Joel Hernández Santiago
Le colgó el teléfono. Esa fue la actitud que tomó Donald Trump, el presidente de los republicanos estadounidenses, en la llamada del martes 20 de febrero con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto.
Estaba enfurecido porque allá le niegan los recursos para su locura, como es el muro con México y porque el programa DACA es defendido por tirios y troyanos, lo que afecta a su programa migratorio restrictivo.
Enfurecido colgó porque el presidente Peña Nieto le dijo que no podía anunciar que México pagaría la construcción de su muralla, con lo que seguramente allá le liberarían los recursos generando una hipoteca que pagaríamos pues se adquiriría el compromiso.
Una semana después, el mismo Trump envió a México a un cartucho quemado: su yerno Jared Kushner, para apretar tuercas. Para decir que “si son buenos chicos” el presidente de EUA será amigo de México y hasta podría recibir al presidente mexicano en la Casa Blanca… al mismo que le colgó y al que ningunea allá cada que quiere y puede.
El mismo jueves 7 en Washington el presidente estadounidense dijo que en lo del arancel al acero y al estaño con el cual venía amenazando hace días, Canadá y México podrían quedar exentos si se logra un buen Tratado de Libre Comercio México-EUA-Canadá. Esto es: toma y daca.
En primer lugar Trump manda a México a su yerno, quien en estos momentos anda de capa caída porque le descubrieron marrullerías en sus negociaciones con otros países, además de que aún se investiga su vínculo durante la campaña con el gobierno ruso, aun del tipo mercantil. Hace apenas unos días se ordenó que le restringieran información privilegiada del gobierno de Estados Unidos por todos esos antecedentes y por el riesgo que representa para EUA.
Pues a ese señor lo mandaron a apretar tuercas al gobierno mexicano. Y lo peor: el gobierno mexicano lo recibe con bombos y platillos como si fuera un triunfo de su propia diplomacia y lo trata como a sultán en tierra ignota.
Por supuesto no se trata de ser descorteces son los visitantes a México, pero el grado de sometimiento que se demuestra con este tipo de aparatos mediático como logístico y ceremonial es indignante para todos.
En su desesperación porque las cosas no le salen bien al presidente republicano, se agarra de todas para intentar una forma de chantaje, de extorsión y de intervención.
Dice que México se ha portado bien en eso de las negociaciones para actualizar el TLCAN. Y de nuevo la pregunta: ¿Qué es portarse bien según Trump? ¿Cumplirle sus caprichos? ¿Decir sí a sus mandatos? ¿Dar México más que recibir? ¿Ajustar el cinturón mexicano para holgura estadounidense?… Canadá se ha puesto más al brinco y ya ha amenazado que si no hay TLCAN no tendrá problemas –y aunque los tenga- seguirá buscando vía alternas.
México por su parte sufre. El representante mexicano, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, obedece instrucciones presidenciales y dice que todo va bien, que vamos bien. Que se defienden los intereses de México. ¿En qué parte de esta defensa estamos? ¿Qué ha defendido?
Y aquí una pregunta indispensable: ¿Qué pasará con México si se da por terminado el TLCAN? Antes de su firma el 1° de enero de 1994 ¿cuál era el estado de la economía nacional y cual es hoy?
Urge-es indispensable que el gobierno mexicano informe a todos aquí cuáles son los compromisos comerciales y de toda índole que tienen que ver con el famoso Tratado. Urge conocer los términos de la negociación: con peritas y manzanas para los no especializados pero con criterio.
Urge saber si el Presidente Enrique Peña Nieto y su gobierno están defendiendo los intereses mexicanos o están defendiendo los intereses del régimen.
Esto es: puntualmente decirnos a menos de un año de su salida del gobierno: ¿Qué nos está heredando en la relación con Estados Unidos en materia comercial –TLCAN-; en materia migratoria; en materia de seguridad nacional; en materia de respeto a migrantes mexicanos; en materia de intervención en asuntos de narcotráfico y, sobre todo, en materia de respeto a los mexicanos y a México?
Lo que se ve hasta hoy es indignante por el grado de sometimiento que muestra el gobierno mexicano. Ojalá fuera distinto. Aún hay tiempo de enderezar las velas. Pero mientras son peras o son perones resulta inaudito que el señor Videgaray insista en que su relación amistosa con Kushner es la llave maestra que abre la Casa Blanca.
Ya pasó el bochornoso asunto de la visita de Trump a México durante la campaña, en momentos en que éste vivía mentándonos la madre: Kushner-Videgaray; ahora se dice que sólo sí nos portamos bien en lo del TLCAN y somos ‘amigos’ de Trump, entonces Trump “podría” recibir a Peña Nieto en la Casa Blanca: Kushner-Videgaray.
Vaya cara dura de estos tipos: Trump y sus enviados y del gobierno mexicano que permite estas majaderías sin contestar de forma diplomática pero firme, contundente, digna y honorable.
Porque México no se agota en su presidente y en su gente. México somos los 125 millones de mexicanos que trabajamos, vivimos, nos reproducimos y queremos seguir siendo respetuosos y respetados. Ni más, ni menos.