La seguridad nacional continua en paso veloz en declive, para desgracia de México y de sus habitantes, el pomposamente llamado Centro de Investigación y Seguridad Nacional, que todos sabemos es un Órgano Desconcentrado de la Secretaría de Gobernación ha perdido el rumbo, hasta la fecha ha mostrado una absoluta y total ineficacia como Centro de Inteligencia Nacional.
Como por todos debe de ser conocido la seguridad nacional es un requisito SINE QUA NON para garantizar la integridad, seguridad y estabilidad del Estado Mexicano. Uno de los cimientos más solidos que debe y tiene que poseer lo es sin dubitación alguna el velar por los intereses colectivos de los nacionales.
Una de las primordiales vitales afectaciones que sufre la seguridad de la República se da cuando tienen nacimiento los riesgos y amenazas, que nuestros ordenamientos penales consignan. Veamos el porqué de ésta afirmación. La amenaza es un hecho latente, concreto, especial, mientras lo segundo es algo potencial, probable, evitable. Los dos son conceptos que deben de ser tomados en cuenta para evitar un posible colapso en el Estado Mexicano, para prevenir una fractura por mínima que parezca. Para los efectos de retomar la seguridad que tanto anhela el pueblo es indispensable contar con unos servicios de inteligencia adecuados y sólo al servicio de la Nación y no al servicio de poderes de facto ajenos al Sistema Legal de la República, como lo fué en su momento encontrarse al servicio de los narcotraficantes o de la narcopolítica.
México debe y tiene que contar con los servicios de inteligencia adecuados y afines a fin de lograr el éxito de ésta Cuarta Transformación, sus servicios de inteligencia, hoy por hoy, tienen que ser más analíticos a fin de evitar pífias como la acontecida con la Fiscal de Veracruz, la cual resultó ser prima hermana de la jefa del cártel que controla a sus anchas a varios alcaldes en tan hermoso Estado o como la acontecida en Culiacán, en el “Caso Ovidio”.
Existe una muy notoria y notable diferencia, para no confundir al amable lector, entre lo que es la seguridad pública y la seguridad nacional. La primera es la OBLIGATIO ineludible con la que cuenta o debe de contar el Estado para proteger absolutamente todos los derechos fundamentales de los mexicanos, sí esos derechos y garantías que están plasmados en la Carta Magna, como la vida, el patrimonio, la libertad y la integridad corporal. Para que funcione adecuadamente esta seguridad debe de encontrar su sostén en los tres niveles de Gobierno: el Federal, Estatal y Municipal, debe contar además con unos métodos coactivos, lo cual significa una relación de mando y obediencia; así como fuerzas policiacas ajenas al crimen, delincuencia y narcotráfico.
Ahora bien, en el México de hoy, también es muy sabido que nuestra seguridad pública es tan frágil, tan inadecuada que como consecuencia de ello se ha dado una enorme afectación a los derechos de la mayoría, tan es así que muchos Estados de la Nación están sometidos al capricho de la delincuencia, quien es la que manda, domina, controla y administra los destinos de esos estados. En esos Estados que perdieron y carecen del control, es donde debe de tomar riendas la seguridad nacional, a fin de evitar más ovidios, más fiscales primos de jefes de plaza, menos gobernadores que ignoran todo, como aquél que con ademanes poco viriles se pasea por el malecón en fiesta de carnaval.
La importancia de la seguridad nacional comprende y así lo debe y tiene que entender el Ejecutivo, la Secretaría de Gobernación, la Fiscalía, todos absolutamente todos, diversos tópicos como lo son preveer colapsos económicos para la República, evitar levantamientos armados como los que acontecen en todos los confines de la Patria, las corrupciones de dirigentes sindicales que tanto lastiman a los trabajadores, las amenazas de epidemia tan de moda en estos momentos, los fenómenos naturales, la delincuencia organizada y los focos en donde se originan y quienes la dirigen, etc., etc., etc..
Ambas seguridades las más de las veces están en manos de incapaces, de funcionarios politizados, de serviles a la delincuencia, de amigos de Genaro García Luna, de aliados de la narcopolítica, del caos. México no lo merece, México tiene la obligación de exigir su destitución.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..