Por Katya Ortega
“Aunque tú no te intereses en la guerra, la guerra se interesará en ti.”
— León Trotsky
Esta frase se le atribuye a Trotsky, un revolucionario ruso y teórico marxista que vivió la caída del Imperio Ruso, la Revolución Bolchevique de 1917 y la guerra civil que siguió.
(Suficientes batallas como para tomar en serio sus palabras.)
Trotsky sostenía que nadie podía ser verdaderamente neutral en tiempos de revolución o guerra.
Pero México sí lo es… ¿o no?
En la guerra entre Irán, Israel y Estados Unidos, muchas cosas se han dicho y hecho, y aunque México no participa directamente, la geopolítica no permite espectadores.
México y su relación con los países en conflicto.
México–Estados Unidos:
La relación es compleja, dependiente y multifacética. Compartimos más de 3,000 kilómetros de frontera y una economía entrelazada gracias al T-MEC.
Por ello, cualquier decisión económica, militar o diplomática de nuestro vecino tiene efectos inmediatos en nuestro país.
México–Israel:
México reconoce oficialmente a Israel como un Estado legítimo, y las relaciones diplomáticas han sido estables desde hace más de 70 años.
Israel ha sido un proveedor clave de tecnología militar y cibernética, y un socio en seguridad e innovación agrícola.
México–Irán:
La relación es distante.
El comercio bilateral es marginal y las posturas políticas son opuestas.
Mientras México promueve un enfoque laico y diplomático, Irán actúa en nombre de principios religiosos, con una estructura de poder que fusiona Estado y fe.
Como hemos visto, entonces, aunque distante, México y sus lazos económicos con EE. UU., su vulnerabilidad a los precios del petróleo y su papel en organismos multilaterales no le permiten ser un simple espectador.
Más allá de la pólvora: el abismo ideológico
Las diferencias culturales entre estas naciones son profundas y determinantes, y condicionan desde la política exterior hasta la historia, la identidad de cada país, su visión del poder y la noción de justicia.
Irán no es solo un país en guerra. Es una república islámica donde la religión rige la vida pública, la libertad de expresión es restringida, y las mujeres viven bajo un sistema legal profundamente desigual.
¿Neutralidad institucional… o moral?
México ha sido históricamente neutral.
Pero la neutralidad del Estado no implica que la sociedad civil deba serlo también.
Y aunque algunos podrían considerar válidas las razones de Irán —su derecho a defenderse, a enriquecerse nuclearmente, a resistir a Occidente—, conviene hacer una pausa y mirar más allá del poder militar: la ideología que lo respalda.
Las guerras no solo destruyen ciudades: sacuden conciencias.
No solo cimbran la tierra: también la mente.
Si México viviese bajo el régimen iraní, ni siquiera estarías leyendo estas palabras.
Porque la libertad de prensa sería una ilusión,
porque escribir esto sería considerado subversivo,
y porque una mujer opinando sobre política internacional sería inaceptable (vaya paradoja para un país cuya presidenta es mujer).
Entender la guerra desde distintos ángulos es esencial,
pero también lo es reconocer desde qué posición privilegiada miramos y qué tipo de mundo estamos dispuestos a defender.
Porque hay guerras que se luchan con misiles…
y otras, que se libran con ideas.
Y aunque los mexicanos no empuñen un arma, sí deben elegir con qué principios quieren caminar en este mundo cuando el humo se disipe.
kat.orthern19@gmail.com