Emilio Trinidad Zaldivar
Ya no nos podemos permitir en México el asalto de los poderes Ejecutivos sobre los otros dos poderes que debieran tener autonomía sin chistar, sin dudar, sin señalar, sin ser amenazados.
Hemos vivido durante décadas en el engaño, en la simulación, en la violación a las leyes, a la Constitución, al mandato del pueblo. No existe la soberanía de los estados como dice la Carta Magaña; no
vemos la autonomía de los municipios, todos reportan o al gobernador o a la presidencia de la República.
Lo anterior sale a colación por el reciente pretendido golpe de estado al Congreso local por parte de la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, quien de forma descarada, cínica, sin pudor alguno, por encima de la ley, atropellando a la representación popular de los diputados locales, quiso darle en la cabeza -utilizando un supuesto poder autónomo a ella, el legislativo- al movimiento que logró el inobjetable triunfo en las urnas el pasado primero de julio, para quitarle al Congreso, autoridad y autonomía.
La dama creyó que por la mayoría legislativa que en su estado tiene su hoy anulado partido, el PRI, podría manipular voluntades. Quizás lo legre, pero será a un costo sumamente elevado para los que hoy
se ven como sus súbditos, no como sus contrapesos, los diputados locales.
Pareciera que la señora gobernadora no le aprendió a Manlio Fabio Beltrones el arte de la política, y sin pudor alguno, pretendió convertirse en monarca y en la todo poderosa; olvidó que fue electa por seis años, no para gobernar a una nación y ser heredera del trono. Aquí no hay reyes y herederos, eso -parecido en México hace ya varios años- se acabó con Ernesto Zedillo.
Pobre México, pobre Sonora.
Por fortuna, voces como las de Alfonso Durazo Montaño se hicieron escuchar para señalar atropellos. Alfonso es hombre de la brega política, de la batalla del día a día. Conoce los rincones del poder, los
vivió, los disfrutó, los sufrió. Sabe de tiempos de silencios y de tiempos de alar la voz. Sabe de traiciones y de lealtades. Conoce pues la política al derecho y al revés.
A la señora gobernadora, se le secará el engrudo que creó en aquella tierra generosa del norte de nuestro país.
Ya lo veremos.
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