Mouris Salloum George
VOCES DEL DIRECTOR
Desde Filomeno Mata 8
Siempre resulta buen ejercicio aprender un cabeza ajena.
Por inexplicables motivaciones sicológicas – no obstante que en 18 años México pasó recientemente por dos usurpaciones presidenciales-, los hombres del poder político se sienten blindados contra las disolventes experiencias de los pueblos latinoamericanos durante el siglo XX y lo que va del XXI.
En poco más de medio siglo, a partir de 1964 en Brasil y 1966 en Argentina, las repúblicas de la región han visto perturbada la paz política. Los golpes de Estado, algunos disimulados bajo la máscara de juntas cívicas, han esterilizado la democracia. Para la siguiente década el efecto dominó pegaba a Bolivia, Chile, Uruguay, de nuevo Argentina. En 2020, el espectro sigue presente en Brasil y Bolivia.
A pocos queda duda que esa estrategia de militarización tuvo como objetivo desplazar de su centralidad al Estado como agente articulador de la vida pública y económica para dejar su espacio a las estructuras del neoliberalismo. Los militares y sus secuaces civiles aceptaron alegremente el papel de perros guardianes del capitalismo globalizado.
El pueblo chileno rinde memoria al doctor Salvador Allende
El pueblo chileno conmemora hoy 47 años del golpe de Estado y el asesinato del doctor Salvador Allende. Llegó al Palacio de la Moneda en su cuarta tentativa: 33 meses les bastaron a los conspiradores para derrocarlo por la vía armada.
En México, en focalizados enclaves de la derecha empresarial y confesional se ofrecieron te deums, saludando la consagración del general Augusto Pinochet como jefe de la Junta Militar usurpadora.
Es cosa de revisar los meses del corto mandato del líder de la Unidad Popular hasta su trágico desenlace y darle una segunda lectura a los papeles de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, en los que se documentan las operaciones subversivas contra un gobierno emanado de las urnas.
Diversas troneras; misma consigna, saca Palacio al tabasqueño
Este septiembre mexicano se inició bajo un signo ominoso: Las redes sociales le dieron vuelo a un comunicado del sedicente Ejército Revolucionario Indígena (ERI), emitido desde algún lugar de los Altos de Ocosingo, que contiene una declaración de guerra contra el Estado mexicano, exige el retiro del Ejército y la Guardia Nacional de territorio chiapaneco y cuestiona el T-MEC.
Con independencia de a que conclusión arriben los aparatos de Inteligencia, el hecho se inscribe en la larga cadena de airadas expresiones que se han dado desde la transición presidencial en contra de la Cuarta transformación en 2018.
Los frentes son de variada factura pero tienen en centro de sus convocatorias el llamado a sacar de Palacio Nacional al mandatario tabasqueño. Son, la mayoría de sus activistas, de la sociedad civil que se parapetan en su condición de ciudadanos aunque en algunos casos resulta visible el auspicio de algunas cámaras del sector empresarial.
En ese marco se da la vandálica toma de instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el Centro Histórico de la Ciudad de México. No se requiere acudir a servicios especiales para confirmar la identidad de los perpetradores; algunos, agazapados escaños y curules del Congreso de la Unión-
Diez gobernadores conspiran contra el Pacto Federal
La semana pasada, 10 mandatarios estatales de tres partidos de oposición y uno independiente anunciaron su retiro de la Conferencia Nacional de Gobernadores. Si bien la decisión tiende a disolver esa repesentación, el búmeran golpea el Pacto Federal y rompe relaciones de aquellos estados con Palacio Nacional.
El acuerdo de la Alianza Federalista fue proclamado desde Chihuahua por el gobernador panista Javier Corral Jurado. A las pocas horas estalló en el norte de la entidad el conflicto por el agua. La violencia campeó en esas manifestaciones. Raros métodos de anunciar “la nueva normalidad”. Allá quienes toman las cosas a la ligera.
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.