandatarios. Ni uno más ni uno menos. Pero falta por saber cuál será el resultado real de esta reunión de mandatarios de América del Norte.
Queda claro que no hubo acuerdos firmes y firmados por los que cada uno se comprometiera a seguir lineamientos o políticas o estrategias o diseños y rediseños de programas de gobierno para la región. Lo único que se ve ahí es una serie de buenos propósitos; falta por saber si se concretarán.
Si del dicho al hecho será realidad ese continente americano integrado en una sola fortaleza económica, como propuso el gobierno mexicano a la vista de una Latinoamérica tan dividida hoy.
Si los migrantes serán bien recibidos y sin gestos de “fuchi” y en favor del aprovechamiento de su fuerza de trabajo por los gobiernos del norte, toda vez que en el Congreso estadounidense se manifestó apenas unos días antes para que el presidente Biden presionara al gobierno de México por la holgura con la que –dicen- está manejando el paso migratorio de centroamericanos hacia Estados Unidos… “Que los contrate México”, dijeron allá.
Si la vacunación se incrementará como demandan los gobiernos del norte y para lo que pusieron como ejemplo que ya están vacunando a niños de 5 años en adelante –tres millones ya, dijo Biden, Si el gobierno mexicano decide sacar del almacén las treinta millones de dosis de vacuna que tiene reservadas para “algo”…
Mientras que el gobierno mexicano insistía en el tema “soberanía”, el presidente de Estados Unidos insistía en el tema “democracia”.
En todo caso la reunión convocada por Joe Biden en Washington y a la que no se pudieron negar el presidente de México y el primer Ministro de Canadá fue un encuentro diplomático que está lleno de letras chiquitas en su contenido y de acuerdos a puerta cerrada.
Ya sabremos cuáles son los compromisos adquiridos por cada uno y, sobre todo, que comprometió el gobierno mexicano para mantener la relación entre ambos países en buenos términos, habida cuenta de que las relaciones comerciales son de altísimo voltaje, el tema de la seguridad pública (crimen organizado, violencia criminal, delincuencia, narcotráfico) hacen que EUA insista en que se solucione e, incluso, en intervenir. ¿Y la seguridad nacional de México?
Las relaciones entre el gobierno de México y el de EUA no son las mejores ni están en los mejores términos hoy, a pesar de las fotografías a todo color y sonrientes y amigables.
El mismo día de la reunión el presidente Biden firmó una ley que permite juzgar en suelo estadounidense a quienes atenten contra sus funcionarios en el extranjero, promovida en honor a un agente migratorio asesinado en México en 2011 y a su compañero herido. Y el Congreso le aprobó su “Build Back Better”, con incentivos fiscales para la compra de autos eléctricos fabricados en EUA, con lo que le pega a México.
“Sembrado Vida” pasa a prueba piloto para apoyar el “quédate aquí” en Honduras y sur de México. Son apenas 30 millones de dólares asignados por EUA al programa.
En fin, que en efecto fue un triunfo de la diplomacia. Los dos presidentes y el primer ministro salieron triunfantes. Políticamente correctos. Al público las fotografías de la cordialidad. Pero falta conocer cuáles fueron los compromisos secretos en la reunión para saber quién ganó o quién perdió en ella. Mientras tanto, nadie puede cantar victoria.